Silvia
Salman
Hablar
del Uno y sus singularidades nos permite abordar algunos aspectos cruciales del
síntoma en la clínica con niños y adolescentes, pero también nos lleva a
adentrarnos en una axiomática clave en la perspectiva de la última enseñanza de
Lacan.
Este último tramo de su enseñanza presta especial atención al autismo ya que lo que domina en ella es el Uno.
Este último tramo de su enseñanza presta especial atención al autismo ya que lo que domina en ella es el Uno.
¿De
dónde partimos?
Comenzamos
por los tres registros que propone Lacan para pensar el sujeto en
psicoanálisis. Tenemos por un lado el registro de lo Simbólico que está hecho
de significantes. Por otro lado tenemos el registro de lo Imaginario que está
compuesto por imágenes. Y por último el registro de lo Real que es del orden
del dato en bruto.
En su primera enseñanza los tres registros constituían un sistema, una estructura, es decir que cada uno de estos elementos se definían por su relación con los otros. Así Lacan podía decir refiriéndose al estadio del espejo, que lo imaginario se constituye a partir de lo simbólico. A la vez que lo real como dato en bruto era dotado de una estructura por la acción de lo simbólico.
A partir del Seminario 20 "Aún" y con la construcción del nudo Borromeo, las tres categorías ya no constituyen un sistema. Los tres registros son considerados homogéneos y equivalentes, independientes unos de otros, razón por la cual es necesario un cuarto elemento para anudarlos, y por lo tanto cada uno de ellos es un Uno en sí mismo.
Se impone a partir de aquí la axiomática de “Hay el Uno” y su correlativo “No hay Otro” hasta llegar al extremo de proponer que el Otro no existe.
En efecto en los comienzos de su enseñanza, los grafos y esquemas de Lacan incluyen al Otro, al interlocutor, al auditor. En la base del grafo del deseo como en el esquema L se encuentra la noción de comunicación, es el camino que va del Uno al Otro y vuelve desde allí por retroacción. Estos esquemas se fundan en la conexión del Uno y del Otro.
Pero a partir de los nudos se termina la referencia al Otro, allí el Otro no encuentra su lugar. Ya en el Seminario 17 con la escritura de los discursos como soporte de los lazos, Lacan comienza a transitar un recorrido en el que el lugar del Otro se va desplazando. Hasta llegar a dibujar los nudos que están formados por círculos que son circuitos que dan vueltas en redondo y no establecen ninguna comunicación.
Con este movimiento Lacan procede a una reducción del dos al uno, de la cadena significante S1-S2 de la comunicación y el lenguaje, al Uno solo de lalengua mucho más cercano al dato en bruto del registro de lo real que mencionábamos antes. Hasta llegar a decir que el lenguaje es una elucubración de saber sobre lalengua.
Por ello este modo de pensar el psicoanálisis remite especialmente al problema del autismo, porque lo que domina es el Uno. Y podríamos decir que la última enseñanza de Lacan propone en su práctica, un forzamiento del Uno, es decir, un forzamiento del autismo.
Esto quiere decir que en el fondo uno puede soñar todo lo que quiere con el goce del Otro, con el hecho de que hay un Otro que goza, tal como lo hace el neurótico, pero el goce sólo se sostiene en el cuerpo del Uno.
Entonces, podríamos hablar del Otro, pero preferimos partir del Uno.
En su primera enseñanza los tres registros constituían un sistema, una estructura, es decir que cada uno de estos elementos se definían por su relación con los otros. Así Lacan podía decir refiriéndose al estadio del espejo, que lo imaginario se constituye a partir de lo simbólico. A la vez que lo real como dato en bruto era dotado de una estructura por la acción de lo simbólico.
A partir del Seminario 20 "Aún" y con la construcción del nudo Borromeo, las tres categorías ya no constituyen un sistema. Los tres registros son considerados homogéneos y equivalentes, independientes unos de otros, razón por la cual es necesario un cuarto elemento para anudarlos, y por lo tanto cada uno de ellos es un Uno en sí mismo.
Se impone a partir de aquí la axiomática de “Hay el Uno” y su correlativo “No hay Otro” hasta llegar al extremo de proponer que el Otro no existe.
En efecto en los comienzos de su enseñanza, los grafos y esquemas de Lacan incluyen al Otro, al interlocutor, al auditor. En la base del grafo del deseo como en el esquema L se encuentra la noción de comunicación, es el camino que va del Uno al Otro y vuelve desde allí por retroacción. Estos esquemas se fundan en la conexión del Uno y del Otro.
Pero a partir de los nudos se termina la referencia al Otro, allí el Otro no encuentra su lugar. Ya en el Seminario 17 con la escritura de los discursos como soporte de los lazos, Lacan comienza a transitar un recorrido en el que el lugar del Otro se va desplazando. Hasta llegar a dibujar los nudos que están formados por círculos que son circuitos que dan vueltas en redondo y no establecen ninguna comunicación.
Con este movimiento Lacan procede a una reducción del dos al uno, de la cadena significante S1-S2 de la comunicación y el lenguaje, al Uno solo de lalengua mucho más cercano al dato en bruto del registro de lo real que mencionábamos antes. Hasta llegar a decir que el lenguaje es una elucubración de saber sobre lalengua.
Por ello este modo de pensar el psicoanálisis remite especialmente al problema del autismo, porque lo que domina es el Uno. Y podríamos decir que la última enseñanza de Lacan propone en su práctica, un forzamiento del Uno, es decir, un forzamiento del autismo.
Esto quiere decir que en el fondo uno puede soñar todo lo que quiere con el goce del Otro, con el hecho de que hay un Otro que goza, tal como lo hace el neurótico, pero el goce sólo se sostiene en el cuerpo del Uno.
Entonces, podríamos hablar del Otro, pero preferimos partir del Uno.
Dialéctica
entre el Uno y el Otro
Sin
lo Uno no se puede pensar ni operar con el sujeto en psicoanálisis, sin embargo
tenemos que plantear una dialéctica entre el Uno y el Otro.
La articulación del grito y el llamado es un clásico ejemplo que permite situar el lugar del Otro y la emergencia del sujeto en esta dialéctica. El ejemplo del grito del niño y la respuesta materna nos muestra que no se trata de saber solamente qué quiere decir ese grito, sino de reconocer que ese grito quiere decir algo, que ese grito expresa al sujeto y lo representa. Es una manera de decir que ya allí, en el grito mismo, hay significante y no una pura realidad, justamente hay un significante que vale como uno.
El Otro recibe el grito y en esa recepción lo transforma en una significación del sujeto. Es lo que Lacan desarrolló como la transformación del grito en llamado, que como tal es operada por el Otro y que vale como S2. Es el significante que hace emerger al sujeto allí donde su lugar original es la ausencia.
La articulación del grito y el llamado es un clásico ejemplo que permite situar el lugar del Otro y la emergencia del sujeto en esta dialéctica. El ejemplo del grito del niño y la respuesta materna nos muestra que no se trata de saber solamente qué quiere decir ese grito, sino de reconocer que ese grito quiere decir algo, que ese grito expresa al sujeto y lo representa. Es una manera de decir que ya allí, en el grito mismo, hay significante y no una pura realidad, justamente hay un significante que vale como uno.
El Otro recibe el grito y en esa recepción lo transforma en una significación del sujeto. Es lo que Lacan desarrolló como la transformación del grito en llamado, que como tal es operada por el Otro y que vale como S2. Es el significante que hace emerger al sujeto allí donde su lugar original es la ausencia.
¿Cuál
es la dialéctica que se juega entre el Uno y el Otro?
Por
un lado, la respuesta del Otro hace emerger al sujeto, pero por otro lado, y es
la vertiente que me interesa acentuar, es el grito el que crea al Otro, crea el
espacio de resonancia donde el Otro se constituye. Lo que los Lefort llamaban
el “nacimiento del Otro” implica que el grito es el que produce al Otro en el
cual se aloja.
En “Los signos del goce” Miller advierte que tenemos que corregir lo que suscita en nuestra imaginación “la omnipotencia de la respuesta”, ya que hace pensar que el sujeto depende del Otro. Lacan aclara una y otra vez tanto en sus Escritos como en sus Seminarios, que es el sujeto el que manipula al Otro. La experiencia analítica muestra que la posición del Otro, por más amo que sea, surge porque el sujeto hace nacer en un otro al Otro. De hecho así podríamos resumir la fórmula del fantasma.
Indicación clave para el manejo de la transferencia, para captar qué Otro va a encarnar el analista para cada sujeto. El sujeto lo manipula y más radicalmente lo hace nacer, también en la transferencia. Hace nacer ese espacio del Otro que lo incluye a él mismo y el analista se presta a ello, a encarnar ese Otro que conviene al sujeto. Y le conviene por las mejores razones, porque lo hace partenaire de su goce.
Es verdad que en ese lugar también podríamos escribir al analista como objeto. Pero en tal caso, tanto el objeto como el Otro están del mismo lado ya que el objeto a se aloja en tanto tal en el agujero del Otro y de este modo son dos figuras posibles de la transferencia.
Por ello está es una dialéctica crucial que se pone en juego en las curas. En los casos de autismo en particular, muchas veces se observa claramente la existencia del Uno y no del Otro, y allí se capta bien que la presencia del analista puede ser la que promueva el nacimiento de ese Otro para un sujeto.
De este recorrido se deduce que la responsabilidad está del lado del Uno o si quieren del sujeto que en la ocasión llamaremos el Uno.
En “Los signos del goce” Miller advierte que tenemos que corregir lo que suscita en nuestra imaginación “la omnipotencia de la respuesta”, ya que hace pensar que el sujeto depende del Otro. Lacan aclara una y otra vez tanto en sus Escritos como en sus Seminarios, que es el sujeto el que manipula al Otro. La experiencia analítica muestra que la posición del Otro, por más amo que sea, surge porque el sujeto hace nacer en un otro al Otro. De hecho así podríamos resumir la fórmula del fantasma.
Indicación clave para el manejo de la transferencia, para captar qué Otro va a encarnar el analista para cada sujeto. El sujeto lo manipula y más radicalmente lo hace nacer, también en la transferencia. Hace nacer ese espacio del Otro que lo incluye a él mismo y el analista se presta a ello, a encarnar ese Otro que conviene al sujeto. Y le conviene por las mejores razones, porque lo hace partenaire de su goce.
Es verdad que en ese lugar también podríamos escribir al analista como objeto. Pero en tal caso, tanto el objeto como el Otro están del mismo lado ya que el objeto a se aloja en tanto tal en el agujero del Otro y de este modo son dos figuras posibles de la transferencia.
Por ello está es una dialéctica crucial que se pone en juego en las curas. En los casos de autismo en particular, muchas veces se observa claramente la existencia del Uno y no del Otro, y allí se capta bien que la presencia del analista puede ser la que promueva el nacimiento de ese Otro para un sujeto.
De este recorrido se deduce que la responsabilidad está del lado del Uno o si quieren del sujeto que en la ocasión llamaremos el Uno.
La
responsabilidad del Uno
Algunas
reflexiones acerca de la responsabilidad del sujeto.
¿Cómo
puede ser que hablemos de la responsabilidad del sujeto si el significante que
lo nombra, el S1 que lo representa, proviene del Otro?
Dos referencias para decir lo que pienso de eso.
La primera es del El Seminario 5 "Las formaciones del inconciente"[1]: Cuando Lacan trabaja en este Seminario los tres tiempos del Edipo, formalizando el Edipo freudiano en relación a los tiempos lógicos, ubica en el primero, un tiempo necesario donde el niño está ubicado como falo de la madre. Es un universo en el que se encuentran el niño y la madre. El padre está, pero aún no interviene, dice Lacan.
En el segundo tiempo interviene el padre como privador. Doble privación: priva a la madre del niño pero también priva al niño de la madre en tanto objeto de satisfacción. Y es entre estos dos tiempos que se juegan todas las encrucijadas del sujeto, según se pueda separar de ese lugar de falo para la madre o no. Según consienta o rechace la idea de la privación materna. En este punto Lacan es absolutamente preciso: la idea de un consentimiento del lado del niño es crucial.
Dos referencias para decir lo que pienso de eso.
La primera es del El Seminario 5 "Las formaciones del inconciente"[1]: Cuando Lacan trabaja en este Seminario los tres tiempos del Edipo, formalizando el Edipo freudiano en relación a los tiempos lógicos, ubica en el primero, un tiempo necesario donde el niño está ubicado como falo de la madre. Es un universo en el que se encuentran el niño y la madre. El padre está, pero aún no interviene, dice Lacan.
En el segundo tiempo interviene el padre como privador. Doble privación: priva a la madre del niño pero también priva al niño de la madre en tanto objeto de satisfacción. Y es entre estos dos tiempos que se juegan todas las encrucijadas del sujeto, según se pueda separar de ese lugar de falo para la madre o no. Según consienta o rechace la idea de la privación materna. En este punto Lacan es absolutamente preciso: la idea de un consentimiento del lado del niño es crucial.
El
niño decide. Elige o rechaza.
Ya
en su última enseñanza, el Seminario 20 "Aún" retoma esa dirección.
Es el punto de inflexión en donde Lacan modifica la axiomática, si hasta ese
momento partía del Otro, en este Seminario parte de la fórmula “Hay el Uno”.
La otra referencia que quiero transmitirles es de un texto de J.A.-Miller “La invención psicótica”[2]. Es un texto en el que Miller propone diferentes tipos de invenciones según las diferentes estructuras clínicas dentro del campo de las psicosis.
La invención es un concepto desarrollado por Lacan al final de su enseñanza, especialmente en el Seminario 23 "El sinthome", y como tal es un concepto absolutamente articulado a lo Uno y a lo singular.
La referencia es la siguiente: “...Si el término invención se impone hoy día es porque está profundamente ligado a la noción del Otro que no existe, ligado a la idea de que el Otro es una invención. Si el Otro de lo simbólico existe, el sujeto es efecto del significante y el que inventa entonces es el Otro. Mientras que si el Otro no existe, el acento se desplaza del efecto al uso, del efecto al saber-hacer-allí.”
Luego agrega: “...Si el Otro no existe, el sujeto está condicionado a devenir inventor, es empujado a instrumentalizar el lenguaje”.
La otra referencia que quiero transmitirles es de un texto de J.A.-Miller “La invención psicótica”[2]. Es un texto en el que Miller propone diferentes tipos de invenciones según las diferentes estructuras clínicas dentro del campo de las psicosis.
La invención es un concepto desarrollado por Lacan al final de su enseñanza, especialmente en el Seminario 23 "El sinthome", y como tal es un concepto absolutamente articulado a lo Uno y a lo singular.
La referencia es la siguiente: “...Si el término invención se impone hoy día es porque está profundamente ligado a la noción del Otro que no existe, ligado a la idea de que el Otro es una invención. Si el Otro de lo simbólico existe, el sujeto es efecto del significante y el que inventa entonces es el Otro. Mientras que si el Otro no existe, el acento se desplaza del efecto al uso, del efecto al saber-hacer-allí.”
Luego agrega: “...Si el Otro no existe, el sujeto está condicionado a devenir inventor, es empujado a instrumentalizar el lenguaje”.
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