lunes, 3 de febrero de 2014

Argumento VIII Jornadas NEL

Comisión epistemológica: José Fernando Velásquez, Marita Hamann, Fernando Shutt, Clara María Holguín, Johnny Gavlovsky, María Hortensia Cárdenas, Elida Ganoza y Jimena Contreras.

     La pregunta por lo femenino, que inquietó a Freud, es la pregunta que la NEL se propone investigar destacando que no solo es asunto de mujeres. Las implicaciones y consecuencias de esta propuesta serán expuestas y discutidas durante las VIII Jornadas de la NEL que se realizarán en la ciudad de Lima los días 24, 25 y 26 de octubre de 2014.
     “¿Qué quiere una mujer?”, se preguntaba Freud, y postuló el penisneid como un punto de detención y repetición sintomática para las mujeres. Escribió que detenerse ante el enigma vuelve incapaces a los psicoanalistas [1], porque enceguece y asusta. La enseñanza de Lacan no se detiene ahí, más bien hace causa de ese impasse.
     Cuando decimos que lo femenino no solo es asunto de mujeres es porque la cuestión del género ligada al sistema de identificaciones imaginarias y significantes, no agota la relación del ser de goce con su sexo y el de los otros [2]. Freud captó que lo femenino se emparenta con componentes inmanejables y hasta crueles de la pulsión sexual [3]. Sentimiento de vértigo, intuición de un precipicio, exaltación y arrebato, son extremos en los que el cuerpo está allí integralmente comprometido. Lo femenino tampoco es equivalente a la maternidad. Ya lo había advertido Lou Andreas-Salomé, quién llamó la atención sobre la desviación en la que incurría el psicoanálisis cuando, al abordar a la mujer, se ocupaba de la madre. Lo pulsional en una mujer no está todo regulado por su orientación al falo ni aún por la maternidad misma [4]. Lo femenino encierra algo que no es del orden de lo armonioso en lo que llamamos actividad psíquica. Por otro lado, Sabina Spielrein se expresaba así: “Sientes al enemigo dentro de ti (…). Es el propio ardor amoroso, que con una necesidad apremiante te fuerza a hacer lo que no deseas; sientes el fin, lo efímero, pero no deseas escaparte, ni huir lejos” [5]. Melanie Klein destacó también que la posición femenina apunta a buscar activamente la catástrofe [6] como lo recoge la literatura antigua en Medea, quien se adueña de su destino, se funde en él, se vuelve enemiga de los semblantes de la civilización y mata por amor sin medida, sin freno [7].
     Lo femenino se escurre del estándar edípico con el que el discurso social pretende imaginar a la mujer. Encerrar a la sexualidad femenina en la maternidad, la pasividad o la envidia, como pretendieron algunos de los posfreudianos, es imposible. No por casualidad Lacan afirmaba que el llamado masoquismo de la mujer es “una fantasía del deseo del hombre” [8].
     Hay un goce real conocido como “femenino” que persigue ser colmado más allá de cualquier restricción o prohibición. Goce innombrable que escapa a la regulación y al sentido común. La lógica con la que opera el ser hablante para establecer el lazo social, que es la misma del inconsciente, le hace algo de límite. No del todo, porque una parte permanece inasible. Lo inasible femenino es precisamente lo que permite que ellas se encuentren más cerca de lo real, menos tomadas por sus fantasmas y los ideales que constriñen a los hombres. Su lado problemático es que, por ese hecho, ellas quedan más sometidas a la exigencia de un amor que nombre la rareza de su ser; sin embargo, esa insistencia también indica de qué modo son ellas quienes, de manera particular, sostienen el discurso del amor en la cultura así como la existencia de Otro goce rebelde a cualquier orden.
     Existe un rechazo histórico a la feminidad [9] que proviene de la relación con lo femenino primordial. En el discurso del inconsciente del hombre y la mujer, Freud reconoció ese “rechazo a la feminidad”. Lo sagrado, lo mágico, lo mítico, lo inconsciente se conjugan allí para frenar lo que todo ser hablante puede saber sobre lo femenino. Sin embargo, el psicoanálisis revela que hay una presencia “del sexo como tal, entiéndase en el sentido en que el ser hablante lo presenta como femenino” [10].
     Cuando “lo femenino” de la existencia se manifiesta, se le teme, suscita reservas. Es lo diferente que se rechaza y, en especial, es lo heterogéneo en la propia unidad narcisista. Si lo macho es lo norma-l que busca en el objeto fetiche su complemento y estabilidad, en lo femenino se trata de lo múltiple, lo inventivo y lo singular. Eso femenino habla sin saber y es imposible de negativizar. Opera con una lógica diferente al sentido al conjugar un goce real con una representación imaginaria en la que no interviene lo simbólico; por ello, no guarda una relación armoniosa con la ley, aunque no la desconozca.
     Sorprende que ya en 1958, en “Ideas directivas…”, Lacan plantease la existencia de un goce inanalizable, que quedará como resto de la operación analítica y que finalmente se resuelve con la clínica del sinthome: “¿Por qué no establecer aquí el hecho de que todo lo que es analizable sea sexual no implica que todo lo que es sexual sea accesible en el análisis?” [11]. Con las elaboraciones posteriores sobre la lógica del No-todo y de lo Uno, a partir del Seminario 19 y hasta el 23, se conceptualiza la dimensión femenina del goce y su derivado, el goce real, primero como constructo lógico en las fórmulas de la sexuación y segundo, como topología en el nudo borromeo. Con ello, Lacan alcanza a situar en sus últimos seminarios un nuevo paradigma del goce: El goce femenino participa de toda constitución del ser como ser de goce, proviene del acontecimiento traumático contingente y de la fijación, más allá de la diferencia sexual y de la ley del deseo, y constituye el pivote irreductible de un análisis [12].
     Es a partir de la postulación de este Otro goce que se radicaliza para el psicoanálisis la ausencia de relación entre los sexos, entre el goce que comanda al sujeto y el saber con el que intenta reducirlo y aun entre los significantes mismos, mediante los cuales se habría pretendido fijar un orden universal. Se destaca así la singularidad del hablante ser y se otorga una importancia crucial al encuentro, la contingencia, al traumatismo tanto como a la originalidad de las soluciones de cada existencia. Por su proximidad a lo que realmente acontece, el psicoanálisis da la vuelta a lo amenazante y peligroso de lo femenino para convertirlo en el fundamento de una práctica que toma en cuenta la lección de lo creativo, de lo fundacional.
     Apenas ahora empezamos a asumir las implicaciones de este Otro goce en la práctica analítica, un goce que no es del orden del fantasma. La incidencia de lo femenino en la sociedad y en la práctica y experiencia analíticas serán los objetivos en las Jornadas, como temas de trabajo en conferencias, mesas de conversación y en los trabajos clínicos que se expongan.
     Si elegimos el tema lo femenino no solo es asunto de mujeres es porque consideramos que en la NEL y en el espacio que ella cubre, es importante impulsar el franqueamiento que impone lo femenino como “continente negro” al decir de Freud. Al hacernos partícipes y constructores de un marco conceptual que apunte al título de nuestras Jornadas, nos autorizamos a indicar a todos los analistas, asociados y al público en general, un campo al que hay que ir, situado más allá del falo y con él, más allá del Padre del Edipo y del sentido, reconocido en el lazo social como “feminización del mundo” [13] al decir de J.-A. Miller. Esto tiene una incidencia fundamental en la práctica analítica.

[1] Lacan, J., Seminario 14, “La lógica del fantasma”, clase del 24 de mayo de 1967, inédito.
[2] Miller, J.-A., “A merced de la contingencia”, Consecuencias #2, Revista digital de psicoanálisis, arte y pensamiento, http://www.revconsecuencias.com.ar/ediciones/002/template.asp?arts/alcances/miller.html
[3] Laurent, É., Posiciones femeninas del ser, Tres Haches, Buenos Aires, 1999, p. 14.
[4] Lacan, J., “Ideas directivas para un congreso sobre la sexualidad femenina”, Escritos 2, Siglo XXI Editores, México, 1981, p. 709.
[5] Spielrein, S., “La destrucción como causa primera del devenir”, Jarhbuch für Psychoanalyse, IV, 1912.
[6] Ibíd., p. 9. [7] Miller, J.-A., “De mujeres y semblantes”, Conferencias porteñas Tomo 2, Paidós, Buenos Aires, 2009, p. 102. [8] Lacan, J., “Ideas directivas para un congreso sobre la sexualidad femenina”, op. cit., p. 709. [9] Freud, S., “Análisis terminable e interminable”, Obras completas, Tomo XXI, Amorrortu, Buenos Aires, 1979, p. 351. [10] Lacan, J., “Alocución sobre las psicosis del niño”, Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 390. [11] Lacan, J., “Ideas directivas para un congreso sobre sexualidad femenina”, op. cit., p. 709. [12] Holvoet, D., “La pas-toute femme dans le cours ‘L´être et l’Un’”, Quarto Nº 104, École de la Cause freudiènne, Bélgica, mayo de 2013. p. 32. [13] Miller, J. A. Curso del 2011: El Ser y el Uno (inédito).