viernes, 5 de junio de 2020

Tiempo y cuerpo en psicoanálisis. Miguel Gutiérrez*


26 de mayo de 2020
           
De las muchas cosas sobre las que Freud escribió de su época, la gripe española no está entre ellas. Está en algunas de sus cartas, como en la que escribe al ministro Oskar Pfister a propósito de la muerte de Sophia, al parecer su hija predilecta, el 25 de enero de 1920: "Esta tarde nos dieron la noticia de que la neumonía por el virus de la influenza nos arrebató a nuestra dulce Sophie en Hamburgo. Nos la arrebató a pesar de que tenía una salud radiante y una vida plena y activa como buena madre y amante esposa, todo en cuestión de cuatro o cinco días, como si nunca hubiera existido”.  La carta a Pfister continúa: "Aunque estuvimos preocupados durante un par de días, manteníamos la esperanza, pero juzgar desde la distancia es muy difícil. Y esta distancia debía seguir siendo distancia, no pudimos partir inmediatamente, como habíamos previsto después de las primeras noticias alarmantes, porque no había ningún tren, ni siquiera para una situación de emergencia. La evidente brutalidad de nuestros tiempos pesa sobre nosotros. Mañana la cremarán”[1].  Resaltan en esta dolorosa carta los temas gruesos de la muerte, el cuerpo, el espacio y el tiempo.


Casi 19 años antes, en su libro Psicopatología de la vida cotidiana (1901), Freud había publicado un breve ejemplo sobre el “trastabarse” (confundir o superponer una palabra con otra) de un soldado que había sido afectado, si bien no personalmente, por las consecuencias de un grave brote de influenza en sus personas cercanas y familiares.  Estando de prisionero en Italia, y luego de haber enterrado a un compañero que había muerto hace algunos días por la gripe, y habiendo sufrido insultos y agresiones por parte de los italianos durante el sepelio, pasa al lado de un prado y le dice a un compañero: “Podríamos sentarnos aquí en el pasto y cantar”; o más bien quiso decir eso, porque sustituyó el Gras del “pasto” por el Grab de “tumba” y el Singen de “cantar” por Siken de “descender” (p. 77).  Así, en vez de “aquí podríamos sentarnos en el pasto y cantar”, la frase quedo: “aquí podríamos descender a la tumba”.

Ese lapsus me hizo pensar en la pandemia de nuestro tiempo, la del Covid-19, y el modo como nos acerca a ese real, a ese imposible, que es la muerte.  Sabemos todos que nos vamos a morir, pero vivimos como si fuéramos inmortales. Es el velo necesario sobre la mortalidad que nos permite no sucumbir ante la angustia, ante la “ansiedad generalizada”, y seguir avanzando en la vida que, si bien sabemos que no es infinita, su terminación no es inminente.  Por eso planteaba en un escrito reciente (Gutiérrez-Peláez, 2020a) que tal vez la pandemia no trae un nuevo real, sino el levantamiento del velo sobre lo real de la muerte.  Como el personaje del fragmento de Freud, la pandemia nos hace pensar que aquí y ahora también nosotros “podríamos descender a nuestra tumba”.

El velo sobre lo real de la muerte permite una sucesión temporal de la existencia. No sabemos cuándo nos moriremos, pero todavía no.  Es una medida temporal, la de la duración. Es cuando se presentifica la muerte tan radicalmente, se produce una modificación de la experiencia del tiempo.  ¿Cómo pensar el tema del tiempo, el espacio y el cuerpo y las condiciones de posibilidad de un psicoanálisis?   Marie-Hélène Brousse (2020a) ha hecho algunas referencias recientes al tiempo que me interesa comentar.  Una es sobre los tiempos lógicos de Lacan y el modo como en la crisis actual se aplasta el tiempo de ver. Dice en “Los tiempos del virus”: “Podemos plantear sin embargo que, frente a lo real, la extrañeza de los diferentes encuadres efectuados por la realidad psíquica es tal que abole, en numerosos sujetos, el instante de la mirada. No se ve venir nada. Uno es engullido por la ola antes de poderla ver”. El sisma de la pandemia sobre la vida cotidiana implica un cambio en los modos de ver, comprender y concluir que se juega en el día a día. Es difícil saber en qué momento de los tiempos lógicos estamos, si sucede siempre a nivel singular para cada sujeto, cada día a la vez y no de manera definitiva, o si pueden llegar a pensarse los tiempos lógicos para una sociedad o grupo humano.

La segunda referencia es en la conferencia del sábado pasado (23 de mayo) en la que Marie-Hélène Brousse (2020b) decía que, en los encuentros virtuales (como el de ese día), quedaban suspendidas las categorías kantianas de tiempo y espacio.  Kant había planteado que la percepción de los fenómenos era singular (sin identidad entre la percepción y lo percibido incognoscible, dado el condicionamiento subjetivo de la percepción), pero que toda experiencia perceptiva se enmarcaba necesariamente en las categorías de tiempo y espacio; son los a priori de toda percepción y de toda experiencia, decía Kant.  Pero sabemos que Freud planteó que era la experiencia del inconsciente la que ponía en suspenso esos dos a priori.  El inconsciente, como instancia psíquica, no se rige por el tiempo y el espacio, lo alojado allí no plantea “una sucesión de partes entre un antes y un después” (como la definición aristotélica del tiempo), sino que lo sido es “siempre siendo”, y no necesariamente hay una distancia espacial o temporal entre los fenómenos distantes en el tiempo cronológico y el espacio físico (por ejemplo, un evento infantil estando más cerca y más próximo en el tiempo que lo que sucedió hace pocos minutos).  En Más allá del principio del placer (1920) dice Freud: “La tesis de Kant según la cual tiempo y espacio son formas necesarias de nuestro pensar puede hoy someterse a revisión a la luz de ciertos conocimientos psicoanalíticos. Tenemos averiguado que los procesos anímicos inconscientes son en sí «atemporales». Esto significa, en primer término, que no se ordenaron temporalmente, que el tiempo no altera nada en ellos, que no puede aportárseles la representación del tiempo” (p. 28).

Así, si están suspendidas las categorías de tiempo y espacio en los encuentros virtuales, ¿están garantizadas en los encuentros cuerpo a cuerpo? ¿Está el analizante que va al consultorio en el mismo tiempo que el analista? ¿Está incluso en el mismo espacio? Marie-Hélène Brousse (2020b) mencionaba también que somos ahora como caracoles cargando nuestra coraza, cada uno en su casa al hombro conectado a la pantalla. ¿Pero no lo estamos siempre, aún en el consultorio del analista? ¿Hay garantía de una sincronía espacio-tiempo en las sesiones cuerpo a cuerpo?  En formulaciones como las de Alejandro Reinoso, a la que se refiere Carlos Marquez (2020), según la cual por Internet es posible el trabajo con el sujeto del inconsciente pero no con el parlêtre, hacen más urgente la pregunta sobre qué es lo que permite el cuerpo a cuerpo que no hace posible la videollamada o trabajo por teléfono.  Más que la sincronía del espacio-tiempo, la pregunta es ¿qué es lo singular de la experiencia espacio-temporal que hace el encuentro entre cuerpos que no es sustituible por vía de la pantalla o de la voz? [Ciertamente no es lo mismo la videollamada que el teléfono, pero ese es otro tema]. ¿Cuál es la incidencia singular de ello en el parlêtre?  Si logramos aislar eso singular de una buena manera, ¿podrá incidir en nuestras intervenciones a distancia obligadas por la pandemia?


Siento que frente a esto el movimiento lacaniano está dividido. Hay quienes plantean que el psicoanálisis es posible siempre que haya circulación de la palabra (Salamone, 2020, 2 de abril), por lo tanto, no habría por qué plantear que no es posible el psicoanálisis remotamente: si hay palabra circulando, hay psicoanálisis, independiente del medio por el que circule la palabra. ¿Están las dificultades del lado del análisis o más bien del lado del analista? Otros plantean que analizamos por Internet y por teléfono solo porque es una contingencia, algo inevitable que se nos impone, pero que es de alguna manera una práctica degradada, un psicoanálisis menor.  Que subsista el psicoanálisis durante la pandemia como el cristianismo durante el siglo XVII a XIX en Japón, para retomar el agudo ejemplo de Carlos Marquez (2020). Otros plantean posiciones más mesuradas, afirmando que, si bien nos hemos resistido a estas prácticas, sin embargo siempre han existido; de ellas no se hablaba abiertamente, pero las conversamos ahora y corroboramos que funcionan y que hay efectos analíticos. Entonces, ¿qué hace la diferencia?

Claudio Godoy (Salamone, 2020, 24 de abril) planteaba recientemente que tal vez ahora ha comenzado el siglo XXI para el campo freudiano. Es la urgencia del diálogo en nuestro tiempo.   Es prematuro saber si esta pandemia es el inicio o fin de una época, o si es el litoral entre un pasado muerto y un futuro por escribir. Seguramente tiene sentido que Freud no hiciera textos clínicos o teóricos sobre la gripe española, sino que hablara de ella a través de cartas a sus colegas y amigos. Y es que el corte en el lazo social producido por la distancia física ha hecho urgente la cercanía social y subjetiva.  Por eso, más que grandes respuestas frente a este enorme no saber, es en el diálogo con el otro, en la Escuela, que puede irse dando un tiempo para comprender: en la clínica, en lo social, en la comunidad, en la Co-vida (Gutiérrez-Peláez, 2020b).  Es un momento privilegiado de elaboración colectiva. Nos abre una reflexión inédita para el campo del psicoanálisis para comprender aspectos nuevos de lo que es el acto analítico y su incidencia en la técnica psicoanalítica.

Referencias
Brousse, M. H. (2020a). Los tiempos del virus. Zadig España. Tomado de: https://zadigespana.com/2020/03/26/coronavirus-los-tiempos-del-virus/
Brousse, M H. (2020b). Exilio y lenguas. Seminario Acción lacaniana NEL, 23 de mayo.
Freud, S. (1901). Psicopatología de la vida cotidiana. Obras completas, vol. 6 (pp. 1-270). Buenos Aires, Argentina: Amorrortu.
Freud, S. (1920). Más allá del principio del placer. Obras completas, vol. 18 (pp. 1-62). Buenos Aires, Argentina: Amorrortu.
Gutiérrez-Peláez, M. (2020a). ¿Qué es lo real del coronavirus? Conversaciones NEL Bogotá. Tomado de: https://nelbogota.blogspot.com/2020/04/que-es-lo-real-del-coronavirus-miguel.html
Gutiérrez-Peláez, M. (2020b). La pandemia como un esguince en la vida compartida. La emergencia de una nueva CO-VIDa. PSICOVID Post-Cuarentena. Bogotá, Colombia: ASCOFAPSI. En prensa.
Marquez, C. (2020). ¿Es el cuerpo a cuerpo un signo del psicoanálisis? Conversaciones NEL Bogotá. Tomado de:  https://nelbogota.blogspot.com/search/label/Conversaciones
Salamone, L. (2020, abril 2). Conversaciones sobre psicoanálisis y la época: Luis Salamone con Jorge Chamorro. Tomado de: https://www.youtube.com/watch?v=eL39NzamxWM
Salamone, L. (2020, abril 24).  Conversaciones sobre psicoanálisis y la época. Luis Salamone con Claudio Godoy. Tomado de: https://www.youtube.com/watch?v=Cq286BkL8Bo




*Miembro de la NEL y la AMP en Bogotá

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