viernes, 21 de diciembre de 2012

Comunicado



FAPOL
Federación Americana de Psicoanálisis de la Orientación Lacaniana

En el espacio de poco más de un mes, tuvieron lugar, en las Escuelas de la FAPOL, tres grandes acontecimientos. No imprevistos, sino preparados con cuidado durante uno o dos años, pero llenos de sorpresas y novedades.

Las VII Jornadas de la NEL se realizaron en Medellín, Colombia, del 26 al 28 de octubre, con la participación de cerca de 320 personas, provenientes de las diecisiete ciudades donde está presente la NEL, desde Bolivia hasta los Estados Unidos.

El tema, “El sexo y el amor en el siglo XXI, ¿de qué satisfacción se trata?” fue tratado previamente en los boletines NRS, culminando en un trabajo productivo, diverso y entusiasta.

Fueron discutidas más de sesenta ponencias, sostenidas por integrantes de todas las Sedes y Delegaciones, y por los invitados: Leonardo Gorostiza, Elisa Alvarenga, Silvia Salman y Marie Hélène Brousse. Los testimonios de pase de Leonardo y Silvia aportaron a las Jornadas lo éxtimo del psicoanálisis puro, mientras que, por otro lado, todo el trabajo de conexión con la ciudad fue desarrollado en una semana de intensas actividades.

El trabajo de la semana comenzó con un Seminario sobre “El cuerpo en la experiencia analítica”, continuó en el Seminario de lo docentes del INES, pasó por el Congreso y la Asamblea de miembros de la NEL y concluyó con el desarrollo de las Jornadas.

La disimetría entre el goce y el amor, la sexuación, los usos del síntoma en el final de análisis  y la práctica analítica en el siglo XXI, fueron algunos de los puntos más destacados.
El lanzamiento de dos excelentes Revistas de la NEL, Bitácora Lacaniana, en papel, y The Wannabe, virtual, fue un momento importante de las Jornadas y de la vida de la NEL que, al celebrar 10 años de su existencia, muestra no solamente los efectos de formación en sus miembros, sino también la presencia de un público joven y atento.

La permutación de la Presidencia en la Asamblea puso en evidencia el trabajo inestimable realizado por Piedad Spurrier y su equipo, y la entrada de Alicia Arenas en la Presidencia, acompañada por José Fernando Velasquez, ahora ratificado por el Consejo de la AMP y acogido con gran alegría como nuevo Vicepresidente de la NEL.

El XIX Encontro Brasileiro do Campo Freudiano tuvo lugar en Salvador, Bahia, el 23 y 24 de noviembre, después de una intensa preparación coordinada por Marcelo Veras. También aquí hay que reconocer el poder de convocatoria que tuvieron los libros sobre lo femenino publicados este año en la EBP, los videos y los boletines preparatorios, que culminaron en el libro virtual y en papel sobre el tema: Mulheres de hoje – figuras do feminino no discurso analítico, además del libro de Eric Laurent lanzado en el Encuentro: A psicanálise e a escolha das mulheres.
Casi mil participantes estuvieron presentes, procedentes de los sitios más lejanos del país, además de varios colegas argentinos y de nuestros invitados, Eric Laurent, Leonardo Gorostiza y Graciela Brodsky.

Los testimonios de pase de Graciela y Rômulo Ferreira da Silva, nuevos AE, comentados por Eric Laurent, echaron luz sobre la relación entre el final de análisis, el goce femenino y los partenaires con que se enlaza y desenlaza cada uno.

Los testimonios de Angelina Harari y Sérgio de Campos, que terminaron su mandato de tres años, y los de Ana Lydia Santiago y Leonardo Gorostiza, AEs en ejercicio, también permitieron elucidar la relación entre lo ilimitado del goce y el no-todo sinthomático de cada uno.
Más de cien trabajos fueron presentados y discutidos, entre plenarias y simultáneas, donde fueron abordados diversos temas, desde la mujer como figura imposible hasta las sutilezas de la elección del sexo.

Así, tuvimos en la EBP cuatro días de animado trabajo, que comenzó en las Jornadas del CEREDA, continuó en la Conversación de los Institutos y se desarrolló durante las Jornadas, para concluir en una Jornada del CIEN. Tuvo lugar entonces una concurrida Conversación sobre el autismo, donde  tres casos fueron presentados, discutidos y comentados por Eric Laurent.
Además, la comunidad de la EBP, muy viva y estimulada por el éxito de este Encuentro en Salvador, recibió con alegría, al día siguiente, las nominaciones como AE de nuestros colegas Marcus André Vieira y Ram Avraham Mandil, a quienes esperamos escuchar en el Congreso de miembros de la EBP en abril de 2013.

Finalmente, las XXI Jornadas Anuales de la EOL se realizaron en Buenos Aires el 1 y 2 de diciembre, con la presencia de Eric Laurent y alrededor de mil participantes, entre ellos varios colegas de la NEL y de la EBP.

El tema, “La clínica de lo singular frente a la epidemia de las clasificaciones”, fue abordado en la Conferencia de Laurent y, de diversas maneras, en más de cien ponencias, presentadas en plenarias y simultáneas, donde se debatió desde los impasses de las clasificaciones, especialmente en el DSM V, hasta la orientación hacia lo singular.

Los trabajos de los nuevos AE, Graciela Brodsky y Rômulo Ferreira da Silva, así como los de Silvia Salman y Gustavo Stiglitz - quienes concluyeron sus tres años de ejercicio como AE -, enriquecidos por los comentarios de Eric Laurent, pusieron en tensión sus rasgos singulares y los tipos clínicos más o menos destacados en cada uno de sus propios casos.

También fueron en Buenos Aires cuatro días de intenso trabajo que comenzó con una Conferencia de Eric Laurent en la Universidad de Buenos Aires, continuando el mismo día en una Conversación Clínica del ICdeBA, donde se enfatizaron los detalles de lo singular en la clínica de las psicosis y en los síntomas contemporáneos.

En el Coloquio Sutilezas Analíticas, que tuvo lugar en vísperas de las Jornadas, Eric Laurent subrayó que con este Curso de Jacques-Alain Miller, tenemos acceso a una clínica generalizada del sinthome. Si el Seminario 23 parecía un instrumento para orientarnos en la clínica de las psicosis joyceanas y ordinarias, para la clínica de las neurosis disponemos ahora de los testimonios del pase.

Ese mismo día y a continuación del Coloquio, la Asamblea General de miembros de la EOL, dio lugar a la permutación del Consejo y de su Presidencia. Asimismo, se anunció la permutación del Secretariado y del Cartel del pase, a partir de la propuesta de un nuevo Reglamento del Pase surgido de la reunión del Colegio del Pase Ampliado de la EOL.

Por otro lado, las tres Jornadas americanas fueron la ocasión de presentar, en cada ciudad, Medellín, Salvador y Buenos Aires, los próximos eventos que nos convocarán en América: el Symposium de Miami, sobre “Lo que Lacan sabía sobre las mujeres”, el 31 de mayo, 1 y 2 de junio del 2013 (www.miamisymposium2013.org <http://www.miamisymposium2013.org> ), y el VI ENAPOL, “Hablar con el cuerpo. La crisis de las normas y la agitación de lo real” (www.enapol.com <http://www.enapol.com> ).

Salimos de estos tres encuentros animados y causados para los próximos. El VI ENAPOL  en Buenos Aires, será la ocasión para una nueva BAL (Buenos Aires Lacaniana). Tal como en el año 2009, en una semana tendrán lugar el INES de la NEL, un Seminario de la EBP, el ENAPOL y las Jornadas de la EOL.

En una reunión del Consejo de la FAPOL, el 30 de noviembre en Buenos Aires - con la presencia de los Presidentes y Directores de las tres Escuelas de América (Alicia Arenas, José Fernando Velasquez, Marcus André Vieira, Cristina Drummond, Adriana Testa y Daniel Millas), de la Presidenta de la FAPOL, Elisa Alvarenga, y del Presidente de la AMP, Leonardo Gorostiza - el Presidente del VI ENAPOL, Ricardo Seldes, y su Director, Patricio Álvarez, presentaron la organización del Encuentro, que fue discutida en detalle. La Dirección ejecutiva del VI ENAPOL incluye también a Piedad Spurrier, por la NEL, y a Sérgio Laia, por la EBP.

Además de este tema, la reunión fue ocasión para intercambios sobre problemas de actualidad que las tres Escuelas enfrentan en común: la violencia, el uso de drogas, las objeciones de las burocracias administrativas orientadas por las TCC al tratamiento psicoanalítico del autismo, y otros más.

Las vacaciones de fin de año en el hemisferio sur seguramente nos plantearán nuevas ideas para el animado año que de este modo tendremos por delante.

Elisa Alvarenga (Presidenta de la FAPOL)
06.12.2012

La sustancia secreta del dinero

Gustavo Dessal (Madrid)


Si la economía es una ciencia imperfecta, ello se debe a la imposibilidad de contabilizar y prever el complejo número de variables que intervienen en el objeto de su estudio. Entre ellas existe una que la economía decididamente no puede fijar, aunque no desconozca la importancia de su papel: la profunda e intrincada relación subjetiva que el ser humano tiene con el dinero.

El dinero es un objeto que no se comporta del mismo modo que una molécula o una estrella. Refuta las leyes naturales, a pesar de que el neoliberalismo siga insistiendo en hacernos creer que el mercado posee una sabiduría intrínseca comparable a la de la naturaleza. En tanto símbolo fundamental de la condición humana, el dinero no solo se niega a ser completamente objetivado por la economía, la sociología y la historia en general, sino que persiste en desafiar cualquier intento de dominio. Su dinámica, en apariencia al servicio de los hombres, en verdad los gobierna, incluso a los más poderosos. La relación entre el sujeto y el dinero se caracteriza siempre por un desorden, una desproporción, una suerte de desarmonía fundamental que se convierte con mucha frecuencia en uno de los terrenos más fértiles para el crecimiento de un síntoma. De hecho, y con independencia de su escasez o su holgura, raro es aquel sujeto que no muestre en su posición frente al dinero una parte esencial de su ser.

Hace unos años, el filósofo italiano Vittorio Mathieu escribió un libro titulado Filosofía del dinero, y explicaba allí que el único uso posible del dinero es desprenderse de él. Paradójicamente, es negando su posesión como se afirma su existencia. Amén de lo que el individuo corriente -en particular uno en paro- pueda pensar sobre esta deducción, no todos los economistas comparten esta lógica, que en el fondo parece basada en el más puro sentido común. ¿De qué sirve el dinero, si no es para gastarlo? Aunque esta resultase ser la función razonable del dinero, es una respuesta a todas luces insuficiente, si tenemos en cuenta que muchas personas dedican gigantescos y a veces arriesgados esfuerzos en amasar fortunas que no podrán ser gastadas por varias generaciones, y que muchas otras viven vidas incluso miserables a pesar de poseer sumas inconcebibles.

Hace ya más de un siglo que Freud descubrió el origen secreto del valor del dinero, y la procedencia inconsciente de esta dinámica entre la acumulación y el gasto. El excremento constituye el primer objeto que ponemos en circulación en el mercado del intercambio, en este caso amoroso. Es aquello que se nos enseña a guardar (ahorrar) o depositar según las circunstancias, nuestra inicial y más preciosa posesión que -con gran pesar- debemos ceder. Es en torno a este curioso objeto que se trama el primer capítulo de nuestra ambivalencia: ceder o no ceder, esa es la cuestión que se le plantea tanto al niño como a Angela Merkel, con la salvedad de que la canciller alemana -a diferencia del niño- no se deja sobornar por el amor de la madre.

Si el saber popular ha bautizado el dinero como "el excremento del Diablo", la astucia de Lutero (a quien sus deposiciones inspiraron la Reforma, según cuentan sus biógrafos) consistió en arrebatarle el dinero al demonio y hacerlo bendecir por Dios. Con ello dio luz verde al capitalismo, que no por nada va mucho mejor con el pragmatismo protestante que con las memeces de los católicos, los cuales aún hoy siguen avergonzándose por hacer lo mismo que los otros.

Con el esfínter anal se puede obrar como con el gasto público: abrirlo o contraerlo. Del mismo modo que el erotismo anal keynesiano se opone al friedmaniano, hay quienes gozan de gastar así como otros encuentran su placer más exquisito en retener. Esto último demuestra que la idea habitual de que el dinero solo existe en función de aquello que puede comprar es absolutamente falsa. El dinero puede proporcionar un goce por sí mismo, por el mero hecho de su retención y acumulación.

Mucha gente tiene el prejuicio de que psicoanalizarse es cosa de ricos, y se equivocan de cabo a rabo. En primer lugar, porque esta idea es propia de quienes desconocen por completo la psicología del rico: los ricos no pagan. No es que no paguen sus sesiones de psicoanálisis, es que sencillamente no pagan nada. Esa es, ni más ni menos, que la posición del rico: no pagar ningún precio. Por ese motivo, resulta un contrasentido pretender que paguen más impuestos. Si lo hiciesen ya no serían ellos mismos, los ricos, aunque la fortuna siguiera saliéndoseles por las orejas. Es muy poco frecuente que un rico se psicoanalice: no suele estar dispuesto a pagar el precio que supone saber. Prefiere contratar a otros para que se encarguen del saber que él no está dispuesto a asumir.

En segundo lugar, si usted quiere saber algo de sí mismo, algo de su verdad más íntima, tendrá que estar dispuesto a ceder algo, y si no quiere saber nada, posiblemente pagará un precio bastante más caro. Es por esa razón que la terapia analítica se paga. Desde luego, el monto será variable según las posibilidades de cada uno. Un verdadero analista jamás dejará en la puerta a alguien que muestre un deseo decidido de querer saber. Pagar por ello no solo es la prueba de su compromiso, sino la metáfora de aquello de lo que debe desprenderse a fin de conquistar algo mejor para su propia vida. Alrededor de este gesto simbólico veremos desarrollarse los comportamientos más asombrosos: el sacrificio, la mezquindad, el ocultamiento, la exhibición, la generosidad. En suma: toda una amplia gama de pasiones humanas se pondrán en juego a la hora de meter la mano en el bolsillo.

"Agarrado" o "desprendido", el sujeto siempre muestra algo de su propia intimidad cuando se refiere al dinero, y la sesión analítica es un banco de pruebas incomparable para estudiar lo que la economía no alcanzará nunca a descifrar: la sustancia secreta e impura de lo que mueve el mundo.

lunes, 17 de diciembre de 2012

Respuesta de Jacques Lacan a una pregunta de Marcel Ritter


(En Strasbourg, 26 DE ENERO DE 1975)

Es una pregunta que me surgió esta mañana, pero que está ligada también a preocupaciones teóricas personales. Esta mañana se trataba de ciertas palabras que comienzan por Un: Unbewusste, Unheimlich. Esto me ha hecho pensar en Unerkannte, que se encuentra en Freud en particular en la Traumdeutung, donde está muy mal traducido, puesta que está traducido por lo desconocido, en tanto que es lo no-reconocido.
Encontramos este Unerkannte articulado con la cuestión del ombligo del sueño. El ombligo es ese punto donde el sueño, cito a Freud, es insondable, es decir el punto donde, en pocas palabras, se detiene el sentido o toda posibilidad de sentido. Es también el punto donde el sueño está más cerca de lo Unerkannte, de lo no-reconocido. Freud dice:Ersitzt ihm auf: traducido literalmente: está sentado encima, tal un caballero sobre su caballo. Pera agrega que de ese punto se levanta un ovillo de pensamientos que uno no llega a desenredar, pero que este ovillo de pensamientos no ha suministrado otras contribuciones al contenido del sueño, es decir al texto manifiesto. En otras palabras parece ser un punto donde la condensación falló, en el sentido de que es un punto que no está reunido más que por un solo hilo o por un solo elemento al contenido manifiesto, un punto de falla en la red.
Entonces la cuestión que me planteo es, si este Unerkannte, este no-reconocido, indicado por este ovillo de pensamientos, si no podemos ver ahí lo real, un real no simbolizado, algo delante de lo cual finalmente el sueño en tanto que red, no es así, se detiene, donde no puede ir más lejos. Y entonces me planteo también la pregunta, ¿de qué real se trata? ¿Es lo real pulsional? Y también las relaciones de este real con el deseo, ya que Freud articula la cuestión del ombligo con el deseo, puesto que es el lugar donde el deseo surge como un hongo.

Jacques Lacan:

Bueno, doy mi respuesta actual. Es todo lo que puedo decir, he llegado hasta aquí. No pienso que sea lo real pulsional. Es difícil de captar, no puedo rehacer todo el camino por el que he arribado a eso por el momento. Me asombraría mucho que quienquiera que fuese me obligue a otra concepción. Estoy más que sorprendido de escucharlos hablar de lo real pulsional. Estoy felizmente sorprendido porque es cierto que hay un real pulsional. Pero hay un real pulsional únicamente en tanto que lo real es lo que en la pulsión reduzco a la función del agujero.

Es decir lo que hace que la pulsión esté ligada a los orificios corporales. Pienso que aquí todo el mundo está en buena disposición para acordarse que Freud caracteriza la pulsión por la función del orificio del cuerpo.

Parte de una especie de idea, de la constancia de lo que pasa por este orificio. Esta constancia es seguramente un elemento de lo real. Hasta ensayé figurarla por algo matemático; que en matemática se defina lo que se llama una constante rotacional, que es un beneficio para nosotros significar ahí que se trata de aquello que se especifica del borde del agujero.

Creo que es necesario distinguir lo que pasa a este nivel del orificio corporal, de lo que funciona en el inconsciente. Creo que en el inconsciente también, algo es significable de forma enteramente análoga. Creo que esto delante de, lo cual Freud se detiene en ese momento como ombligo del sueño, ya que es respecto a esto que emplea el término Unerkannt, no reconocido, creo que de lo que se trata, es de lo que él denomina, designa expresamente por otra parte, lo Urverdrängt, lo reprimido primordial (se tradujo esto como se pudo).
Creo que es en el destino de lo reprimido primordial, a saber de este algo que se especifica de no poder ser dicho en ningún caso cualquiera sea la aproximación, de estar, si uno no puede expresarse así, en la raíz del lenguaje, que se puede dar la mejor imagen de lo que se trata.

La relación de este Urverdrängt, de este reprimido original, ya que se ha planteado una pregunta concerniente al origen hace un rato, creo que es esto a lo que Freud vuelve a propósito de lo que se tradujo muy literalmente por ombligo del sueño.

Es un agujero, es algo que es el límite del análisis; esto tiene evidentemente algo que ver con lo real, que es un real perfectamente denominable, denominable de una manera que es de puro hecho; no es por nada que pone en juego la función del ombligo.

Es efectivamente a un ombligo particular, aquél de su madre, que alguien se ha encontrado en suma suspendido, reproduciéndolo, si puede decirse, por la sección para él del cordón umbilical. Es evidente que no es al de su madre que está suspendido, es a su placenta.

Es por el hecho de haber nacido de este vientre y no por otra parte que un cierto ser parlante o aun esto que llamo por ahora, esto que designo con el nombre de Parlêtre, lo que aparece como otra designación del inconsciente, es de haber nacido de un ser que lo ha deseado o no deseado, pero que por este solo hecho lo sitúa de una cierta manera en el lenguaje, que un Parlêtre se encuentra excluido de su propio origen, y la audacia de Freud en esta ocasión, es simplemente decir que se tiene en alguna parte la marca en el sueño mismo.

El sujeto por sus producciones imaginativas, no olvidemos la condición de la Darstellbarkeit que es de tal modo importante en la formación del sueño, que esta representacionalidad, si uno puede decirlo, el hecho de poder figurarse en el sueño, conserva la marea en algún punto donde no hay nada que hacer.
Es justamente el punto de donde sale el hilo, pero este punto es tan cerrado como cerrado es el hecho que él nació en este vientre y no en otra parte, que hay en el sueño mismo el estigma puesto que el ombligo es un estigma. Es un estigma por donde, es el único punto, hay alguna cosa en común con todo lo que ha sido parido bajo este modo vivíparo, pero con esto de más, que se trata de un ser placentario y de eso, este ser placentario, conserva una traza que se confirma ahí al nivel mismo de la simbolización.

Es cierto que sólo el Parlêtre, el ser parlante puede llegar a la noción de la que partí para lo que es del inconsciente. Hay algo que no es por nada que se resume en una cicatriz, en un lugar del cuerpo que hace nudo y que este nudo es puntuable, no más en su lugar seguramente, ya que hay ahí el mismo desplazamiento que está ligado a la función y al campo de la palabra.
En el campo de la palabra hay algo que es imposible de reconocer, de manera que el Un tiene ahí otro valor que aquél que le dábamos esta mañana.

El Un designa, hablando con propiedad, la imposibilidad, el límite. Cuando hablábamos de lo impoético, es el fondo sobre el cual se produce lo poético. Cuando hablamos de lo Unerkannt, esto quiere decir lo imposible de reconocer.

No es simplemente una cuestión de hecho, es una cuestión de imposibilidad. Es lo que nos esforzábamos por ceñir esta mañana a propósito de la ambigüedad del Un que comporta evidentemente dos polos, y uno de estos polos no lo alcanzamos esta mañana.

Lo Unerkannt es lo imposible de reconocer. Freud no lo subraya en el pasaje sobre el ombligo del sueño. Es sólo, en otra parte, que tenemos la noción de lo reprimido primordial. Pero aún la noción de lo reprimido primordial, en la forma que le es dada, no pone el acento sobre esta función de imposibilidad.
Es el sentido del Un en el término que designa en alemán lo imposible, es lo Unmöglich, de lo que se trata, esto no puede ni decirse ni escribirse. Esto no deja de no escribirse. Es una especie de negación redoblada, que es aquélla por la cual podemos aproximar este empleo completamente radical de la negación.

Cuando digo esto no deja de no escribirse, es ahí que juega esta especie de "flou", de "flou" que resulta de esto: la única manera de definir con propiedad lo posible, sería decir que lo posible deja de escribirse, es la única manera verdaderamente establecida de estrecharlo de cerca.

Es justamente la distancia que hay en el alcance de las dos negaciones. Esto no es no dejar de escribirse, lo que volvería, por el efecto que se da habitualmente a la doble negación, a limitarse a que esto deja de escribirse. Pero el "no dejar de no escribirse", está ahí lo que me parece el sentido del Unerkannt en tanto que Urverdrängt. Ahí no hay nada más para extraer. Es lo que Freud designa hablando del ombligo del sueño.

Es ahí que no se comprende nada. No hay ningún medio de tirar más de la cuerda salvo para romperla. De modo que esto designa una analogía, totalmente análoga a lo que acaban de designar como lo real pulsional.
¿Estoy totalmente seguro de esto? Digamos que lo hago análogo. Es ahí que se designa el límite por el cual lo simbólico se encuentra en suma repercutiendo, que haya algo que en lo que se dice (dicible), sea por metáfora comparable a lo que es de la pulsión.

Sin embargo es ahí también que la pulsión se opacifica completamente, que se identifica a algo distinto, ya que ahí se trata de lo que se podría llamar la esencia del nudo. Al nivel de lo simbólico, ahí, está anudado, no más bajo la forma de un orificio sino de un cierre. Comparar este cierre a un agujero es evidentemente algo donde, el pensamiento se detiene [*].

No es cómodo, si a la palabra ombligo se da su presencia de nudo corporal, esto no es cómodo, fuera de esto sin embargo lo que este nudo ha cerrado, es algo por lo cual durante un tiempo notable –nueve meses- todo lo que es vida provenía. Es esto lo que permite la analogía entre este nudo y el orificio. Es un orificio que se ha anudado (bouclé).

Fijo eso para mí, en el estado actual de las cosas, es ahí entonces tal vez que se puede admitir una revisión, una revisión posible, es que, al fin de cuentas, en el curso de este batido entre el orificio y el nudo, entre la identificación del agujero a un punto anudado, es al fin de cuentas esto que, si puedo decirlo, me ha abierto la vía a la fórmula que doy como especificando, hablando con propiedad, este ser que nosotros caracterizamos por tener la palabra, que me he permitido adelantar esto, es que al nivel de su real, que ahí es el tercer término, contrariamente a lo que uno puede creer, es como formando imágenes, es decir como enteramente imaginario, que el cuerpo subsiste. Si hablo de imaginario, de simbólico y de real puesto que es de ahí al fin de cuentas que he partido, retorno ahí para decir que lo real se especifica también de un Un, en el sentido de un imposible, es esto, debe ser demostrable, y toda la experiencia analítica no hace más que converger a demostrarlo, es demostrable que la relación como tal entre los dos partenaires especificados sexualmente, pero radicalmente, diferentemente está justamente marcada de que su relación al sexo es de algún modo una relación parasexuada.

Y que se pueda poner de tal modo el acento sobre la bisexualidad, tanto como lo ha hecho Freud, es verdaderamente decir que la identificación del sujeto a un sexo sobre dos es algo que no se hace más que secundariamente y de chiripa, y que resulta de algo más radical, que podría ser exactamente correlativo de que este ser, entre todos los seres, es parlante.

No estamos más lejos por eso. Eso puede entrar allí como relleno. Después de todo la demostración, es algo que resalta con un cierto rigor. El hecho de la experiencia testimonia ya, lo que he indicado apenas esta mañana a propósito de lo que se llama pulsión, que es algo que deja completamente abierta la formulación de la relación de un sexo como tal a otro.

Parece completamente manifiesto en nuestra experiencia de todos los días que esto sea la cosa delante de la que se encuentran más obstáculos: escribir una X y una Y que serían hablando con propiedad, el sexo como macho y como hembra, lo que manifiestamente no podemos hacer.

Hay una relación al Falo que instaura ahí un tercero irreductible. No es necesario creer sin embargo, por otra parte, como Freud lo adelantó tal vez con un poco de imprudencia, no es necesario creer que esta relación al Falo sea el Falo.

Digo el Falo, que no es la misma cosa que lo que designamos por el órgano que tiene, en el Parlêtre especialmente, una importancia prevalente. No por otra parte que no la muestra también en otra parte, aunque no pudiésemos saber para nada lo que es la experiencia de copulación en animales tan distantes como la rana y el sapo, en quienes la copulación marca, en efecto, un carácter manifiesto completamente sorprendente.

Parece en todo caso que la noción, que no es por nada que Freud la designó con el término de función fálica, introduzca irreductiblemente en el Parlêtre, en la relación entre los sexos, un tercero, cuya importancia no es menor en una mujer, como yo me expreso, ya que voy fácilmente a decir que la mujer, esto no es universalizable, que no hay toda Mujer especifica lo que denominaba hace un rato como la universalidad, no hay más que mujeres, digamos particulares, pero es tal vez demasiado decir, porque lo particular 
tiene mucha relación con lo universal.

Esto que ensayo forjar por el momento y que he enunciado en mi último seminario, es que para el hombre, una mujer, es siempre un síntoma. Esto es evidentemente difícil de tragar y no es sin precaución ni hesitación que lo he adelantado. A continuación he tenido vueltas, reflexiones y tuve en esta ocasión la satisfacción de ver confirmarse que es recíproco.

Debo decir que me ha aliviado un poco, después de haber adelantado que una mujer, en la relación que ella tiene con el Hombre, es un síntoma, recibir esta confirmación que justamente en ciertas mujeres y no importa en cuáles (pas chez n’importe lesquelles) en quienes este tercero fálico es particularmente resonante, estas mujeres como repercusión de mi seminario, me han dicho que era exactamente así la fórmula que les había venido a la mente en ese momento cuando no tanto el Hombre, porque justamente la noción del Hombre, como tal, no está de ese modo presente para una mujer, por el hecho que son justamente una mujer, es también un hombre, y tuve de vuelta este testimonio que ellas se habían formulado perfectamente a sí mismas ya que amaban a Un-tal: es un síntoma. Ellas entendieron, si se puede decir, lo que les ocurría como siendo algo del orden del síntoma.

Es cierto que esto me ha estimulado mucho para ensayar poner más precisión en lo que había adelantado con muchísima dificultad, quizás timidez. No creo, y esto en razón de que no hay referencia posible a la Mujer, porque la Mujer universalmente no existe, que el síntoma- Hombre tenga completamente el mismo lugar para una mujer. Pero esto va muy lejos. Implica, invoca como todo lo que es del orden del síntoma, al inconsciente en su totalidad.

Es completamente concebible que la relación de una mujer al inconsciente sea diferenciable de aquella relación del hombre al inconsciente. Es por otra parte lo que permitiría explicar muchas cosas. Si el inconsciente está menos íntimamente entrelazado a la realidad de una mujer que a aquélla de un hombre, lo que, es necesario decirlo, es perceptible, explicaría que ella lo comprenda mucho mejor. Hablo de una mujer.

Es un hecho que las mujeres que existen como plurales, que las mujeres están un tanto más dotadas para hablar del inconsciente de una manera eficaz que la media de los hombres. Si el hombre ha puesto tan largo tiempo en descubrir el inconsciente, en apercibirse que el hecho de habitar el lenguaje, no es una cosa que no deja trazas, que haya puesto también largo tiempo en reconocer el hecho de las consecuencias de haber nacido hablante, y de dos seres particulares por los cuales habitualmente les es vehiculizado el parlêtre con dos funciones totalmente diferentes: aquéllas del padre y de la madre, todo esto sobre lo que Freud ha puesto el acento, que haya puesto tanto tiempo en reconocer que el ser humano cae en un mundo de lenguaje y que el hecho que sean sus padres con todo lo que esto supone detrás, en particular que haya sido deseado o no deseado, que sean sus padres quienes lo orienten…

Leía un pequeño libro de Kant: "¿Cómo orientarse en el pensamiento?". No está ahí la cuestión. No se trata de orientarse en el pensamiento.

Se trata de orientarse en el lenguaje, y que el ser humano esté en un campo ya constituido por los padres concerniente al lenguaje, es a partir de ahí que es necesario ver su relación al inconsciente y que esta relación al inconsciente no hay ninguna razón para no concebirla como lo hace Freud: que tiene un ombligo…
Es decir que hay cosas que están para siempre cerradas en su inconsciente, lo que no impide que, sin embargo, esto se designe como un agujero, no reconocido, Unerkannt, según lo que usted adelantó hace un rato.

Les pido perdón por haber sido tan extenso, pero es necesario decir que la pregunta que usted adelantó necesitaba, me parece, al menos esto para responderla ya que es, en efecto, una cuestión que es la simple puesta en palabras de lo que, desde el origen, en el reconocimiento del inconsciente mismo, está la noción que lo que hace de eso la consistencia, lo que hace hablando con propiedad lo Real, es un punto de opacidad.

Es un punto infranqueable, es un punto imposible.

Es así que la noción de lo imposible me parece situar de una manera completamente central, y de una cierta imposibilidad que está ligada, que es coherente, que permitiría especificar en la cadena de seres, como Freud mismo lo ha subrayado, que permitiría especificar al ser humano como siendo, no la mejor obra de la creación, el punto del despertar del conocimiento, sino por el contrario el asiento de otra especial Unerkennung, es decir, no sólo un no-reconocimiento, sino una imposibilidad de conocer lo que concierne al sexo.
Esto nos permitiría aclarar (en fin, nos arrastraría demasiado lejos), que hay algo que el abordaje científico reconoció en la vida, es la coherencia del sexo y de la muerte.

No se puede decir que esta no-relación sexual, que considero como fundamental en lo real para lo que es del Parlêtre, no se puede decir que esto corresponde a un pequeño despertar del lado de la universalidad de la muerte. Hay un pequeño alerta (evéil), pero un alerta también muy limitado a fin de cuentas. Del hecho que se diga que todo hombre es mortal, esto no quiere decir sin embargo que haya prevalencia de la muerte.

Que la muerte esté tan bien taponada a fin de cuentas en lo vivido, por la vida, en lo vivido de cada uno, es sin embargo algo muy sorprendente.
Pero que sea por la vía del inconsciente que alguien haya podido hablar de pulsión de muerte, es decir algo que tiene una relación con la muerte, pero casi de la misma manera que tiene una relación con el sexo; hay una relación con el sexo en esto que el sexo está por todas partes donde no debería estar; no hay en ninguna parte, posibilidad de establecimiento de alguna manera formulable, de la relación entre sexos.

Se puede decir lo mismo respecto a la pulsión de muerte: es también una relación a la muerte, pero también desplazada. No es porque está desplazada que de cuando en cuando no tiene éxito en abrirse un camino, pero es lo mismo para aquello que es de la relación al sexo.

Está propagado, está entendido en lugar de ser captable de cerca; lo mismo esta pulsión de muerte, a la que Freud, es necesario decirlo así, ha sido conducido por la experiencia analítica, es en qué el inconsciente, el inconsciente como tal, es algo que importa distinguir de esta no- relación sexual, en tanto que esta no-relación sexual estaría ligada a lo Real del ser humano, en tanto que es al nivel de lo simbólico que este descubrimiento de una cierta relación a la muerte es revelable y ha, de hecho, por la pluma de Freud, avanzado.

Hay aquí de algún modo, disociación de la relación sexual, de la que es completamente concebible que algo lleve la marca en el inconsciente, en tanto que lo que es demostrado por todo lo que ha descubierto Freud, es justamente que todo lo que es del orden de lo sexual está desplazado.
Como decía esta mañana, lo que es del orden de lo genital es del orden del mito, y del mismo mito que es aquél al que se liga la religión, lo genital es lo que conduce a la reproducción.

Pero que es lo que hace que haya aproximación de los sexos para esta reproducción. Es justamente lo que resta abierto, que permanece particularmente abierto en las personas que están provistas de un inconsciente, es un hecho.

Nadie me ha interrumpido, y dios sabe dónde esto me hubiera arrastrado, para preguntarme lo que era la pulsión sado-masoquista de la que Freud habla y abundantemente. Es curioso sin embargo que, para prenderlo con alfileres, no se haya hablado nunca de sado-masoquismo antes de Sade y antes de Sacher-Masoch.

Es completamente curioso que no se hayan adelantado nunca cosas parecidas, que haya sido necesario que hubiese dos literatos, por otra parte los dos débiles mentales absolutamente integrales, para que uno comience, a darse cuenta que no había sólo pulsión sado-masoquista, sino que es fundamental de la realidad humana, que no se haya percibido que el deseo del hombre es el infierno.

He dicho esto un día delante de un cura. Como soy yo quien habla, naturalmente he visto al cura humillarse. Quiero decir que estaba allí como un felpudo. El deseo del hombre es el infierno, es evidente a partir del momento donde lo digo y lo digo por primera vez hoy delante de ustedes ya que no lo arriesgué nunca hasta ahora, salvo ante este cura.

Es necesario decir una cosa que me consuela, porque es necesario absolutamente que me diga que no es únicamente porque soy Lacan que puedo hacer oír ciertas verdades. Esta verdad es evidente. Me consuelo: este cura era dantista, no dentista, se ocupaba de Dante y en Dante es evidente que nadie se interesa más que en el infierno.

Lo que cuenta sobre el paraíso es sin embargo muy interesante también. Pero nadie desea leerlo. Gracias al hecho que este cura era dantista, puedo consolarme. No es únicamente porque lo he dicho que él ha dicho sí, sí... En fin, esto no lo dije aún en mi seminario.

Ustedes ven, esto quiere decir que sólo aquí encuentro mis alegrías, no se me plantea una pregunta idiota. Rindo homenaje a Marcel Ritter por haberme planteado esta cuestión del Unerkannt. Esto me ha arrastrado un poco, les pido perdón. Era evidente, era seguro que esto me arrastrara. Es necesario decir que es necesario decir mucho para hacerlo sostenible.

Lo mismo para responder a la persona que me había planteado la pregunta sobre el origen del deseo. Se abrocha la hebilla así. Por otra parte es por esto que Freud comenzó su Traumdeutung por la fórmula que saben: "Si no puedo mover a los dioses pasaré" -por qué- "por el infierno", justamente.

Si hay algo absolutamente que Freud deja patente, es que del inconsciente resulta que el deseo del hombre es el infierno y que es el único medio de comprender algo. Es por esto que no hay ninguna religión que no le haga su lugar. No desear el infierno es una forma de la Wiederstand, es la resistencia.

Traducción: Jorge Kahanoff.
Texto: Cecilia Falco.

[*] Es lo que nos ha llevado a proponer la trama de los sueños en la pantalla del sueño soñado y la ubicación en ella del ombligo junto con el cierre y la torsión, pasaje hacia lo real y el (los) goce(s) y el retorno discontinuo hacia los objetos causa.

domingo, 9 de diciembre de 2012

Miedo al miedo


Antoni Vicens*

La angustia nunca es lo que parece. Uno de los pacientes de Freud, conocido como el hombre de los lobos, describió la angustia insoportable que sintió de niño al ver una mariposa moviendo las alas. Por supuesto, ese paciente no sufría ninguna amenaza física por parte del insecto; el movimiento le atraía por su significado, más que enigmático para él. ¿Iba a ser devorado por ella, como por una mantis religiosa? No era la mariposa, la causa de su angustia. Su angustia no tenía otra causa que la angustia misma, que dividía al mundo entre lo familiar y lo desconocido, y que recortaba en lo conocido algo que le impedía saber.

Tomemos la preocupante crisis económica, financiera y política de nuestro tiempo. La historia nos enseña –si es que nos enseña algo– que situaciones comparables han tenido salidas terribles, hasta lo peor. ¿Estamos angustiados? En realidad, podemos tener miedo, y sentirnos paralizados y sometidos hasta lo insoportable por una situación que nos impide tomar las decisiones que querríamos. La angustia es diferente: nadie ni nada parece provocarla, salvo nuestra propia deriva vital.

¿Y si la angustia no fuera una de las caras del mal, o uno de los dolores del malvivir? ¿Y si la angustia fuera la puerta hacia la invención de algo nuevo en la vida, el paso estrecho hacia una oportunidad que puede ser seguida? Difícil, porque nadie quiere vivir en la angustia. El miedo es diferente: la literatura y el cine de terror satisfacen una demanda de miedo estético. La angustia, en cambio, no aparece ni en pinturas, ni en películas. La angustia aparece sin nada que la acompañe. Es angustia, y nada más; pero cada cual sabe qué es. Es una experiencia de separación, y de separación precisamente de aquello que permitiría hacerla hablar.

Los filósofos empezaron a hacerle caso a partir del siglo XIX. Kierkegaard, con su obra ‘El concepto de la angustia’, la introdujo en el vocabulario filosófico. Se apoyó en ella para plantear una objeción radical al mundo de Hegel, un mundo que tendería a la perfección absoluta gracias a la posibilidad de encontrar, en ideas cada vez más elevadas, hasta la idea divina, la mediación para cualquier conflicto o contradicción.

Kierkegaard le opuso la objeción más simple: quien ha sentido al menos una vez angustia, sabe que no se sale de ella por ninguna mediación. La angustia sólo desaparece verdaderamente cuando se encuentra con su propia falta de fundamento. En una ausencia absoluta del otro con quien podría pactar, estamos obligados a crear nuevas formas para la existencia. De ahí nació la filosofía existencialista: la existencia humana es imprevisible, el ser humano es inacabado, y cada cual tiene una responsabilidad sobre su porvenir. Es una nueva versión del análisis de Kierkegaard, que diferenció bien la angustia del sentimiento de culpa. A la vez, el libro de Kierkegaard contenía una afirmación sorprendente: las mujeres viven más cerca de la angustia que los hombres. Dicho de otra manera, la angustia aparece como una feminización de la existencia. Es por ello que los hombres son más débiles frente a la angustia.

Heidegger describió la angustia como miedo al miedo, y como una vivencia intransferible. Vivimos huyendo de la angustia, buscando refugio en las cosas que nos resultan familiares, pero por poco esas mismas cosas se convierten en extrañas, inquietantes, siniestras. La angustia nos revela nuestra existencia, que generalmente está velada por una cotidianidad, o por síntomas de los que debemos ocuparnos, o por conflictos o amores de todo tipo. El filósofo alemán consideraba que esa experiencia no es solamente un sentimiento o un afecto: es una vivencia metafísica, si se puede mantener la contradicción entre estos dos términos. Es una vivencia de incompletud del mundo; por ello en ese momento no podemos vernos reflejados en él. Cuidamos del mundo en la medida en que esperamos hacerlo acogedor para nuestros deseos. Pero la angustia nos sume en la impotencia, nos pone frente a la nada, o frente a la desaparición de la totalidad que creíamos soporte de la ley.

Sartre tomó un camino parecido, cuando relacionó la angustia con la libertad; no una libertad concreta, la de elegir entre dos cosas, por ejemplo, sino la libertad misma de existir. La angustia corresponde a lo que el futuro tiene de indeterminado, lo que significa que deja en nuestras manos la responsabilidad sobre lo que se será.
Freud intentó situar la angustia a partir de la inhibición (la dificultad para avanzar en una actividad para la que estamos sobradamente preparados) y del síntoma (una imposibilidad creada por una situación en la que falta la última palabra). La cara visible de la angustia es el miedo a lo desconocido, la ausencia de referentes simbólicos que no sean la presencia de nuestro propio cuerpo en su relación con la palabra que lo habita. A eso corresponde el silencio de la angustia, y la expectativa de algo nuevo que vendrá a rellenar el vacío que ella hace presente.

Para Lacan, la angustia es el único afecto que no engaña, esto es, del que tenemos certeza, tanto en nosotros mismos, como en el otro en quien la percibimos. Podemos conjeturar que Descartes se apoyó en una vivencia de angustia para su certeza filosófica, así como Pascal para la elaboración de su apuesta que, recordemos, ponía en el tablero el valor de la vida frente a la muerte.

Lacan enseña que la angustia no está en lugar de ninguna otra cosa. No es como un lapsus: si olvidamos las llaves de casa, quizá es que no deseamos volver. El olvido está en lugar de una verdad que no queremos reconocer. Pero la angustia no es así: estamos angustiados porque estamos vivos, porque tenemos un cuerpo, al que las palabras afectan, y sobre el que no tenemos dominio. Finalmente, la angustia es un camino estrecho y árido, el mismo de la vida, y que nos introduce en el desierto de lo que aún no está definido. ¿Y si la más alta cualidad humana residiera en la capacidad de dar valor a la angustia y soportarla como algo propio?

* Psicoanalista y profesor de filosofía,
miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis