Lo primero que escribí sobre la posición del psicoanalista en la pandemia fue interpretado por Beatriz García como un grito. Efectivamente para mí significó decir basta a un impulso que experimentaba a soltar las amarras que hace tiempo constituyeron una salvaguarda para ir construyendo mi manera de hacerme del lugar de psicoanalista.
El ejemplo de cómo el hermano mayor del discurso psicoanalítico, el discurso de la ciencia, se descoyuntó en medio de este desorden del mundo producido por el virus me dio la ocasión para el segundo texto, que me publicaron en el blog de Zadig LML. Tener una idea de cómo bajo el peso de la demanda del mercado y de las masas, los discursos pueden perder sus más fundamentales defensas nos debe orientar en no responder de manera demasiado apresurada a lo que el mundo puede hacer con el psicoanálisis si no se cuida.
La NEL-Bogotá pone en acto el deseo de inscribir y articular la lógica de la experiencia del inconsciente a la del trabajo de una colectividad que tiene como fin desarrollar el psicoanálisis a partir del anudamiento de la teoría, la política y la clínica, en el marco de la Escuela de Lacan.
viernes, 5 de junio de 2020
Tiempo y cuerpo en psicoanálisis. Miguel Gutiérrez*
26 de mayo
de 2020
De las muchas cosas
sobre las que Freud escribió de su época, la gripe española no está entre
ellas. Está en algunas de sus cartas, como en la que escribe al ministro Oskar
Pfister a propósito de la muerte de Sophia, al parecer su hija predilecta, el
25 de enero de 1920: "Esta tarde nos dieron la noticia de que la neumonía
por el virus de la influenza nos arrebató a nuestra dulce Sophie en Hamburgo.
Nos la arrebató a pesar de que tenía una salud radiante y una vida plena y
activa como buena madre y amante esposa, todo en cuestión de cuatro o cinco
días, como si nunca hubiera existido”. La
carta a Pfister continúa: "Aunque estuvimos preocupados durante un par de
días, manteníamos la esperanza, pero juzgar desde la distancia es muy difícil.
Y esta distancia debía seguir siendo distancia, no pudimos partir
inmediatamente, como habíamos previsto después de las primeras noticias
alarmantes, porque no había ningún tren, ni siquiera para una situación de
emergencia. La evidente brutalidad
de nuestros tiempos pesa sobre nosotros. Mañana la cremarán”[1]. Resaltan en esta dolorosa carta los temas
gruesos de la muerte, el cuerpo, el espacio y el tiempo.
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