lunes, 8 de octubre de 2012

La infancia bajo control



NEL y Alianza colombo-francesa
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Desviaciones de objeto y meta


Las aberraciones sexuales

Se supone un “instinto sexual” en hombres y animales, por analogía con el instinto de nutrición: el hambre. El lenguaje popular, que carece de una designación equivalente a la palabra “hambre”, se lo representa así: falta en la infancia, adviene en la pubertad (por “maduración”), se exterioriza en la atracción irrefrenable entre sexos, y su meta es el coito. El psicoanálisis habla de libido y distingue entre objeto sexual (persona de la que parte la atracción) y meta sexual (acción hacia la cual esfuerza la pulsión). Respecto de cada uno, hay numerosas desviaciones.


1. Desviaciones con respecto al objeto sexual

Inversión

-         Son a) absolutos: el sexo opuesto los deja fríos, les repugna (el acto sexual con él es imposible o insatisfactorio. b) Anfígenos: la inversión no es exclusiva, su objeto sexual puede pertenecer a ambos sexos. c) Ocasionales: en ciertas condiciones, toman como objeto a una persona del mismo sexo y sienten satisfacción.
-         Enjuician su pulsión sexual: a) como algo natural (defienden igualdad de derechos); o b) como algo patológico.
-         Data a) desde siempre, hasta donde recuerda; b) desde determinada época.
-         Este carácter es a) permanente; b) desaparece en algún momento; o c) representa un episodio que puede exteriorizarse trascurrido un largo período de actividad sexual normal. También se ha observado una fluctuación periódica entre el objeto normal y el invertido. Hay casos en que se presenta después de una experiencia penosa con el objeto sexual normal.

Estas variaciones coexisten y muestran todos los grados intermedios. ¿Reunir los casos enumerados?, ¿destacar sus diferencias? Se piensa que la inversión es:

-         Degenerativa. Degeneración nerviosa, pues se detectó en enfermos nerviosos o que daban esa impresión. ‘Degeneración’ se usa en toda patología no traumática o infecciosa. Debería aplicarse a graves desviaciones respecto de la norma con deterioro de la capacidad de rendir y sobrevivir. Así, los invertidos no serían degenerados: a) no presentan otra desviación; b) rinden y sobreviven bien (incluso con desarrollo intelectual y ético elevado). Además, la inversión a) Fue institucional en ciertas culturas. b) Está difundida en muchos pueblos salvajes. c) Se presenta en pueblos civilizados, bajo la influencia del clima y la raza.
-         Innata. Aplica sólo para quienes nunca tuvieron otra orientación. Pero, si no todos son innatos, se renuncia a una concepción universal. En los reputados como innatos, hay vivencias de infancia determinantes que pueden no recordarse, pero que es posible hacer recordar. La hipótesis de que una persona trae consigo el enlace de la pulsión sexual al objeto, no explica su naturaleza.
-         Adquirida. a) Una impresión sexual temprana deja como secuela la inclinación homosexual. b) La fijación de la inversión se ve favorecida por influencias externas: trato exclusivo con el mismo sexo, guerra, prisión, peligros del comercio heterosexual, celibato, insuficiencia sexual, etc. c) Puede eliminarse con hipnosis… Pero, si muchas personas, sometidas a las mismas influencias, no se vuelven invertidas, cabe preguntar si estas influencias explican la adquisición, sin una solicitación de algo que existiría en el individuo.

Bisexualidad. Durante el desarrollo, nuestra disposición bisexual originaria se altera, hasta llegar a la monosexualidad, con restos del sexo atrofiado: huellas del aparato del otro sexo, carentes de función o con otras funciones. Se habla de “hermafrodita” cuando es difícil definir el sexo anatómico.
Trasferida a lo psíquico, esta concepción ve la inversión como hermafroditismo psíquico. Sería cierto si coincidieran inversión y signos somáticos hermafroditas. Pero no siempre es así. Inversión y hermafroditismo somático son independientes entre sí. En los invertidos hay caracteres sexuales secundarios y terciarios, pero pasa también en los no invertidos; esa hibridez no cambia el objeto sexual.
No hay hermafroditismo psíquico: la correspondencia entre inversión y otras propiedades anímicas y rasgos de carácter sólo se presenta en mujeres invertidas; en hombres, la virilidad anímica es compatible con la inversión.
Es ocioso e injustificado sustituir el problema psicológico por el anatómico. Hablar de “centros cerebrales masculinos y femeninos” para explicar la inversión deja pendiente la explicación de tal concepto. No se sabe si para las funciones sexuales hay localizaciones cerebrales.

Objeto. Según el hermafroditismo psíquico, el objeto sexual del invertido es contrario al normal, se sentiría del otro sexo. Pero muchos invertidos masculinos son viriles, tienen pocos caracteres secundarios del otro sexo y buscan en su objeto rasgos psíquicos femeninos. La prostitución masculina copia a las mujeres: vestido, porte. Lo que despertaba el amor del hombre por el efebo era su semejanza física y anímica a la mujer: pusilanimidad, timidez, necesidad de enseñanza y de ayuda; tan pronto como se hacía hombre, dejaba de ser un objeto sexual para el hombre.
El objeto sexual no es lo igual en cuanto al sexo, sino que reúne caracteres de ambos: compromiso entre una moción que aspira al hombre y otra que aspira a la mujer, bajo la condición de genitales masculinos. Más unívoco es en la mujer: caracteres somáticos y anímicos viriles y requieren feminidad en su objeto.

Meta. La inversión no tiene meta sexual única: en el hombre, comercio per anum no es exclusivo y sí puede serlo la masturbación; las restricciones de la meta —hasta llegar al mero desahogo afectivo— son más comunes que heterosexuales. En las invertidas, hay múltiples metas.

Conclusiones. En el cuadro normal, la pulsión parece traer consigo al objeto. Pero debemos aflojar, en nuestra concepción, los lazos entre pulsión y objeto. Probablemente, la pulsión sexual es al comienzo independiente de su objeto, y tampoco debe su génesis a los encantos de éste.


Pedofilia

La colectividad de invertidos se presenta como valiosa en todos los demás aspectos. La pedofilia, en cambio, parece una aberración individual. Los niños son objetos sexuales exclusivos excepcionalmente. Desempeñan el papel de objeto por cobardía e impotencia, o como único recurso ante una pulsión que no admite dilación. ¿Se trata de insania? No: personas sanas, en razas y en estamentos enteros, muestran iguales perturbaciones: el abuso sexual contra niños se presenta con frecuencia en maestros y cuidadores, pues se les ofrece la oportunidad. Los insanos acaso lo elevan a condición exclusividad.


Zoofilia

Hay comercio sexual de personas con animales: la atracción sexual traspasa la barrera de la especie. Es decir, la pulsión sexual admite gran variación (que, en el hambre, sólo se ve en casos extremos).
La sexualidad varía de la salud a la enfermedad mental. Son las mociones menos dominadas por las actividades superiores del alma, aun en personas normales. Muchos anormales en su vida sexual, responden a la norma en los otros campos.
La clase y el valor del objeto sexual pasan a un segundo plano. Alguna otra cosa es lo esencial y lo constante en la pulsión sexual.


2. Desviaciones con respecto a la meta

El coito es considerado la meta sexual normal; alivia la tensión sexual y extingue temporalmente la pulsión sexual (como la saciedad del hambre). Pero tiene esbozos perversos: los acercamientos (palpar, mirar) son metas sexuales preliminares que conllevan un placer en sí mismas y aumentan la excitación. El beso tiene valor sexual, sin que las partes pertenezcan al aparato sexual. Las perversiones se enlazan a la vida sexual normal: a) trasgresiones anatómicas, o b) relaciones intermedias.

Trasgresiones anatómicas

-         Sobrestimación del objeto sexual. No se queda en los genitales, va a todo el cuerpo, irradia al campo psíquico y se manifiesta como ceguera lógica. Así, eleva los quehaceres relativos a otras partes del cuerpo a la condición de metas sexuales.
-         Labios y boca. En el sexo oral, no en el beso. El asco se interpone para las prácticas perversas, usuales desde el origen de la humanidad. Pero sus límites son convencionales (la besa pero le da asco su cepillo de dientes). Puede estorbar el camino a la sobrestimación del objeto sexual, pero es vencido por la libido. El asco restringe la meta sexual (histeria femenina). La pulsión gusta de afirmarse venciendo este asco.
-         Ano. El asco pone a esta meta el sello de la perversión, pues sirve a la excreción; pero el pene sirve a la micción. Los invertidos lo usan por analogía con la vagina (su meta sexual es la masturbación recíproca).
-         Significatividad de otros lugares del cuerpo. Se va a otros lugares del cuerpo con el propósito pulsional de apoderarse del objeto en todas sus dimensiones. Ciertos lugares del cuerpo son considerados y tratados como genitales, debido al desarrollo de la pulsión sexual (satisfecho en la sintomatología de ciertos estados patológicos).
-         Fetichismo. Se sustituye el objeto sexual por otro (pie, cabello) que guarda relación con él, pero inapropiado para la meta sexual normal; o un objeto relacionado con la persona (con su sexualidad: ropa interior). Desviación con respecto al objeto sexual, que depende de la sobrestimación sexual, que conlleva un abandono de la meta y que toca todo lo conectado con el objeto por asociación. A veces se exige al objeto una condición fetichista (color de cabellos, ciertas ropas, aun defectos físicos); transición hacia el fetichismo en que se renuncia a una meta sexual normal o perversa. En todos los casos parece haber rebaja de la puja hacia la meta sexual normal. En el amor normal, hay un grado de fetichismo, en particular en las fases en que la meta sexual es inalcanzable o debe ser postergada (un pañuelo de la amada). Es patológico cuando la aspiración al fetiche remplaza la meta sexual normal; además, cuando el fetiche se desprende de la persona y pasa a ser en sí un objeto sexual. Se elige el fetiche bajo una impresión sexual infantil (nítida en el caso de condicionamiento fetichista del objeto). En otros casos es una conexión simbólica de pensamientos, no consciente. Los caminos de estas conexiones no siempre pueden señalarse con certeza (hay símbolos arcaicos).


Fijación de metas provisionales

Nuevos propósitos. Toda condición que dificulte o posponga el logro de la meta sexual (impotencia, alto precio del objeto, peligros del acto sexual) refuerza la demora en actos preliminares y la constitución de nuevas metas. Nuevos propósitos (aun los más extraños) esbozados ya en el acto sexual normal.

Tocar y mirar. Los humanos necesitan el tacto para lograr la meta sexual: da placer y renueva la excitación. Tocar, siempre que el acto sexual siga adelante, no es perversión. Mirar, derivado del tocar, es el camino más frecuente para excitar la libido. De uno al otro está el desarrollo del objeto sexual en el sentido de la belleza. Ocultar el cuerpo mantiene despierta la curiosidad sexual, que aspira a completar mediante el desnudamiento. Sublimada mediante el arte, cuando se aparta el interés de los genitales y se lo dirige a la forma del cuerpo como un todo. Las personas normales se demoran en la meta intermedia de mirar sexualmente. Pero se convierte en perversión cuando: a) se circunscribe a los genitales; b) se une a la superación del asco (voyeur: mirar a otro en sus funciones excretorias), o c) suplanta la meta normal; como los exhibicionistas: enseñan sus genitales para que el otro les muestre los suyos.
En la perversión (mirar y ser mirado), la meta sexual se presenta en doble configuración, en forma activa y pasiva.
El poder que se contrapone al placer de ver y que llegado el caso es suprimido por este (como ocurría en el caso anterior con el asco) es la vergüenza.

Sadismo y masoquismo. Inclinación a infligir dolor al objeto sexual y su contraparte (algolagnia: placer por el dolor, la crueldad). En las personas normales está la raíz del sadismo. La sexualidad tiene un componente de agresión, de sojuzgamiento (valor biológico: vencer la resistencia del objeto). Sadismo: componente agresivo de la pulsión sexual que se ha vuelto autónomo, exagerado, elevado al papel principal por desplazamiento.
El sadismo fluctúa entre una actitud meramente activa, o aun violenta, hacia el objeto sexual, hasta el sometimiento y el maltrato como condición exclusiva de la satisfacción. Sólo este segundo caso merece el nombre de perversión. Por su parte, “masoquismo” abarca todas las actitudes pasivas, la más extrema de las cuales es el condicionamiento de la satisfacción al hecho de padecer un dolor físico o anímico; como perversión, parece alejarse más de la meta sexual normal; puede dudarse de que alguna vez aparezca primariamente; quizá nace por trasformación a partir del sadismo. A menudo se reconoce que es una prosecución del sadismo vuelto hacia la persona propia, la cual en un principio hace las veces del objeto sexual. Cooperan muchos factores que exageran y fijan la originaria actitud sexual pasiva (complejo de castración, conciencia de culpa).
El dolor superado se alinea junto con el asco y la vergüenza, que se oponían a la libido en calidad de resistencias.
La oposición actividad/pasividad es uno de los caracteres universales de la vida sexual.
Crueldad y pulsión sexual se copertenecen estrechamente. La libido tiene un componente agresivo. ¿Resto de apetitos canibálicos? Sería una coparticipación del aparato de apoderamiento, que sirve a la satisfacción de la otra gran necesidad, ontogenéticamente más antigua. También se ha sostenido que todo dolor contiene, en sí y por sí, la posibilidad de una sensación placentera. Varias aspiraciones anímicas se reúnen en un efecto único.
Actividad y pasividad habitualmente se encuentran en una misma persona. Un sádico es también un masoquista, aunque uno de los dos aspectos, el pasivo o el activo, puede haberse desarrollado con más fuerza y constituir su práctica sexual prevaleciente.
Algunas de las inclinaciones perversas se presentan como pares de opuestos. Sadismo-masoquismo no puede derivarse de la injerencia de un componente agresivo. Por el contrario, estaríamos tentados de poner en relación la presencia simultánea de esos opuestos con la oposición de lo masculino y lo femenino, conjugada en la bisexualidad (el psicoanálisis a menudo remplaza esa oposición por activo/pasivo).

Seminario en curso


  • Quinta sesión (2 de noviembre)
  • Sexta sesión (9 de noviembre)
  • Séptima sesión (16 de noviembre)

viernes, 5 de octubre de 2012

Muerte y goce en el arte del Siglo XXI

Miguel Gutiérrez Peláez
Asociado NEL Bogotá

En 2010, Herzog estrena su documental “La caverna de los sueños olvidados”, en donde explora las pinturas de la cueva de Chauvet, las cuales datan de hace 32.000 años. Vemos una radical diferencia entre ese arte, oculto en el interior de las rocas, de formas animales, con la mostración propia del arte contemporáneo. Aprovechando las exposiciones de Orlan que se estrenaron este año en Colombia, podemos aventurar un diálogo imaginario entre los pintores de Chauvet con el arte contemporáneo. Sin duda, juntar a Orlan con los pintores de Chauvet es juntar el oso polar y la ballena. Pero hoy, con el calentamiento global y la instrumentalización de la técnica, sabemos que esto es posible.

En los años 70, la artista Gina Pane, haciendo honor a la homofonía de su nombre con la palabra en inglés, se practica, en varios performances distintos, cortes en la piel, dejando su rastro y huellas de sangre. En la Bienal de Shangai de 2000, el artista chino Zhu Yu devora el cadáver de un feto humano que previamente ha cocinado. Recientemente, la mexicana Teresa Margolles realiza instalaciones en las que utiliza los vapores emitidos por los cadáveres en las morgues. El pasado 13 de abril, el artista japonés Mao Sugiyama cocina sus propios genitales y se los sirve en un banquete a 5 comensales, quienes han pagado 100.000 yenes por la cena.

¿Cuál es la dimensión del goce y la muerte en el arte contemporáneo? ¿De qué se tratan las filmaciones de la extracción de un feto y de sus cirugías plásticas en Orlan? ¿Hay una denuncia en el arte contemporáneo o más bien será que el arte en el siglo XXI ofrece exactamente los mismos elementos idealizados en la cultura mediática contemporánea? ¿Será que estos sujetos, que creen ser reaccionarios a los ideales de su tiempo, son sus productos más inmediatos? Vemos, en la contemporaneidad, que la felicidad se ha convertido en un objeto de consumo y que la depresión es el resultado de no poder soportar el mandato superyóico de gozar. Hay una aspiración a que exista un mundo sin real. ¿Habrá la aspiración a que lo real sea la carne palpitante bajo la piel de Orlan? ¿Qué eso, lo Real, se haga sensible al ojo?

Los psicoanalistas nos hemos pronunciado sobre el hecho de que en nuestra época ha dejado de operar la represión de la misma manera que en otros tiempos. El nombre del padre no es más el punto de capitón. Se suma a esto, además, el hecho que se han sofisticado los recursos para prescindir del Otro y, en este sentido, la técnica se ha puesto al servicio del goce. Miller se refiere al modo como esos dos discursos, ciencia y capitalismo, han actuado hasta el punto de “romper los fundamentos más profundos” de la tradición del siglo XX y su sustento simbólico soportado por el Nombre del Padre.
Dice Miller que el psicoanalista en el siglo XXI debe explorar una nueva dimensión: “la defensa contra lo real sin ley y sin sentido”. ¿Son estas producciones del arte contemporáneo, en sí mismas, defensas contra este real despojado de la naturaleza? Dice más adelante Miller que “para entrar en el Siglo XXI nuestra clínica deberá centrarse sobre el desbaratar la defensa, desordenar la defensa contra lo real”. Es posible leer en esta tendencia contemporánea del arte un intento de hacer no existir lo real a partir de hacer de él algo sensible al ojo. Ya en el siglo XVII lo había señalado Silesius en su Peregrino Querubínico donde afirma: “Un ojo que jamás se priva del placer de ver se ciega al fin por entero y no se ve a sí mismo”. Así, en esa tendencia a exponer la carne que mora bajo la piel para que sea devorada por el apetito gozante del ojo hay un enceguecimiento de ese ojo ante lo real.
Vemos hacia el final del documental de Herzog la filmación de una pintura ubicada en la más abismal profundidad de la caverna. En ella encontramos una especie de bisonte antropomorfo penetrando una mujer. En esa sola imagen de 32.000 años de antigüedad se devela una verdad sobre lo real en esa dupla que tanto trabajó Freud que constituyen la muerte y la sexualidad. En contraposición a ello, vemos que la mostración y exposición propia de cierta tendencia del arte contemporáneo nada tienen que ver con el desocultamiento de una verdad. Paradójica y lúcidamente, hay despertar en esa caverna de sueños olvidados y nadan sus imágenes en contravía con la tendencia contemporánea hacia el dormir (o hacia el despertar a un mundo sin real, que es lo mismo). Así como Heidegger afirmaba que aún no estamos a la altura de los presocráticos, que la pregunta por el qué socrática llegó demasiado pronto en la historia del pensamiento occidental, tendríamos que preguntarnos si en esas producciones primitivas se aloja una íntima dimensión de la verdad que pueda decirnos algo sobre lo que nuestro siglo se empeña por no hacer existir.

Antígona: amor, goce y muerte

Beatriz García Moreno

El estrago derivado de la imposibilidad de la relación sexual, al que Lacan alude cuando aborda el tema del amor, se hace presente en el caso de Antígona, escrito por Sófocles en la obra que lleva su nombre, y en Edipo en Colona, donde da cuenta de algunos de los efectos de la revelación del incesto de su padre Edipo. La ponencia indaga en el amor de Antígona, en el deseo que pone al descubierto, y en el goce que la conduce a la muerte.
Amor: Señalo dos modos de presentarse el amor de Antígona que dan cuenta de su papel como suplencia. En Edipo en Colona, ante la desgracia de Edipo, y la consecuente caída y maldición de su linaje, su amor aparece como única posibilidad de inventar un modo de ser y de hacer. Luego de que el padre sabe que su esposa era su madre, se chuza los ojos y Antígona no duda en convertirse en el lazarrillo que le presta los suyos, y en seguirlo en su errancia hacia la muerte. Lo más importante es estar a su lado más allá de su crimen y del castigo que pudiera acarrearle. Ella vuelve a lo fundante pues todo lo demás cayó. Su decisión muestra el amor de la hija por el padre, señalado por Freud y Lacan, y de la invención que ella hace para estar a su lado.
En Antígona, luego de que Creonte le impone el castigo de no enterramiento a su hermano Polineces, ella no duda en oficiarle los ritos funerarios aunque el hecho le acarree su muerte. Con palabras propias se presenta como hecha para el amor y no para el odio; para un amor destinado a los suyos, a los nacidos de la misma madre, a los de su linaje. Su hermano del alma es hijo de esa madre y de ese padre que ya murieron, y es irremplazable. El amor por Polineses es enigmático, esta escrito en líneas que recuerdan los hermanos cómplices que se revelan contra el padre y su goce desbordado, al semejante con quien se identifica en el origen e historia de vida, y también al hermano maltratado que le ofrece su muerte.
En ambas situaciones, la del padre y la del hermano, el amor-deseo se manifiesta como cuidado del linaje que sostiene su ser aunque no quede de él más que un Otro-resto-cuerpo-inválido-cadáver.
Deseo-Goce: En las acciones destinadas a dar cuidado a los suyos, favorecidas por el amor y sostenidas por el deseo, se manifiesta su goce. Su amor-deseo que la lleva a acompañar a su padre, es motivo de goce, pues la sitúa en un lugar especial; tiene el privilegio de estar a su lado, de prestarle sus ojos y ser su luz. De alguna manera es su falo. Además de su maldición, ella recibe su reconocimiento y sus palabras de amor.
Su amor-deseo la lleva a tratar el cuerpo-cadáver-resto de su amado Polineces, a oficiarle los ritos del enterramiento, a no dejarlo a los buitres. El goce de su acción aparece cuando dice como lo lavó con aceites y lo cubrió con un velo; en sus palabras de amor y despedida que dan cuenta de una profunda y primaria identificación, y de su alianza cómplice en contra de Creonte. Su goce difiere del de Creonte que se enceguece en sus propio orgullo-macho más allá de los consejos de Hemón su hijo, y del sabio Tiresias que le señalan su error. Su goce está emparentado con el amor y con el cuerpo, con las identificaciones con los objetos primordiales que le dan orientación, y no encuentra límite en las leyes de Creonte.
Goce-muerte: La tragedia como lo propone Lacan, eleva el objeto a la dignidad de Cosa, y a través de la anamorfosis se presentifica la muerte. La errancia de Edipo en compañía de Antígona se enaltece y dignifica con el préstamo de sus ojos, a igual que lo hace el cuerpo-cadáver-resto-goce del hermano, que con su acto se sacraliza. Su propio recorrido fúnebre hacia la tumba envuelta en la dignidad de su deseo, desprende, como señala Lacan, el brillo-velo de lo bello que opaca la muerte. Su deseo que no tiene cauce en el mundo de Creonte, está acompañado de un goce que opaca el cadáver que la habita, que se vislumbra en su trayecto y palabras, y denota un no-todo fálico, un goce suplementario que no encuentra límite en lo establecido, que la invade y conduce a la muerte.
La tragedia de Antígona, retorna una y otra vez y alimenta el análisis propio, en medio de escenas sin resolver que buscan salida por la ruta del amor y el significante, que retornan los objetos primordiales, las imposibilidad de la relación sexual, las identificaciones primarias, el goce femenino y su disponibilidad para hacer del amor-entrega-sacrificio, un camino singular.
Bibliografía:
Lacan, J. (2003). Seminario 7, “La ética del psicoanálisis”. Buenos Aires: Paidós.
Lacan, J. (2004). Seminario 20, “Aun”. Buenos Aires: Paidós.
Laurent, E. (2009). El goce sin Rostro. Buenos Aires: Tres Haches.
Sófocles (1978). Antígona en “Trágicos Griegos”. Madrid: Aguilar. Pp. 279-340.
Sófocles (1978). Edipo en Colona en “Trágicos Griegos”. Madrid: Aguilar. Pp.405-442.

miércoles, 3 de octubre de 2012

Presentación


Esta edición de Conferencias Públicas, la número 5 de la serie, reúne varias de las conferencias organizadas en la ciudad por la NEL-Bogotá, coordinadas por su Comisión de Biblioteca bajo la responsabilidad de María Solita Quijano, durante el período de Agosto de 2010 a Mayo de 2012, apoyados por la Universidad del Rosario, Universidad Nacional y Alianza Colombo-Francesa, con el ánimo de brindarle al público en general, al universitario, al francófono, a cualquier interesado en escucharnos, lo que tiene para decir un psicoanalista de orientación lacaniana sobre algunas de las problemáticas del siglo XXI. A todos ellos nuestro agradecimiento, al igual que a todos los autores quienes establecieron sus textos para la presente publicación.
Clara Holguín, en Un más allá del velo de la segregación: el síntoma, a partir de la noticia sobre la prohibición del uso del velo islámico integral en Francia, desarrolla un llamado de atención al ascenso del racismo, profetizado por Jacques Lacan en Televisión, 1973. La ira terrorista del Islam, los atentados desatados a raíz de la difusión de la película La inocencia de los musulmanes y de la publicación de caricaturas de Mahoma consideradas 'blasfemias', no es nada nueva, pero sí de gran actualidad noticiosa mundial. El racismo de la segregación, ¿nos atañe?, ¿será algo que preferimos sentir lejano para no ver lo que cada día vivimos demasiado cercanamente, desde expresiones populares como “so indio", "negro mugroso", "blanquito porquería”, hasta el maltrato familiar, infantil y a la mujer que en nuestro país ya no son noticia? Leamos las interesantes propuestas que plantea Clara desde el psicoanálisis de orientación lacaniana.
Gustavo Stiglitz, psicoanalista argentino (invitado internacional para el tercer Seminario de Orientación Lacaniana, SOL-III, Novedad del inconsciente), quien nos visitó en dos ocasiones, nos brinda en su primer momento en la Universidad Nacional sus  aportes para comprender qué pasa con el niño hoy y qué puede ofrecer el psicoanálisis, en su conferencia "Miedos y angustia en la infancia. Las fobias hoy". Retomando el clásico caso Juanito de Freud, nos pasea por la clínica actual, no sólo con niños, para develar lo que de la demanda del Otro, de la escuela, de los padres, de los vecinos y amigos, se quiere velar en el niño: el síntoma que da cuenta de su singularidad, y opone, como respuesta a la clínica del déficit, la clínica de la invención. Para validar esta propuesta, tomemos un clásico de la literatura infantil colombiana, "El gato bandido", de Rafael Pombo; “Michín dijo a su mamá: voy a volverme pateta, y el que a impedirlo se meta, en el acto morirá. Ya le he robado a papá, daga y pistolas; ya estoy armado y listo; y me voy a robar y matar gente, y nunca más, ¡ten presente!, verás a Michín desde hoy”; las aventuras de nuestro gato prosiguen de tal modo que regresa arrepentido: “!Oh mamita, dame palo, pero dame de comer!”. Michín, debe tener algún déficit neuro-psico-inmuno-endocrinológico, de su auto-estima, del afecto, en fin, de cualquier cosa, que nos lleva, por la vía fácil, a un diagnóstico cualquiera en los manuales estadísticos y a la formulación protocolaria para dicho déficit: psicofármacos y terapia cognitivo conductual. Siguiendo la lógica del psicoanálisis, terapia que no es como las otras, ¡tomemos el síntoma como una invención del sujeto en cuestión!
En la segunda visita de Stiglitz, con el fondo de los personajes creados por George Herriman para su comic Krazy Kat: la gata Krazy, el ratón Ignatz y el perro Ofissa Pupp, en la Universidad del Rosario aborda Las paradojas del amor desde las ópticas del psicoanálisis para recordarnos el malentendido de los sexos, la necesidad de desbiologizar el tema para orientarnos en la orientación de la cura y resaltar… sus paradojas. Brújula útil para la clínica de hoy.
Lizbeth Ahumada, en su conferencia "El arte de la amistad y la última carta de amor", parte de una noticia que en nuestra época, a pesar de ser repetitiva, sigue siendo noticia de actualidad en los medios de comunicación: un suicidio por amor. Un interesante recorrido por el arte de la amistad, Ortega y Gasset, Madame de Sevigné, Hesíodo, Esquilo. Aquiles, Patroclo. Heisenberg, Bohr. Dickens, Andersen. Arendt, McCarthy… Me permito recordar a Lacan en Televisión: “del amor, no es el sentido lo que cuenta, sino precisamente el signo, como en otras partes. Y es precisamente ahí donde está todo el drama”. Lizbeth, para no quedarnos en el drama, evocando a Lacan cuando dice que el amor permite condescender el goce al deseo, propone que también podemos decirlo de la amistad, y los diferencia.
Romildo do Rêgo Barros, psicoanalista de Brasil, otro de los invitados internacionales para el ya mencionado SOL-III, en Edipo, sueño de Freud, nos aporta algunas de las definiciones sobre el mito, de Lacan y de Aristóteles, para refrescarnos la historia de familia de Edipo, y llevarnos de la tragedia de Sófocles al sueño de Freud y de la interpretación de Lacan del mismo mito, a asuntos fundamentales para el psicoanálisis de hoy: el enigma y lo real.
Miguel Gutiérrez, en su "Amor a la máquina y travestismo del arte", comenta dos casos contemporáneos: el de una mujer cuyo partenaire amoroso es la Torre Eiffel y el de un sujeto que inventa, mediante la creación artística, un saber-hacer con su travestismo. Recorre nociones sobre la sexualidad perversa y aborda críticamente la pretensión universalizante de la ciencia de ofrecer salud mental para todos, de la epidemia de las clasificaciones a propósito de la próxima aparición del Manual Diagnóstico Estadístico, versión quinta (DSM-V, por sus siglas en inglés).
El amor, asunto de siempre, desde los tiempos del cólera hasta hoy, sus vicisitudes, sus paradojas, su clínica…, es así como la NEL-Bogotá, en cinergia con el público Bogotano, a través de estas conferencias, se ha propuesto introducir el tema del amor en el siglo XXI, tema que convoca a los analistas y demás interesados, para que en Medellín, octubre de 2012, podamos debatir sobre "El sexo y el amor en el siglo XXI ¿de qué satisfacción se trata?", en el marco de las VII Jornadas de nuestra Escuela.
Por su valioso contenido, elaboración de saber por modesta que sea, esta edición es un novedoso texto de lectura, que provoca… ¡retomar en cualquier momento!

Orlando Mejía