(En Strasbourg, 26 DE ENERO DE 1975)
Es una pregunta que me surgió esta mañana,
pero que está ligada también a preocupaciones teóricas personales. Esta mañana
se trataba de ciertas palabras que comienzan por Un: Unbewusste,
Unheimlich. Esto me ha hecho pensar en Unerkannte, que se encuentra en Freud en particular en la Traumdeutung, donde está muy mal traducido, puesta
que está traducido por lo desconocido, en tanto que es lo no-reconocido.
Encontramos este Unerkannte articulado con la cuestión del ombligo del sueño.
El ombligo es ese punto donde el sueño, cito a Freud, es insondable, es decir
el punto donde, en pocas palabras, se detiene el sentido o toda posibilidad de
sentido. Es también el punto donde el sueño está más cerca de lo Unerkannte, de lo no-reconocido. Freud dice:Ersitzt ihm auf: traducido
literalmente: está sentado encima, tal un caballero sobre su caballo. Pera
agrega que de ese punto se levanta un ovillo de pensamientos que uno no llega a
desenredar, pero que este ovillo de pensamientos no ha suministrado otras
contribuciones al contenido del sueño, es decir al texto manifiesto. En otras
palabras parece ser un punto donde la condensación falló, en el sentido de que
es un punto que no está reunido más que por un solo hilo o por un solo elemento
al contenido manifiesto, un punto de falla en la red.
Entonces la cuestión que me planteo es, si
este Unerkannte, este no-reconocido, indicado por
este ovillo de pensamientos, si no podemos ver ahí lo real, un real no
simbolizado, algo delante de lo cual finalmente el sueño en tanto que red, no
es así, se detiene, donde no puede ir más lejos. Y entonces me planteo también
la pregunta, ¿de qué real se trata? ¿Es lo real pulsional? Y también las
relaciones de este real con el deseo, ya que Freud articula la cuestión del
ombligo con el deseo, puesto que es el lugar donde el deseo surge como un
hongo.
Jacques Lacan:
Bueno, doy mi respuesta actual. Es todo lo que puedo decir, he llegado
hasta aquí. No pienso que sea lo real
pulsional. Es difícil de captar, no puedo rehacer todo el camino por el
que he arribado a eso por el momento. Me asombraría mucho que quienquiera que
fuese me obligue a otra concepción. Estoy más que sorprendido de escucharlos
hablar de lo real pulsional. Estoy felizmente sorprendido porque es cierto que
hay un real pulsional. Pero hay
un real pulsional únicamente en tanto que lo real es lo que en la pulsión
reduzco a la función del agujero.
Es decir lo que hace que la pulsión esté ligada a los orificios
corporales. Pienso que aquí todo el mundo está en buena disposición para
acordarse que Freud caracteriza la pulsión por la función del orificio del
cuerpo.
Parte de una especie de idea, de la
constancia de lo que pasa por este orificio. Esta constancia
es seguramente un elemento de lo real. Hasta ensayé figurarla por algo
matemático; que en matemática se defina lo que se llama una constante
rotacional, que es un beneficio para nosotros significar ahí que se trata de
aquello que se especifica del borde del agujero.
Creo que es necesario distinguir lo que pasa a
este nivel del orificio corporal, de lo que funciona en el inconsciente. Creo que en el
inconsciente también, algo es significable de forma enteramente análoga. Creo
que esto delante de, lo cual Freud se detiene en ese momento como ombligo del sueño, ya que es respecto
a esto que emplea el término Unerkannt, no reconocido, creo que de lo que se trata, es de lo que
él denomina, designa expresamente por otra parte, lo Urverdrängt, lo reprimido primordial (se
tradujo esto como se pudo).
Creo que es en el destino de lo reprimido primordial, a saber de este
algo que se especifica de no poder ser dicho en ningún caso cualquiera sea la
aproximación, de estar, si uno no puede expresarse así, en la raíz del
lenguaje, que se puede dar la mejor imagen de lo que se trata.
La relación de este Urverdrängt, de este reprimido original, ya que se ha planteado una
pregunta concerniente al origen hace un rato, creo que es esto a lo que Freud
vuelve a propósito de lo que se tradujo muy literalmente por ombligo del sueño.
Es un agujero, es algo
que es el límite del análisis;
esto tiene evidentemente algo que ver con lo real, que es un real perfectamente denominable, denominable de una
manera que es de puro hecho; no es por nada que pone en juego la función del ombligo.
Es efectivamente a un ombligo particular, aquél de su madre, que alguien
se ha encontrado en suma suspendido, reproduciéndolo, si puede decirse, por la
sección para él del cordón umbilical. Es evidente que no es al de su madre que
está suspendido, es a su placenta.
Es por el hecho de haber nacido de este vientre y no por otra parte que
un cierto ser parlante o aun esto que llamo por ahora, esto que designo con el
nombre de Parlêtre, lo que aparece como otra
designación del inconsciente, es de haber nacido de un ser que lo ha deseado o
no deseado, pero que por este solo hecho lo sitúa de una cierta manera en el lenguaje,
que un Parlêtre se encuentra excluido de su propio origen, y la
audacia de Freud en esta ocasión, es simplemente decir que se tiene en alguna
parte la marca en el sueño mismo.
El sujeto por sus producciones imaginativas, no olvidemos la condición
de la Darstellbarkeit que es de tal modo importante en la formación del sueño, que esta
representacionalidad, si uno puede decirlo, el hecho de poder figurarse en el
sueño, conserva la marea en algún punto donde no hay nada que hacer.
Es justamente el punto de donde sale el hilo, pero este punto es tan
cerrado como cerrado es el hecho que él nació en este vientre y no en otra
parte, que hay en el sueño mismo el estigma puesto que el ombligo es un estigma. Es un estigma por donde, es el único punto,
hay alguna cosa en común con todo lo que ha sido parido bajo este modo
vivíparo, pero con esto de más, que se trata de un ser placentario y de eso,
este ser placentario, conserva una traza que se confirma ahí al nivel mismo de
la simbolización.
Es cierto que sólo el Parlêtre, el ser parlante puede llegar a la noción de la que partí para lo
que es del inconsciente. Hay algo que no es por nada que se resume en una cicatriz, en un lugar del cuerpo que
hace nudo y que este nudo es puntuable, no más en su lugar seguramente, ya que
hay ahí el mismo desplazamiento que está ligado a la función y al campo de la
palabra.
En el campo de la palabra
hay algo que es imposible de reconocer, de manera que el Un tiene ahí otro
valor que aquél que le dábamos esta mañana.
El Un designa, hablando
con propiedad, la imposibilidad, el límite. Cuando hablábamos de lo
impoético, es el fondo sobre el cual se produce lo poético. Cuando hablamos de
lo Unerkannt, esto
quiere decir lo imposible de reconocer.
No es simplemente una cuestión de hecho, es una cuestión de
imposibilidad. Es lo que nos esforzábamos por ceñir esta mañana a propósito de
la ambigüedad del Un que comporta evidentemente dos polos, y uno de estos polos
no lo alcanzamos esta mañana.
Lo Unerkannt es lo imposible
de reconocer. Freud no lo subraya en el pasaje sobre el ombligo del sueño. Es sólo,
en otra parte, que tenemos la noción de lo reprimido primordial. Pero aún la noción de lo reprimido
primordial, en la forma que le es dada, no pone el acento sobre esta función de
imposibilidad.
Es el sentido del Un en el término que designa en
alemán lo imposible, es lo Unmöglich, de lo que se trata,
esto no puede ni decirse ni escribirse. Esto no deja de no escribirse. Es una especie de negación
redoblada, que es aquélla por la cual podemos aproximar este empleo
completamente radical de la negación.
Cuando digo esto no deja de no
escribirse, es ahí que juega esta especie de "flou", de
"flou" que resulta de esto: la única manera de definir con propiedad
lo posible, sería decir que lo posible deja de escribirse, es la única manera
verdaderamente establecida de estrecharlo de cerca.
Es justamente la distancia que hay en el alcance de las dos negaciones.
Esto no es no dejar de escribirse, lo que volvería, por el efecto que se da
habitualmente a la doble negación, a limitarse a que esto deja de escribirse.
Pero el "no dejar de no escribirse", está ahí lo que me parece el
sentido del Unerkannt en tanto que Urverdrängt. Ahí no hay nada más para extraer. Es lo que Freud designa
hablando del ombligo del sueño.
Es ahí que no se comprende nada. No hay ningún medio de tirar más de la
cuerda salvo para romperla. De modo que esto designa una analogía, totalmente
análoga a lo que acaban de designar como lo real pulsional.
¿Estoy totalmente seguro de esto? Digamos que lo hago análogo. Es ahí
que se designa el límite por el cual lo
simbólico se encuentra en suma repercutiendo, que haya algo que en lo
que se dice (dicible), sea por metáfora comparable a lo que es de la pulsión.
Sin embargo es ahí también que la pulsión se opacifica completamente,
que se identifica a algo distinto, ya que ahí se trata de lo que se podría
llamar la esencia del nudo. Al nivel de lo simbólico, ahí, está anudado,
no más bajo la forma de un orificio sino de un cierre. Comparar
este cierre a un agujero es evidentemente algo donde,
el pensamiento se detiene [*].
No es cómodo, si a la palabra ombligo
se da su presencia de nudo corporal,
esto no es cómodo, fuera de esto sin embargo lo que este nudo ha cerrado, es
algo por lo cual durante un tiempo notable –nueve meses- todo lo que es vida
provenía. Es esto lo que permite la analogía entre este nudo y el orificio.
Es un orificio que se ha anudado (bouclé).
Fijo eso para mí, en el estado actual de las cosas, es ahí entonces tal
vez que se puede admitir una revisión, una revisión posible, es que, al fin de
cuentas, en el curso de este batido entre el orificio y el nudo,
entre la identificación del agujero a un punto anudado, es al fin de cuentas esto que, si puedo decirlo, me
ha abierto la vía a la fórmula que doy como especificando, hablando con
propiedad, este ser que nosotros caracterizamos por tener la palabra, que me he permitido adelantar esto, es
que al nivel de su real, que ahí
es el tercer término, contrariamente a lo que uno puede creer, es como formando
imágenes, es decir como enteramente imaginario, que el cuerpo subsiste. Si hablo de imaginario, de simbólico y de
real puesto que es de ahí al fin de cuentas que he partido, retorno ahí para
decir que lo real se especifica
también de un Un, en el sentido de un
imposible, es esto, debe ser demostrable, y toda la experiencia
analítica no hace más que converger a demostrarlo, es demostrable que la relación
como tal entre los dos partenaires especificados sexualmente, pero
radicalmente, diferentemente está justamente marcada de que su relación al sexo
es de algún modo una relación parasexuada.
Y que se pueda poner de tal modo el acento sobre la bisexualidad, tanto
como lo ha hecho Freud, es verdaderamente decir que la identificación del
sujeto a un sexo sobre dos es algo que no se hace más que secundariamente y de
chiripa, y que resulta de algo más radical, que podría ser exactamente
correlativo de que este ser, entre todos los seres, es parlante.
No estamos más lejos por eso. Eso puede entrar allí como relleno.
Después de todo la demostración, es algo que resalta con un cierto rigor. El
hecho de la experiencia testimonia ya, lo que he indicado apenas esta mañana a
propósito de lo que se llama pulsión,
que es algo que deja completamente abierta la formulación de la relación de un
sexo como tal a otro.
Parece completamente manifiesto en nuestra experiencia de todos los días
que esto sea la cosa delante de la que se encuentran más obstáculos: escribir
una X y una Y que serían hablando con propiedad, el sexo como macho y
como hembra, lo que
manifiestamente no podemos hacer.
Hay una relación al Falo que
instaura ahí un tercero irreductible. No es necesario creer sin embargo, por
otra parte, como Freud lo adelantó tal vez con un poco de imprudencia, no es
necesario creer que esta relación al Falo sea el Falo.
Digo el Falo, que no es
la misma cosa que lo que designamos por el órgano que tiene, en el Parlêtre especialmente, una importancia
prevalente. No por otra parte que no la muestra también en otra parte, aunque
no pudiésemos saber para nada lo que es la experiencia de copulación en
animales tan distantes como la rana y el sapo, en quienes la copulación marca,
en efecto, un carácter manifiesto completamente sorprendente.
Parece en todo caso que la noción, que no es por nada que Freud la
designó con el término de función fálica,
introduzca irreductiblemente en el Parlêtre,
en la relación entre los sexos, un
tercero, cuya importancia no es menor en una mujer, como yo me expreso,
ya que voy fácilmente a decir que la mujer, esto no es universalizable, que no
hay toda Mujer especifica lo que denominaba hace un rato como la universalidad,
no hay más que mujeres, digamos particulares, pero es tal vez demasiado decir,
porque lo particular
tiene mucha relación con lo universal.
Esto que ensayo forjar por el momento y que he enunciado en mi último
seminario, es que para el hombre, una
mujer, es siempre un síntoma. Esto es evidentemente difícil de tragar y
no es sin precaución ni hesitación que lo he adelantado. A continuación he
tenido vueltas, reflexiones y tuve en esta ocasión la satisfacción de ver
confirmarse que es recíproco.
Debo decir que me ha aliviado un poco, después de haber adelantado que
una mujer, en la relación que ella tiene con el Hombre, es un síntoma, recibir esta confirmación que justamente
en ciertas mujeres y no importa en cuáles (pas chez n’importe lesquelles) en
quienes este tercero fálico es particularmente resonante, estas mujeres como
repercusión de mi seminario, me han dicho que era exactamente así la fórmula
que les había venido a la mente en ese momento cuando no tanto el Hombre,
porque justamente la noción del Hombre, como tal, no está de ese modo presente
para una mujer, por el hecho que son justamente una mujer, es también un hombre, y tuve de vuelta este
testimonio que ellas se habían formulado perfectamente a sí mismas ya que
amaban a Un-tal: es un síntoma. Ellas entendieron, si se puede decir, lo que
les ocurría como siendo algo del orden del síntoma.
Es cierto que esto me ha estimulado mucho para ensayar poner más
precisión en lo que había adelantado con muchísima dificultad, quizás timidez. No
creo, y esto en razón de que no hay referencia posible a la Mujer, porque la Mujer
universalmente no existe, que el síntoma- Hombre tenga completamente el mismo
lugar para una mujer. Pero esto va muy lejos. Implica, invoca como todo lo que
es del orden del síntoma, al inconsciente
en su totalidad.
Es completamente concebible que la relación de una mujer al inconsciente
sea diferenciable de aquella relación del hombre al inconsciente. Es por otra
parte lo que permitiría explicar muchas cosas. Si el inconsciente está menos
íntimamente entrelazado a la realidad de una mujer que a aquélla de un hombre, lo
que, es necesario decirlo, es perceptible, explicaría que ella lo comprenda
mucho mejor. Hablo de una mujer.
Es un hecho que las mujeres
que existen como plurales, que las mujeres están un tanto más dotadas para
hablar del inconsciente de una manera eficaz que la media de los hombres. Si el
hombre ha puesto tan largo tiempo en descubrir el inconsciente, en apercibirse
que el hecho de habitar el lenguaje, no es una cosa que no deja trazas, que
haya puesto también largo tiempo en reconocer el hecho de las consecuencias de
haber nacido hablante, y de dos seres particulares por los cuales habitualmente
les es vehiculizado el parlêtre con dos
funciones totalmente diferentes: aquéllas del padre y de la madre, todo esto
sobre lo que Freud ha puesto el acento, que haya puesto tanto tiempo en
reconocer que el ser humano cae en un mundo de lenguaje y que el hecho que sean
sus padres con todo lo que esto supone detrás, en particular que haya sido
deseado o no deseado, que sean sus padres quienes lo orienten…
Leía un pequeño libro de Kant: "¿Cómo
orientarse en el pensamiento?". No está ahí la cuestión. No se trata de orientarse en el pensamiento.
Se trata de orientarse en el lenguaje, y que el ser humano esté
en un campo ya constituido por los padres concerniente al lenguaje, es a partir
de ahí que es necesario ver su relación al inconsciente y que esta relación al
inconsciente no hay ninguna razón para no concebirla como lo hace Freud: que tiene un ombligo…
Es decir que hay cosas que están para siempre cerradas en su
inconsciente, lo que no impide que, sin embargo, esto se designe como un
agujero, no reconocido, Unerkannt, según lo que usted adelantó hace un rato.
Les pido perdón por haber sido tan extenso, pero es necesario decir que
la pregunta que usted adelantó necesitaba, me parece, al menos esto para
responderla ya que es, en efecto, una cuestión que es la simple puesta en palabras
de lo que, desde el origen, en el reconocimiento del inconsciente mismo, está
la noción que lo que hace de eso la consistencia, lo que hace hablando con
propiedad lo Real, es un punto
de opacidad.
Es un punto infranqueable, es un punto imposible.
Es así que la noción de lo
imposible me parece situar de una manera completamente central, y de una
cierta imposibilidad que está ligada, que es coherente, que permitiría
especificar en la cadena de seres, como Freud mismo lo ha subrayado, que
permitiría especificar al ser humano como siendo, no la mejor obra de la
creación, el punto del despertar del conocimiento, sino por el contrario el
asiento de otra especial Unerkennung, es decir, no sólo un
no-reconocimiento, sino una imposibilidad de conocer lo que concierne al sexo.
Esto nos permitiría aclarar (en fin, nos arrastraría demasiado lejos),
que hay algo que el abordaje científico reconoció en la vida, es la coherencia
del sexo y de la muerte.
No se puede decir que esta no-relación
sexual, que considero como fundamental en lo real para lo que es del Parlêtre, no se puede decir que esto
corresponde a un pequeño despertar del lado de la universalidad de la muerte.
Hay un pequeño alerta (evéil), pero un alerta también muy limitado a fin de cuentas.
Del hecho que se diga que todo hombre es mortal, esto no quiere decir sin
embargo que haya prevalencia de la muerte.
Que la muerte esté tan
bien taponada a fin de cuentas en lo vivido, por la vida, en lo vivido de cada
uno, es sin embargo algo muy sorprendente.
Pero que sea por la vía del inconsciente que alguien haya podido hablar
de pulsión de muerte, es decir
algo que tiene una relación con la muerte,
pero casi de la misma manera que tiene una relación con el sexo; hay una relación con el sexo en esto
que el sexo está por todas partes donde no debería estar; no hay en ninguna
parte, posibilidad de establecimiento de alguna manera formulable, de la
relación entre sexos.
Se puede decir lo mismo respecto a la pulsión de muerte: es también una relación a la muerte, pero también desplazada. No es
porque está desplazada que de cuando en cuando no tiene éxito en abrirse un
camino, pero es lo mismo para aquello que es de la relación al sexo.
Está propagado, está entendido en lugar de ser captable de cerca; lo
mismo esta pulsión de muerte, a la que Freud, es necesario decirlo así, ha sido
conducido por la experiencia analítica, es en qué el inconsciente, el inconsciente como tal, es algo que
importa distinguir de esta no- relación
sexual, en tanto que esta no-relación
sexual estaría ligada a lo Real del ser humano, en tanto que es al nivel de lo simbólico que este descubrimiento de
una cierta relación a la muerte es
revelable y ha, de hecho, por la pluma de Freud, avanzado.
Hay aquí de algún modo, disociación
de la relación sexual, de la que es completamente concebible que algo
lleve la marca en el inconsciente, en tanto que lo que es demostrado por todo
lo que ha descubierto Freud, es justamente que todo lo que es del orden de lo sexual está desplazado.
Como decía esta mañana, lo que es del orden de lo genital es del orden
del mito, y del mismo mito que es aquél al que se liga la religión, lo genital
es lo que conduce a la reproducción.
Pero que es lo que hace que haya aproximación de los sexos para esta
reproducción. Es justamente lo que resta abierto, que permanece particularmente
abierto en las personas que están provistas de un inconsciente, es un hecho.
Nadie me ha interrumpido, y dios sabe dónde esto me hubiera arrastrado,
para preguntarme lo que era la pulsión sado-masoquista de la que Freud habla y
abundantemente. Es curioso sin embargo que, para prenderlo con alfileres, no se
haya hablado nunca de sado-masoquismo
antes de Sade y antes de Sacher-Masoch.
Es completamente curioso que no se hayan adelantado nunca cosas
parecidas, que haya sido necesario que hubiese dos literatos, por otra parte
los dos débiles mentales absolutamente integrales, para que uno comience, a
darse cuenta que no había sólo pulsión sado-masoquista, sino que es fundamental
de la realidad humana, que no se haya percibido que el deseo del hombre es el infierno.
He dicho esto un día delante de un cura. Como soy yo quien habla,
naturalmente he visto al cura humillarse. Quiero decir que estaba allí como un
felpudo. El deseo del hombre es el infierno, es evidente a partir del momento
donde lo digo y lo digo por primera vez hoy delante de ustedes ya que no lo
arriesgué nunca hasta ahora, salvo ante este cura.
Es necesario decir una cosa que me consuela, porque es necesario
absolutamente que me diga que no es únicamente porque soy Lacan que puedo hacer
oír ciertas verdades. Esta verdad es evidente. Me consuelo: este cura era
dantista, no dentista, se ocupaba de Dante
y en Dante es evidente que nadie
se interesa más que en el infierno.
Lo que cuenta sobre el paraíso
es sin embargo muy interesante también. Pero nadie desea leerlo. Gracias al
hecho que este cura era dantista, puedo consolarme. No es únicamente porque lo
he dicho que él ha dicho sí, sí... En fin, esto no lo dije aún en mi seminario.
Ustedes ven, esto quiere decir que sólo aquí encuentro mis alegrías, no
se me plantea una pregunta idiota. Rindo homenaje a Marcel Ritter por haberme
planteado esta cuestión del Unerkannt. Esto me ha arrastrado un poco, les pido perdón. Era evidente,
era seguro que esto me arrastrara. Es necesario decir que es necesario decir
mucho para hacerlo sostenible.
Lo mismo para responder a la persona que me había planteado la pregunta
sobre el origen del deseo. Se abrocha la hebilla así. Por otra parte es por
esto que Freud comenzó su Traumdeutung por la fórmula que
saben: "Si no puedo mover a los
dioses pasaré" -por qué- "por
el infierno", justamente.
Si hay algo absolutamente que Freud deja patente, es que del
inconsciente resulta que el deseo del hombre es el infierno y que es el único
medio de comprender algo. Es por esto que no hay ninguna religión que no le
haga su lugar. No desear el infierno es una forma de la Wiederstand, es la resistencia.
Traducción: Jorge Kahanoff.
Texto: Cecilia Falco.
[*] Es lo que nos ha llevado a proponer la
trama de los sueños en la pantalla del sueño soñado y la ubicación en ella del
ombligo junto con el cierre y la torsión, pasaje hacia lo real y el (los)
goce(s) y el retorno discontinuo hacia los objetos causa.