lunes, 24 de febrero de 2014

CID 2013-I

El síntoma: un acontecimiento del cuerpo I

(2013 - I)

Durante el año 2013 el CID ofrece un programa de trabajo que permitirá desplegar la noción de síntoma, a nivel epistémico, clínico y político, bajo el título “El síntoma: un acontecimiento del cuerpo”. El estudio de los síntomas tiene un lugar preeminente en la historia del psicoanálisis: al tiempo que abre la puerta de entrada al estudio del sufrimiento psíquico, marca la orientación de la experiencia analítica.

Tendremos como telón de fondo, nuestro próximo encuentro americano - ENAPOL VI- cuyo título "Hablar con el cuerpo, hablar con el síntoma”, nos propone explorar las consecuencias de la disposición actual del Otro de la civilización, donde las palabras y los cuerpos se separan. Retomaremos, durante el primer semestre, los inicios del psicoanálisis para captar, como señala Eric Laurent en su argumento a ENAPOL “el empalme entre las palabras y los cuerpos bajo un sesgo preciso, el del síntoma”. Abordaremos las diferentes concepciones del síntoma en la enseñanza de Freud: invención de una nueva teoría del síntoma que, al mismo tiempo que destaca el carácter de enigma a descifrar e interpretar, pone en evidencia el carácter de repetición y satisfacción, en tanto remite a una realidad sexual donde palabra y cuerpo se conjugan.

A cargo de:
Docentes del CID-Bogotá
Videoconferencias:
2 invitados internacionales

Inicia: viernes 8 de marzo
Fechas: marzo 22;
abril 5 y 12; mayo 3, 17 y 3, y junio 14
Mesa de lectura:
Marzo 15, Abril 16, Mayo 10; y Junio 7
Hora: 5:00 pm. a 7:00 pm.
Lugar: Sede de la NEL Bogotá, carrera 11B # 99-54. Oficina 602
Costos:
$150.000
$120.000 Estudiantes de pregrado
$30.000 Asociados NEL

domingo, 16 de febrero de 2014

1. Comunicado de la Antena - 2. Reglamentación de las psicoterapias

1. Comunicado de la Antena
Infancia y Juventud de Bogotá

Atención Integral en salud de las personas con trastornos del espectro autista-TEA

La Línea de investigación en Autismos y psicosis infantiles y juveniles de La Antena hará presencia regular en las mesas de trabajo a que ha convocado el Ministerio de Salud y Protección Social relativas a la atención integral de las personas con trastornos del espectro autista. El psicoanálisis de orientación lacaniana estará presente en los debates con el ánimo crucial de preservar la libre elección de las personas con autismo y sus familias, para decidir el tratamiento que más convenga a su singularísima realidad. El psicoanálisis no puede adherirse a los tratamientos que plantean un modo universal de acción, ni a los protocolos e indicadores de eficacia que ellos implican, no los objeta a priori, incluso los respeta como elección posible para algunos, para varios. Eso sí, reivindicamos el hecho y el derecho de que se prevea como un tratamiento con principios y ética conforme al padecimiento de quienes habitan el mundo al precio de aislarse de él.




2. De la resistencia al psicoanálisis
a la división constitutiva de la Escuela

Lección política de un trozo de real

Antoni Vicens

En las líneas que siguen intento resumir un acontecimiento que, si bien se puede considerar restringido al ámbito de Bélgica y a las resistencias hacia el psicoanálisis con las que han de tratar nuestros colegas belgas, afecta a todo el campo freudiano. El acontecimiento partía de una propuesta de legislación del Parlamento Belga sobre el tema de las psicoterapias y la salud mental que afecta al psicoanálisis. La cuestión, como sabemos, viene de lejos. No en vano nuestros colegas apelan al escrito de Freud de 1926 sobre el psicoanálisis llamado lego o profano, a la vez que nos recuerdan la obligación que tenemos de preparar nuestros argumentos para un porvenir no del todo conjeturable. A mi modo de ver, la lección política que se extrae de esta batalla que la mejor salida a un conflicto es no considerarlo en relación con ningún Otro maligno, algo así como un enemigo radical, sino incluyéndolo en la división subjetiva misma que configura la Escuela, tal como Jacques Lacan la propuso como novedad radical para asegurar un porvenir al psicoanálisis, tras el fracaso de las Sociedades existentes en su tiempo. Jacques-Alain Miller, en su “Teoría de Torino sobre el sujeto de la Escuela” (intervención en la SLP en 2000) propuso esta forma de entender la Escuela, como sujeto, sujeto dividido según una división interpretable. Esta propuesta la hacía después de haber distinguido claramente dos opciones políticas, ambas basadas en el carácter inevitable de un Ideal de grupo. La primera consistiría en construir ese ideal de Escuela sobre la oposición entre un Nosotros y un Ellos doblemente engañosa, en tanto que perpetúa una “alienación subjetiva al Ideal”; el grupo así cementado devendría doblemente alienado, incapaz de interpretar su propia deriva. En cambio, la solución lacaniana consiste en “enunciar interpretaciones”, que tienen como efecto una disolución del grupo y una remisión de “cada uno de los miembros de la comunidad a su soledad, a la soledad de su relación con el Ideal”.
A mi modo de ver, si nuestros colegas belgas llevaron adelante su acción hasta este primer éxito, fue porque se situaron en la segunda opción y eligieron una estrategia consecuente: la que consiste en transformar un ataque en un debate interno. Esa estrategia construyó, por así decirlo, dos frentes. De un lado, evitar toda identificación con el adversario, es decir evitar llevar la cuestión a una lucha imaginaria del estilo nosotros/ellos; del otro, asumir el trozo de real al que apuntaba lo que, más que un ataque, había que considerar, a partir de ese momento, como una interpretación. Mala interpretación, añadimos, sesgada por toda clase de intereses, entre los cuales no faltaría el del “bien común”, como suele suceder. El debate entonces debía apuntar, y así lo hicieron, hacia la rectificación de esa interpretación salvaje y su reescritura en los términos que hemos recibido de la enseñanza de Lacan.
Si el resultado de este episodio puede considerarse relativamente cerrado, el debate al que dio lugar debe proseguir, pues la diferenciación entre psicoanálisis y psicoterapia toca al punto de real constitutivo de una Escuela de psicoanálisis. Nombrémoslo para empezar como el deseo del psicoanalista, ligándolo al deseo de Freud, a la enseñanza de Lacan, a la transmisión de Jacques-Alain Miller y a los esfuerzos de todos ellos por dar alojamiento institucional a los practicantes de esta nuestra imposible profesión.
En octubre del año pasado (Lacan Quotidien, 348) nos enterábamos de que el Parlamento de Bélgica estaba elaborando un proyecto de ley de regulación de las profesiones de la llamada salud mental. En él no se mencionaba el psicoanálisis, pero todo hacía prever que, al definir el ámbito amplio de las prácticas y actos conocidos como psicoterapéuticos, la “orientación psicoanalítica” era reconocida entre ellas. Para sus fines, el proyecto incluía los criterios de formación y las instituciones encargadas de impartirla, a lo que se añadía la instauración de un Consejo Superior que tendría el poder de sancionar las prácticas psy. Los parlamentarios estaban divididos en lo concerniente a la inclusión del psicoanálisis; decimos divididos porque a veces se constataba que un mismo parlamentario sostenía dos opiniones contradictorias.



Parlamento belga
La base argumental del proyecto era: ninguna orientación psicoterapéutica vale por sí misma, sino en base a su pertenencia al campo de la salud. Toda la formación debe entonces seguir esta orientación; su evaluación debe hacerse en los términos de los valores universitarios, específicamente en créditos de los llamados ECTS (European Credit Training System), algo así como una moneda común académica que está en la base del reconocimiento europeo de toda formación universitaria. El proyecto de ley incluía entonces algo denominado “trabajo personal”, eufemismo para designar la experiencia como analizante. Entre los evaluadores –elegidos entre médicos, psicólogos, profesionales de reconocido prestigio, etc.– los médicos detentarían la máxima autoridad. Y, por supuesto, la autorización emanada de esa ley exigiría el título de médico o de psicólogo.
Ante tal situación, todas las asociaciones, escuelas y sociedades de psicoanálisis de Bélgica se unieron para redactar un texto: Appel aux parlementaires de Belgique con una petición para que fueran las Escuelas y las Sociedades psicoanalíticas las que “quedaran habilitadas para velar por esa formación específica”. La firmaron casi 5.000 personas. Este texto está disponible en el número 348 de Lacan quotidien, http://www.lacanquotidien.fr/blog/wp-content/uploads/2013/10/LQ-348.pdf

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El analista en el siglo XXI

CLARISA HARARI
BOGOTÁ, FEBRERO 2014

El título enmarca las ponencias de Alicia Arenas (actual Presidente de la NEL), María Hortensia Cárdenas (NEL, Lima), Juan Fernando Pérez (NEL, Medellín) y Piedad Ortega de Spurrier (NEL, Guayaquil) más los comentarios de Leonardo Gorostiza (actual Presidente de la AMP) y María Elena Lora (NEL, La Paz). Los textos publicados en Bitácora Lacaniana N° 2, son una transcripción de la Plenaria llevada a cabo en la VII Jornadas de la NEL acontecida en Medellín en octubre del 2012 (1).
A continuación, se toman algunos ejes principales de las intervenciones –de expositores y comentaristas–. Se procura asimismo, transmitir con (cierta) fidelidad aquello que se dijo como señalar las convergencias y divergencias entre los participantes.

El contexto. El panorama.
Una introducción.

Revisar la posición del analista en el siglo XXI, conduce de manera inexorable a detenerse y considerar cuáles son las macas de la época.
Sobre ello, Cárdenas destaca la alianza del discurso de la ciencia con el discurso capitalista en tanto que dicho pacto (mayor o menor oficializado)[2] aspira (de manera más o menos manifiesta) a una proscripción del psicoanálisis, un rechazo del inconsciente y una anulación del sujeto (3). Por su parte, Gorostiza introduce en sus comentarios la puntualización de Cárdenas pero invita a ir más allá y preguntarnos qué variaciones ha sufrido el discurso universitario que lo hace congruente con el discurso capitalista. Arriesga una hipótesis a explorar, pero conjetura que la afinidad entre éstos puede darse en la medida que se elimina el punto de imposibilidad entre el lugar de la producción y el lugar de la verdad en el discurso universitario. Gorostiza convoca igualmente, a realizar este ejercicio con el discurso histérico (4).
En la línea del estudio del o los discursos actuales, Pérez cita a Miller en “Una fantasía” cuando refiere que la época tiene el mismo discurso que el del analista y que la declaración en sí supone un desafío en el terreno del análisis. Es decir, ella (la declaración) se plantea en términos de desafío, porque existe la posibilidad o el riesgo que “el todo vale” como fórmula del sujeto contemporáneo y negador de la no relación sexual; se trasmude a un “solo vale esto” inmiscuido en las narraciones de los casos presentados como éxito terapéutico (5). De manera que, si la noción de éxito y progreso están férreamente instalados en el discurso de la época, el psicoanálisis debe ir en contra de la promesa de happy ending dice Ortega de Spurrier (6). Con todo, Ortega de Spurrier expresa que la época muestra individuos encerrados en modos de satisfacción autónomos, sin lazo social para satisfacerse y obligados a crearse su propia definición (7). Para Ortega de Spurrier, la situación expuesta se condice con el debilitamiento del Nombre del Padre (8). Mientras que para Gorostiza, dicha afirmación es adecuada aunque remarca que no pude generalizarse para-todos en el globo. Siguiendo a Lacan, recuerda que la práctica clínica debe situarse no solo en relación a la época; sino también, al “factor c” o factor cultural (9).
 
Lo real. Lo contingente.
Lo que hay.

Cárdenas puntúa que el real del psicoanálisis es el de la no relación sexual, real de la modalidad del encuentro contingente que ha inscripto un goce en el cuerpo (10). En concordancia con esta afirmación, Arenas repasa que son los S1 como pedazos de real fuera del discurso; aquellos que establecieron la existencia contingente del sujeto (11). Continuando con las apreciaciones anteriores, Arenas recalca que el parletre es desarticulación y contingencia al mismo tiempo (12).
En suma, es especialmente con lo real que el analista del siglo XXI trabaja; pero a diferencia del real de hace unos años, el real de ahora está desordenado.
Cómo pensar la práctica analítica en estas condiciones, se interroga Cárdenas. Esta pregunta que Cárdenas destaca como política (13) nos dirige al siguiente y último punto, que es como se dijo, el fundamento de la Plenaria que se está reseñando.

La posición del analista. La clínica hoy.
Algunas orientaciones.

Arenas arroja la pregunta que si dados los cambios descritos como propios de la época, se exige del mismo modo un cambio en la posición del analista (14). Gorostiza responde que en parte sí (15).
A saber, como declara Ortega de Spurrier, se sostiene la necesidad de causar la división subjetiva como condición de entrada al análisis (16); pero hay un más allá y se refiere a una clínica orientada a lo real, hacia lo imprevisto, al encuentro con lo singular y el fracaso de la “buena manera” explica Pérez (17).
De un tiempo a esta parte (tiempo ya no tan cercano), es posible dar cuenta de síntoma y sinthome en la clínica, manifiesta Arenas (18). Pero debe apuntarse que la época devela con crudeza que el Otro no existe; con lo que al analista se le presentan nuevos retos para operar en el análisis. Arenas menciona pues, que se despliega una clínica que cuida los semblantes y no los deja caer. Parafraseando a Miller, refresca la idea que el analista es “motor inmóvil” porque se ofrece como otro que permite anclar el goce del analizante. Arenas agrega además como sumamente relevante, que el analista en fin –con su discurso– es nudo y agente en la invención de lazo (19). Sobre este punto, Gorostiza refuerza otro comentario de Miller en “Una fantasía” cuando éste describe que el análisis pone en orden los elementos que están disyuntos en el discurso hipermoderno. Ello (o esa operación), no es sin amor, o sea, en la transferencia (20). Sin embargo, el tema del amor de transferencia no es nuevo. Lo novedoso es la posición del analista frente al síntoma como alude Lora (21) y los demás expositores. En resumidas cuentas, se traten de síntomas con el signo de lo clásico o con el signo de lo actual –más al servicio del goce y sin pasar por el Otro–, la orientación es hacia el goce opaco de sentido y como tal, real.
Por cierto, de eso real que poco sabe el analizante –no más que una verdad ficcional– y poco sabe el analista; abre un espacio más para la puesta en acto de la práctica que para la interpretación por la vía del desciframiento.
De ahí que, si mediante la primer propuesta –la puesta en acto de la práctica– es que son aislados los S1 que marcaron el cuerpo y puede en parte echarse algo de luz sobre ello, quiere decir que es con lo real que el síntoma se desanuda; precisa Cardenas ()22.
Recapitulando, lo real es lo que se goza (Cárdenas, 2013) [23] pero también es lo que supone un imposible y lo que fracasa (Pérez, 2013) [24]. Fracasa, falla son maneras de dar cuenta de la no relación sexual. Lo real analítico se muestra por vía de la contingencia y determinados fracasos podrían ser entendidos como que las cosas en el análisis están bien orientadas.
Por último Gorostiza imprime otra idea capital. No se trata de la práctica del todo vale ni del nada vale. Lo que sí se busca promover, es una práctica sin valor como proclamó Lacan (25).

Notas

1. VII Jornadas de la NEL “El sexo y el amor en el siglo XXI: ¿de qué satisfacción se trata? 26, 27 y 28 de octubre de 2012. Medellín, Colombia.
2. De aquí en más, los comentarios entre paréntesis o entre líneas son agregados de quien suscribe el presente texto.
3. Cárdenas, M.-H., “La práctica del analista a partir de lo que hay”, Bitácora Lacaniana. Revista de Psicoanálisis de la Nueva Escuela Lacaniana, N° 2 Noviembre 2013, p. 157.
4. Gorostiza, L., “Comentarios”, Bitácora Lacaniana. Revista de Psicoanálisis de la Nueva Escuela Lacaniana, N° 2 Noviembre 2013, p. 166-167.
5. Pérez, J.-F., “El todo vale y la práctica analítica”, Bitácora Lacaniana. Revista de Psicoanálisis de la Nueva Escuela Lacaniana, N° 2 Noviembre 2013, p. 161.
6. Ortega de Spurrier, P., “La posición del analista en la práctica de nuestra época”, Bitácora Lacaniana. Revista de Psicoanálisis de la Nueva Escuela Lacaniana, N° 2 Noviembre 2013, p. 163.
7. Ibíd., p. 164.
8. Ibíd., p. 163.
9. Gorostiza, L., “Comentarios”, Bitácora Lacaniana. Revista de Psicoanálisis de la Nueva Escuela Lacaniana, N° 2 Noviembre 2013, p. 169.
10. Cárdenas, M.-H., “La práctica del analista a partir de lo que hay”, Bitácora Lacaniana. Revista de Psicoanálisis de la Nueva Escuela Lacaniana, N° 2 Noviembre 2013, p. 158.
11. Arenas, A., “¿Hay un cambio en la posición del analista en la práctica de nuestra época, a partir de los efectos del nuevo simbólico?”, Bitácora Lacaniana. Revista de Psicoanálisis de la Nueva Escuela Lacaniana, N° 2 Noviembre 2013, p. 155.
12. Ibíd., p. 154.
13. Cárdenas, M.-H., “La práctica del analista a partir de lo que hay”, Bitácora Lacaniana. Revista de Psicoanálisis de la Nueva Escuela Lacaniana, N° 2 Noviembre 2013, p. 157.
14. Arenas, A., “¿Hay un cambio en la posición del analista en la práctica de nuestra época, a partir de los efectos del nuevo simbólico?”, Bitácora Lacaniana. Revista de Psicoanálisis de la Nueva Escuela Lacaniana, N° 2 Noviembre 2013, p. 155.
15. Gorostiza, L., “Comentarios”, Bitácora Lacaniana. Revista de Psicoanálisis de la Nueva Escuela Lacaniana, N° 2 Noviembre 2013, p. 168.
16. Ortega de Spurrier, P., “La posición del analista en la práctica de nuestra época”, Bitácora Lacaniana. Revista de Psicoanálisis de la Nueva Escuela Lacaniana, N° 2 Noviembre 2013, p. 164
17. Pérez, J.-F., “El todo vale y la práctica analítica”, Bitácora Lacaniana. Revista de Psicoanálisis de la Nueva Escuela Lacaniana, N° 2 Noviembre 2013, p. 162.
18. Arenas, A., “¿Hay un cambio en la posición del analista en la práctica de nuestra época, a partir de los efectos del nuevo simbólico?”, Bitácora Lacaniana. Revista de Psicoanálisis de la Nueva Escuela Lacaniana, N° 2 Noviembre 2013, p. 155.
19. Ibíd., p. 156.
20. Gorostiza, L., “Comentarios”, Bitácora Lacaniana. Revista de Psicoanálisis de la Nueva Escuela Lacaniana, N° 2 Noviembre 2013, p. 168.
21. Lora, M.-E., Bitácora Lacaniana. Revista de Psicoanálisis de la Nueva Escuela Lacaniana, N° 2 Noviembre 2013, p. 171.
22. Cárdenas, M.-H., “La práctica del analista a partir de lo que hay”, Bitácora Lacaniana. Revista de Psicoanálisis de la Nueva Escuela Lacaniana, N° 2 Noviembre 2013, p. 158-159.
23. Ibíd., p.
24. Pérez, J.-F., “El todo vale y la práctica analítica”, Bitácora Lacaniana. Revista de Psicoanálisis de la Nueva Escuela Lacaniana, N° 2 Noviembre 2013, p. 161-162.
25. Gorostiza, L., “Comentarios”, Bitácora Lacaniana. Revista de Psicoanálisis de la Nueva Escuela Lacaniana, N° 2 Noviembre 2013, p. 170
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A propósito del pase

Guillermo Bustamante Z.
NEL-Bogotá

Los testimonios del pase se han convertido en un lugar especial. Las ciencias llamadas “duras” —“testaduras”, debería ser— tienen sus laboratorios; y las ciencias conjeturales tienen sus triangulaciones. El psicoanálisis —ya lo subrayó Freud y está en nuestros principios— no admite un tercero, un observador externo que verifique si el asunto funciona o no. La experiencia clínica del psicoanálisis tampoco tiene la posibilidad de repetirse, como sí es el caso del experimento. La relación entre el experimento y la teoría es más compleja de lo que tiende a creerse: no es que “muestre” o evidencie que lo teorizado es correcto o no. En primera instancia, el experimento o se diferencia de la mera experiencia en la medida en que es un arreglo artificial de las cosas, y esa artificialidad está dada por la teoría que lo diseña. Y, en segunda instancia, el experimento no habla, sino que hay que enunciar lo que pasó y esto se hace, obviamente con arreglo a la teoría que busca algo allí. Con todo, los experimentos no han sido tan repetibles como se cree. Hoy se le exige al psicoanálisis la prueba, pero la ciencia se tardó al menos un siglo en replicar sus pruebas. Y es que una cosa es el campo donde se produce el mathema, y otra el campo donde se produce el protocolo a seguir para producir algo del orden de un acontecimiento controlado o de un objeto. Este segundo campo, que en el psicoanálisis confundimos a veces con el primero, tiene desarrollos desiguales en relación con la ciencia. Las embarcaciones de los mirmidones, camino a Troya, son descritas como idénticas: han sido producidas con arreglo a un protocolo, mucho antes de que Arquímedes hubiera formalizado el fenómeno de la flotación.
Con todo, la experiencia analítica no puede repetirse. El mismo relato —suponiendo que eso fuera posible— dicho a otro analista, puede obtener una intervención distinta. Hasta un filósofo juicioso —Paul Ricoer— lo nota: la situación de la clínica psicoanalítica no es experimental, sino transferencial. No hay protocolo para lo singular. El protocolo supone la constancia del material y la universal comunicabilidad de los pasos a seguir. Miller (La experiencia de lo real…) introduce —según me parece— la idea de protocolo en psicoanálisis para situar el asunto de la posición del analista: se trata de alguien capaz de hacer la labor, porque está en cierta posición. Y esa posición, puesta en la labor, implica unos principios. Ahora bien, creo que no va más allá la idea de Miller. El material no es siempre el mismo, pues si bien hay imaginario, simbólico y real, los anudamientos son siempre contingentes. Y el que aplica también está marcado por la singularidad, pues no está configurado por la adquisición de una competencia universal, la que acredita, por ejemplo, una universidad, sino que, si bien está en una postura (deseo del analista) la ejerce desde la singularidad de su atravesamiento de una experiencia que no consiste en ponerse en relación con un saber estandarizado, sino en transformar su propia economía libidinal. Y esto sólo se da caso por caso.
El pase, entonces, se encuentra en ese umbral: es el testimonio que sólo puede dar quien lo atravesó, nadie lo puede hacer en su lugar, es algo absolutamente singular. Es el fin del que se puede dar lógicamente razón, pero también es el fin en el sentido del propósito. Es la resolución, en el sentido de lo que se ha resuelto —hasta cierto punto—, pero también en el sentido de lo que el sujeto resuelve hacer con su vida. Tenemos una ventana a una experiencia que no admite terceros. Recordemos las reservas que expone Freud a propósito de la publicación de sus casos, pues efectivamente eso introduce a un tercero en medio de algo que se ha dicho justamente porque no hay otros más que aquellos dos entre quienes se establece la transferencia. Pero Freud siempre aclara que no se trata de poner a cielo abierto lo que no ha sido construido en esa condición, sino del saldo de saber que se puede obtener a partir de un esfuerzo por estar a la altura de lo que se ha causado con la oferta del dispositivo analítico. Y es de destacar que también manifiesta reservas en relación con el alcance teórico de estas exploraciones a causa de la imposibilidad de tener un final de análisis hasta sus máximas consecuencias, y de tener analizante capaces de teorizar los recorridos correspondientes.
Ahora bien, si se trata de una experiencia singular, ¿cómo es posible que las otras personas puedan saber algo acerca de eso? Miller dice que si habláramos de lo singular, sólo podríamos proferir tautologías del tipo “Sócrates es Sócrates”. De manera que algo de lo particular cobra vida, para poder ser nombrado con categorías —éstas sí universales— y así poder hacer funcionar el pase como una puesta a prueba del psicoanálisis. Dado este paso de lo singular a lo particular, algo se pierde y algo se gana. Lo que se pierde, lo inefable, ya estaba perdido de entrada. Lo que se gana, la enseñanza para la escuela, sin embargo, corre el riesgo de la tautología, en el otro sentido que evocábamos de la ciencia: sus experimentos, diseñados por ella misma, leídos por ella misma, suelen confirmar el saber existente.

Lacan lo sospechaba, y por eso habló de la enseñanza que transmite el Analista de la Escuela (AE), o sea que —en teoría— se trata de un dispositivo que puede producir saber:



Ahora bien, si se trata de un saber, ¿quién lo legitima?, ¿cómo sabemos que, efectivamente se trata de un saber nuevo? A esta pregunta responde Lacan con la estructura que le asignó al dispositivo del pase: se trata de que un mecanismo —no uno sabios no unas buenas voluntades—, en manos de analizantes (lo que ancla el procedimiento al asunto mismo del análisis y sus efectos) y, en segundo lugar, en manos de otros que, recibiendo sólo lo que pasa —aletheia—, lo procesan desde un saber. Esto es paradójico porque, entonces, a lo sumo se produciría una legitimación del saber existente (¿y no es eso, en alguna medida, lo que ocurre?). El asunto crucial es si el efecto de lo que logra pasar no sólo alcanza el umbral del saber existente (S1), sino si es capaz de trasponerlo, de alcanzar un plus. Sería la única razón de que un AE enseñara; de lo contrario, lo que estaría haciendo es ejemplificar la teoría con su propio caso… Lo cual no estaría mal: bastante tendríamos con que nuestros ejemplos ya no sean solamente aquellos casos paradigmáticos (obsérvese que la expresión da cuenta de que han dejado de ser casos y se han convertido en tipos), que se cuentan con los dedos de una mano en el caso de Freud, formalizados por los analistas correspondientes, sino que también sean los casos que no han tenido la ocasión de volverse tipos, que están frescos, y formalizados no por los analistas correspondientes, sino por los analizantes mismos, convertidos retroactivamente en analistas gracias a dicha formalización.
Entonces, de los testimonios del pase que figuran en la revista Bitácora Lacaniana #2, me detuve en el primero, el de Leonardo Gorostiza. Pero no haré un comentario, pues ya hay en la publicación tres (de María Cristina Giraldo, Clara María Holguín y Héctor Gallo) que ustedes pueden consultar. Más bien diré en voz alta mis dudas en relación con lo esbozado atrás y con ello, de pronto, animar a los que todavía no ha leído la revista.
Responde Gorostiza a un llamado bajo la cláusula de “Usos del síntoma al final del análisis”. Y, en el marco de dicho título, escoge la siguiente pregunta: “El pasaje del síntoma al sinthome, ¿es un movimiento o rectilíneo o discontinuo? El síntoma del final, ¿es el mismo del comienzo, transformado, reducido, hubo hay una sorpresa, una discontinuidad?”. A ello, agrega Gorostiza la siguiente pregunta: “La satisfacción en el final de análisis, ¿es la misma que la del comienzo? Además de la nueva alianza con el goce, ¿hay una nueva satisfacción?”.
Entonces, en el sentido con el que empecé, me pregunto si en los términos de esas frases está el S1 del saber disponible en la doctrina psicoanalítica. Creo que Gorostiza intenta poner algo nuevo y por eso agrega una pregunta de su propia cosecha, y por eso va a introducir los asuntos del tiempo y del espacio. Ahora bien, en dirección a la novedad, ¿cómo enunciar el S1? ¿Puede haber un estilo en tal enunciación que anuncie ya la novedad? En tal caso, no sólo tendríamos una buena reproducción del S1 (que buena falta nos hace: no en vano, Miller se ha considerado durante más de 25 años apenas un elucidador de Lacan y sólo recientemente anuncia que va a empezar a hablar él), sino que tendríamos S2, producido también a partir de la manipulación del S1. Así, de entrada, este nuevo saber tendría que responder por su legitimidad.
El pase subsume —en teoría, insisto— el S1, a condición de servirse de él, no a condición de simplificarlo (o desfigurarlo, o recontextualizarlo) para que, por contraste, se está que la producción de un S2. Por ejemplo, según el título propuesto o durante el congreso de la NLS, hay síntoma al comienzo y al final de un análisis. Incluso podría pensarse que hay usos al comienzo y usos al final, y que nos ocuparemos sólo de los últimos. Pero la pregunta que escoge Gorostiza dibuja otro panorama: ahora hay un paso del síntoma al sinthome, de manera que no podría haber uso del síntoma al final, pues lo que habría en ese momento es sinthome, no síntoma… Y, hasta ahora, no se ha predicado del sinthome que con él se haga un uso. Pero la pregunta continúa dando un aparente paso atrás: vuelve a hablar del síntoma al final. Entonces, ¿al fin qué?: ¿Hay síntoma todo el tiempo? En caso afirmativo, esto implica tener que predicar acerca de las transformaciones de ese síntoma; por ejemplo, que el análisis va deshaciendo su envoltura formal, hasta quedar un hueso irreductible. Y, por lo tanto, podríamos hablar —como quiere Gorostiza— de la satisfacción que tiene lugar con un síntoma-florido y la que tiene lugar con un síntoma-hueso.
Pero si hablamos del paso hacia el final como el paso del síntoma al sinthome, se trata de otra cosa. Y si no, como a veces parece, cuando se hacen sinónimos síntoma y sinthome, entonces tendríamos redundancia conceptual. Y, si no hay redundancia, si hay una diferencia, entonces la pregunta es tautológica, pues forzosamente el paso del síntoma al sinthome tendría que ser discontinuo, por definición; y verán que así responde Gorostiza.
Cuando se pregunta: “El síntoma del final, ¿es el mismo del comienzo, transformado, reducido, o hay que suponer una discontinuidad?”, no hay en realidad disyunción, la que anuncia la ‘o’, pues podemos preguntar sobre continuidad y discontinuidad a propósito de la transformación del síntoma. Lo que ocupa a Gorostiza es la satisfacción y, para ello, usa la diferencia milleriana entre el pase ligado al atravesamiento del fantasma (asunto de “más allá”) y el pase ligado a la satisfacción (ligado a la identificación al síntoma), mutación de goce… O sea, ¿ya no hablamos de que el goce muta cuando se atraviesa el fantasma? Ahora se trata de disminuir displacer y aumentar placer (¡los mismos términos con los que Freud define el principio de placer!). Ahora bien, estas dos modalidades —placer - displacer—, ¿no son ambas satisfacción de la pulsión? Entonces, cualquier proporción en la que estas dos modalidades se presenten, representan una satisfacción. Así las cosas, la idea de una “nueva satisfacción” suena como un replanteamiento o implícito o de la doctrina sobre la pulsión. ¿Es así? ¿O nos estamos refiriendo a un nuevo régimen, a una nueva composición entre placer y displacer para el sujeto, pero no para la pulsión? Esta modestia, una reconfiguración del funcionamiento del goce, es de lo que da testimonio Gorostiza.
Los efectos terapéuticos, ¿no traen satisfacción?, ¿disminución del displacer?

sábado, 15 de febrero de 2014

Observatorio de las libertades


El Observatorio de las libertades vinculado a la Línea de investigación "Guerra, infancia y juventud" de La Antena Infancia y Juventud de Bogotá, inicia sus actividades el próximo 16 de marzo.
El grupo que constituye este Observatorio, sostiene un trabajo alrededor de la problemática que atraviesa y ha atravesado de diversas maneras nuestro acontecer público.
Numerosos estudios, escritos y observaciones dan cuenta de la incuestionable presencia de niños y jóvenes en la guerra que ha librado Colombia . Varias generaciones de colombianos han crecido bajo la consigna de este discurso. Porque en efecto, la guerra es una forma discursiva.
Los testimonios, la presión del Estado a pasar la página, no sin memoria, lleva muchas veces a un actuar errático que siempre conlleva el mismo efecto: la abolición del sujeto que soporta su digna expresión de vida, y clama por un otro que esté en la posición no de saber lo que se hace sino de sostener lo que un sujeto puede hacer con la marca indeleble del desamparo.
Frente al horizonte del actual acuerdo de paz que el Estado pretende hacer con los insurgentes, se ha vuelto de dominio público los términos de verdad, perdón, memoria, víctima, reparación, trauma, reconciliación. Son de hecho, un lugar común, moneda gastada al servicio de un adormecimiento de los síntomas ya que se piensa en corporizar al Otro de la culpa que llevamos cada uno.
El conflicto armado se ha convertido en un elemento pret a porter de una sociedad que justifica su estancamiento o sus torpes movimientos violatorios a todas luces de los Derechos Humanos, y eso acarrea claras consecuencias éticas. Echar sobre el otro el horror de existir, eso es la guerra y su naturalización. La fragmentación, la pluralización de los grupos violentos, la "bacrimización" como residuo de una operación de acuerdo, es a lo que asistimos en el mundo entero. La operación del psicoanálisis se fundamenta justamente en lo que es inasimilable en los Discursos del éxito y de la reconciliación. Su indicación: Escuchar a los sujetos y respetar los síntomas que producen como el límite ético de existencia. Es la brújula que comanda la acción del psicoanálisis lacaniano en este universo contempóraneo de las prácticas.
Las personas que de alguna u otra manera se ven concernidas por los problemas planteados, en sus prácticas personales o institucionales son las convocadas.
Coordinan el Observatorio: Guillermo Bustamante (Psicoanalista, Profesor Maestría Universidad Pedagógica),Lizbeth Ahumada (Psicoanalista, estudios en filosofía y teología, Presidente de La Antena Infancia y Juventud de Bogotá) Andrea Hellemayer (Psicoanalista, Profesora Universitaria, Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad de Buenos Aires y del Instituto de Bioética de la Universidad Javeriana),
Victor Florián (Filósofo, Profesor Maestría Universidad Nacional de Colombia).
Inicio: 16 de marzo
Lugar: Centro Cultural «Gabriel Betancourt Mejía». Universidad Pedagógica Nacional.
Calle 73 No. 14 - 53

La cita es los lunes de 1:30 a 3:00PM. Frecuencia: Quincenal.

lunes, 10 de febrero de 2014

Conferencia Jorge Assef

2013



- "Subjetividad hipermoderna a través del cine de Hollywood"
A cargo de Jorge Assef
Psicoanalista, miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP) y de la Escuela de la Orientación Lacaniana (EOL) en Córdoba, Argentina.

  • Fecha: Jueves 23 de mayo
  • Lugar: Auditorio de la Alianza Colombo-Francesa, sede Chicó (Cra 11 # 93-40)
  • Hora: 6:30 PM
  • Entrada libre

Conferencia Antena




lunes, 3 de febrero de 2014

Comunicado

SEÑORES

MIEMBROS DE LA NEL Y ASOCIADOS A SEDES Y DELEGACIONES
DIRECTORES DE SEDES Y COORDINADORES DE DELEGACIONES

Estimados colegas y amigos,

La Comisión Epistémica de las VIII Jornadas de la NEL convoca a participar, difundir y promover la vinculación de ustedes individualmente y como Sedes y Delegaciones, en las siguientes 3 actividades preparatorias.

1. La Comisión epistémica conformará tres GRUPOS DE INVESTIGACIÓN o CARTELES a nivel de la NEL, con miembros y asociados de diferentes sedes, los que se deben centrar en una de las tres reflexiones sobre “LO FEMENINO HOY”, tema que será el primero en ser abordado en el evento. Los Grupos de investigación o carteles se conformarán con quienes manifiesten explícitamente su interés y deseo de participar (algunos lo han hecho). El trabajo de cada grupo o cartel será orientado a generar un producto para exponerse como ponencia en la mesa sobre LO FEMENINO HOY, que se realizará el viernes 24 de octubre en la tarde. Los interesados pueden escribir al responsable anunciando su deseo de participar, antes del 10 de febrero.



2. Quienes estén interesados en la conformación de dos carteles sobre los Testimonios de pase de Marcus André Vieira y Graciela Brodsky, deben manifestarnos su intensión enviando un correo a Elida Ganoza, elidaganoza@gmail.com, antes del 10 de febrero. El trabajo de los carteles servirá de base para el intercambio con nuestros dos AE invitados durante las mesas del Pase en las Jornadas.

3. Sugerimos a cada Sede y Delegación realizar actividades locales en las que se trabajen dos puntos de las Jornadas:

a. El enunciado de Lacan que afirma: LA POSICIÓN ANALÍTICA, ES LA POSICIÓN FEMENINA. ¿Cómo se testimonia de ello?

b. Estudiar EL GOCE FEMENINO EN LOS TESTIMONIOS DE PASE DE GRACIELA BRODSKY Y MARCUS ANDRÉ VIEIRA, pesquisando en ellos qué localización, modificación y función, tiene el goce femenino en los distintos momentos del análisis.

Cordialmente,
COMISIÓN EPISTÉMICA
José Fernando Velásquez, Elida Ganoza, María Hortensia Cárdenas, Marita Hamann, Jimena Contreras, Clara Holguín, Fernando Schutt y Johnny Gavlovski.

Argumento VIII Jornadas NEL

Comisión epistemológica: José Fernando Velásquez, Marita Hamann, Fernando Shutt, Clara María Holguín, Johnny Gavlovsky, María Hortensia Cárdenas, Elida Ganoza y Jimena Contreras.

     La pregunta por lo femenino, que inquietó a Freud, es la pregunta que la NEL se propone investigar destacando que no solo es asunto de mujeres. Las implicaciones y consecuencias de esta propuesta serán expuestas y discutidas durante las VIII Jornadas de la NEL que se realizarán en la ciudad de Lima los días 24, 25 y 26 de octubre de 2014.
     “¿Qué quiere una mujer?”, se preguntaba Freud, y postuló el penisneid como un punto de detención y repetición sintomática para las mujeres. Escribió que detenerse ante el enigma vuelve incapaces a los psicoanalistas [1], porque enceguece y asusta. La enseñanza de Lacan no se detiene ahí, más bien hace causa de ese impasse.
     Cuando decimos que lo femenino no solo es asunto de mujeres es porque la cuestión del género ligada al sistema de identificaciones imaginarias y significantes, no agota la relación del ser de goce con su sexo y el de los otros [2]. Freud captó que lo femenino se emparenta con componentes inmanejables y hasta crueles de la pulsión sexual [3]. Sentimiento de vértigo, intuición de un precipicio, exaltación y arrebato, son extremos en los que el cuerpo está allí integralmente comprometido. Lo femenino tampoco es equivalente a la maternidad. Ya lo había advertido Lou Andreas-Salomé, quién llamó la atención sobre la desviación en la que incurría el psicoanálisis cuando, al abordar a la mujer, se ocupaba de la madre. Lo pulsional en una mujer no está todo regulado por su orientación al falo ni aún por la maternidad misma [4]. Lo femenino encierra algo que no es del orden de lo armonioso en lo que llamamos actividad psíquica. Por otro lado, Sabina Spielrein se expresaba así: “Sientes al enemigo dentro de ti (…). Es el propio ardor amoroso, que con una necesidad apremiante te fuerza a hacer lo que no deseas; sientes el fin, lo efímero, pero no deseas escaparte, ni huir lejos” [5]. Melanie Klein destacó también que la posición femenina apunta a buscar activamente la catástrofe [6] como lo recoge la literatura antigua en Medea, quien se adueña de su destino, se funde en él, se vuelve enemiga de los semblantes de la civilización y mata por amor sin medida, sin freno [7].
     Lo femenino se escurre del estándar edípico con el que el discurso social pretende imaginar a la mujer. Encerrar a la sexualidad femenina en la maternidad, la pasividad o la envidia, como pretendieron algunos de los posfreudianos, es imposible. No por casualidad Lacan afirmaba que el llamado masoquismo de la mujer es “una fantasía del deseo del hombre” [8].
     Hay un goce real conocido como “femenino” que persigue ser colmado más allá de cualquier restricción o prohibición. Goce innombrable que escapa a la regulación y al sentido común. La lógica con la que opera el ser hablante para establecer el lazo social, que es la misma del inconsciente, le hace algo de límite. No del todo, porque una parte permanece inasible. Lo inasible femenino es precisamente lo que permite que ellas se encuentren más cerca de lo real, menos tomadas por sus fantasmas y los ideales que constriñen a los hombres. Su lado problemático es que, por ese hecho, ellas quedan más sometidas a la exigencia de un amor que nombre la rareza de su ser; sin embargo, esa insistencia también indica de qué modo son ellas quienes, de manera particular, sostienen el discurso del amor en la cultura así como la existencia de Otro goce rebelde a cualquier orden.
     Existe un rechazo histórico a la feminidad [9] que proviene de la relación con lo femenino primordial. En el discurso del inconsciente del hombre y la mujer, Freud reconoció ese “rechazo a la feminidad”. Lo sagrado, lo mágico, lo mítico, lo inconsciente se conjugan allí para frenar lo que todo ser hablante puede saber sobre lo femenino. Sin embargo, el psicoanálisis revela que hay una presencia “del sexo como tal, entiéndase en el sentido en que el ser hablante lo presenta como femenino” [10].
     Cuando “lo femenino” de la existencia se manifiesta, se le teme, suscita reservas. Es lo diferente que se rechaza y, en especial, es lo heterogéneo en la propia unidad narcisista. Si lo macho es lo norma-l que busca en el objeto fetiche su complemento y estabilidad, en lo femenino se trata de lo múltiple, lo inventivo y lo singular. Eso femenino habla sin saber y es imposible de negativizar. Opera con una lógica diferente al sentido al conjugar un goce real con una representación imaginaria en la que no interviene lo simbólico; por ello, no guarda una relación armoniosa con la ley, aunque no la desconozca.
     Sorprende que ya en 1958, en “Ideas directivas…”, Lacan plantease la existencia de un goce inanalizable, que quedará como resto de la operación analítica y que finalmente se resuelve con la clínica del sinthome: “¿Por qué no establecer aquí el hecho de que todo lo que es analizable sea sexual no implica que todo lo que es sexual sea accesible en el análisis?” [11]. Con las elaboraciones posteriores sobre la lógica del No-todo y de lo Uno, a partir del Seminario 19 y hasta el 23, se conceptualiza la dimensión femenina del goce y su derivado, el goce real, primero como constructo lógico en las fórmulas de la sexuación y segundo, como topología en el nudo borromeo. Con ello, Lacan alcanza a situar en sus últimos seminarios un nuevo paradigma del goce: El goce femenino participa de toda constitución del ser como ser de goce, proviene del acontecimiento traumático contingente y de la fijación, más allá de la diferencia sexual y de la ley del deseo, y constituye el pivote irreductible de un análisis [12].
     Es a partir de la postulación de este Otro goce que se radicaliza para el psicoanálisis la ausencia de relación entre los sexos, entre el goce que comanda al sujeto y el saber con el que intenta reducirlo y aun entre los significantes mismos, mediante los cuales se habría pretendido fijar un orden universal. Se destaca así la singularidad del hablante ser y se otorga una importancia crucial al encuentro, la contingencia, al traumatismo tanto como a la originalidad de las soluciones de cada existencia. Por su proximidad a lo que realmente acontece, el psicoanálisis da la vuelta a lo amenazante y peligroso de lo femenino para convertirlo en el fundamento de una práctica que toma en cuenta la lección de lo creativo, de lo fundacional.
     Apenas ahora empezamos a asumir las implicaciones de este Otro goce en la práctica analítica, un goce que no es del orden del fantasma. La incidencia de lo femenino en la sociedad y en la práctica y experiencia analíticas serán los objetivos en las Jornadas, como temas de trabajo en conferencias, mesas de conversación y en los trabajos clínicos que se expongan.
     Si elegimos el tema lo femenino no solo es asunto de mujeres es porque consideramos que en la NEL y en el espacio que ella cubre, es importante impulsar el franqueamiento que impone lo femenino como “continente negro” al decir de Freud. Al hacernos partícipes y constructores de un marco conceptual que apunte al título de nuestras Jornadas, nos autorizamos a indicar a todos los analistas, asociados y al público en general, un campo al que hay que ir, situado más allá del falo y con él, más allá del Padre del Edipo y del sentido, reconocido en el lazo social como “feminización del mundo” [13] al decir de J.-A. Miller. Esto tiene una incidencia fundamental en la práctica analítica.

[1] Lacan, J., Seminario 14, “La lógica del fantasma”, clase del 24 de mayo de 1967, inédito.
[2] Miller, J.-A., “A merced de la contingencia”, Consecuencias #2, Revista digital de psicoanálisis, arte y pensamiento, http://www.revconsecuencias.com.ar/ediciones/002/template.asp?arts/alcances/miller.html
[3] Laurent, É., Posiciones femeninas del ser, Tres Haches, Buenos Aires, 1999, p. 14.
[4] Lacan, J., “Ideas directivas para un congreso sobre la sexualidad femenina”, Escritos 2, Siglo XXI Editores, México, 1981, p. 709.
[5] Spielrein, S., “La destrucción como causa primera del devenir”, Jarhbuch für Psychoanalyse, IV, 1912.
[6] Ibíd., p. 9. [7] Miller, J.-A., “De mujeres y semblantes”, Conferencias porteñas Tomo 2, Paidós, Buenos Aires, 2009, p. 102. [8] Lacan, J., “Ideas directivas para un congreso sobre la sexualidad femenina”, op. cit., p. 709. [9] Freud, S., “Análisis terminable e interminable”, Obras completas, Tomo XXI, Amorrortu, Buenos Aires, 1979, p. 351. [10] Lacan, J., “Alocución sobre las psicosis del niño”, Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 390. [11] Lacan, J., “Ideas directivas para un congreso sobre sexualidad femenina”, op. cit., p. 709. [12] Holvoet, D., “La pas-toute femme dans le cours ‘L´être et l’Un’”, Quarto Nº 104, École de la Cause freudiènne, Bélgica, mayo de 2013. p. 32. [13] Miller, J. A. Curso del 2011: El Ser y el Uno (inédito).