lunes, 8 de octubre de 2012

Desviaciones de objeto y meta


Las aberraciones sexuales

Se supone un “instinto sexual” en hombres y animales, por analogía con el instinto de nutrición: el hambre. El lenguaje popular, que carece de una designación equivalente a la palabra “hambre”, se lo representa así: falta en la infancia, adviene en la pubertad (por “maduración”), se exterioriza en la atracción irrefrenable entre sexos, y su meta es el coito. El psicoanálisis habla de libido y distingue entre objeto sexual (persona de la que parte la atracción) y meta sexual (acción hacia la cual esfuerza la pulsión). Respecto de cada uno, hay numerosas desviaciones.


1. Desviaciones con respecto al objeto sexual

Inversión

-         Son a) absolutos: el sexo opuesto los deja fríos, les repugna (el acto sexual con él es imposible o insatisfactorio. b) Anfígenos: la inversión no es exclusiva, su objeto sexual puede pertenecer a ambos sexos. c) Ocasionales: en ciertas condiciones, toman como objeto a una persona del mismo sexo y sienten satisfacción.
-         Enjuician su pulsión sexual: a) como algo natural (defienden igualdad de derechos); o b) como algo patológico.
-         Data a) desde siempre, hasta donde recuerda; b) desde determinada época.
-         Este carácter es a) permanente; b) desaparece en algún momento; o c) representa un episodio que puede exteriorizarse trascurrido un largo período de actividad sexual normal. También se ha observado una fluctuación periódica entre el objeto normal y el invertido. Hay casos en que se presenta después de una experiencia penosa con el objeto sexual normal.

Estas variaciones coexisten y muestran todos los grados intermedios. ¿Reunir los casos enumerados?, ¿destacar sus diferencias? Se piensa que la inversión es:

-         Degenerativa. Degeneración nerviosa, pues se detectó en enfermos nerviosos o que daban esa impresión. ‘Degeneración’ se usa en toda patología no traumática o infecciosa. Debería aplicarse a graves desviaciones respecto de la norma con deterioro de la capacidad de rendir y sobrevivir. Así, los invertidos no serían degenerados: a) no presentan otra desviación; b) rinden y sobreviven bien (incluso con desarrollo intelectual y ético elevado). Además, la inversión a) Fue institucional en ciertas culturas. b) Está difundida en muchos pueblos salvajes. c) Se presenta en pueblos civilizados, bajo la influencia del clima y la raza.
-         Innata. Aplica sólo para quienes nunca tuvieron otra orientación. Pero, si no todos son innatos, se renuncia a una concepción universal. En los reputados como innatos, hay vivencias de infancia determinantes que pueden no recordarse, pero que es posible hacer recordar. La hipótesis de que una persona trae consigo el enlace de la pulsión sexual al objeto, no explica su naturaleza.
-         Adquirida. a) Una impresión sexual temprana deja como secuela la inclinación homosexual. b) La fijación de la inversión se ve favorecida por influencias externas: trato exclusivo con el mismo sexo, guerra, prisión, peligros del comercio heterosexual, celibato, insuficiencia sexual, etc. c) Puede eliminarse con hipnosis… Pero, si muchas personas, sometidas a las mismas influencias, no se vuelven invertidas, cabe preguntar si estas influencias explican la adquisición, sin una solicitación de algo que existiría en el individuo.

Bisexualidad. Durante el desarrollo, nuestra disposición bisexual originaria se altera, hasta llegar a la monosexualidad, con restos del sexo atrofiado: huellas del aparato del otro sexo, carentes de función o con otras funciones. Se habla de “hermafrodita” cuando es difícil definir el sexo anatómico.
Trasferida a lo psíquico, esta concepción ve la inversión como hermafroditismo psíquico. Sería cierto si coincidieran inversión y signos somáticos hermafroditas. Pero no siempre es así. Inversión y hermafroditismo somático son independientes entre sí. En los invertidos hay caracteres sexuales secundarios y terciarios, pero pasa también en los no invertidos; esa hibridez no cambia el objeto sexual.
No hay hermafroditismo psíquico: la correspondencia entre inversión y otras propiedades anímicas y rasgos de carácter sólo se presenta en mujeres invertidas; en hombres, la virilidad anímica es compatible con la inversión.
Es ocioso e injustificado sustituir el problema psicológico por el anatómico. Hablar de “centros cerebrales masculinos y femeninos” para explicar la inversión deja pendiente la explicación de tal concepto. No se sabe si para las funciones sexuales hay localizaciones cerebrales.

Objeto. Según el hermafroditismo psíquico, el objeto sexual del invertido es contrario al normal, se sentiría del otro sexo. Pero muchos invertidos masculinos son viriles, tienen pocos caracteres secundarios del otro sexo y buscan en su objeto rasgos psíquicos femeninos. La prostitución masculina copia a las mujeres: vestido, porte. Lo que despertaba el amor del hombre por el efebo era su semejanza física y anímica a la mujer: pusilanimidad, timidez, necesidad de enseñanza y de ayuda; tan pronto como se hacía hombre, dejaba de ser un objeto sexual para el hombre.
El objeto sexual no es lo igual en cuanto al sexo, sino que reúne caracteres de ambos: compromiso entre una moción que aspira al hombre y otra que aspira a la mujer, bajo la condición de genitales masculinos. Más unívoco es en la mujer: caracteres somáticos y anímicos viriles y requieren feminidad en su objeto.

Meta. La inversión no tiene meta sexual única: en el hombre, comercio per anum no es exclusivo y sí puede serlo la masturbación; las restricciones de la meta —hasta llegar al mero desahogo afectivo— son más comunes que heterosexuales. En las invertidas, hay múltiples metas.

Conclusiones. En el cuadro normal, la pulsión parece traer consigo al objeto. Pero debemos aflojar, en nuestra concepción, los lazos entre pulsión y objeto. Probablemente, la pulsión sexual es al comienzo independiente de su objeto, y tampoco debe su génesis a los encantos de éste.


Pedofilia

La colectividad de invertidos se presenta como valiosa en todos los demás aspectos. La pedofilia, en cambio, parece una aberración individual. Los niños son objetos sexuales exclusivos excepcionalmente. Desempeñan el papel de objeto por cobardía e impotencia, o como único recurso ante una pulsión que no admite dilación. ¿Se trata de insania? No: personas sanas, en razas y en estamentos enteros, muestran iguales perturbaciones: el abuso sexual contra niños se presenta con frecuencia en maestros y cuidadores, pues se les ofrece la oportunidad. Los insanos acaso lo elevan a condición exclusividad.


Zoofilia

Hay comercio sexual de personas con animales: la atracción sexual traspasa la barrera de la especie. Es decir, la pulsión sexual admite gran variación (que, en el hambre, sólo se ve en casos extremos).
La sexualidad varía de la salud a la enfermedad mental. Son las mociones menos dominadas por las actividades superiores del alma, aun en personas normales. Muchos anormales en su vida sexual, responden a la norma en los otros campos.
La clase y el valor del objeto sexual pasan a un segundo plano. Alguna otra cosa es lo esencial y lo constante en la pulsión sexual.


2. Desviaciones con respecto a la meta

El coito es considerado la meta sexual normal; alivia la tensión sexual y extingue temporalmente la pulsión sexual (como la saciedad del hambre). Pero tiene esbozos perversos: los acercamientos (palpar, mirar) son metas sexuales preliminares que conllevan un placer en sí mismas y aumentan la excitación. El beso tiene valor sexual, sin que las partes pertenezcan al aparato sexual. Las perversiones se enlazan a la vida sexual normal: a) trasgresiones anatómicas, o b) relaciones intermedias.

Trasgresiones anatómicas

-         Sobrestimación del objeto sexual. No se queda en los genitales, va a todo el cuerpo, irradia al campo psíquico y se manifiesta como ceguera lógica. Así, eleva los quehaceres relativos a otras partes del cuerpo a la condición de metas sexuales.
-         Labios y boca. En el sexo oral, no en el beso. El asco se interpone para las prácticas perversas, usuales desde el origen de la humanidad. Pero sus límites son convencionales (la besa pero le da asco su cepillo de dientes). Puede estorbar el camino a la sobrestimación del objeto sexual, pero es vencido por la libido. El asco restringe la meta sexual (histeria femenina). La pulsión gusta de afirmarse venciendo este asco.
-         Ano. El asco pone a esta meta el sello de la perversión, pues sirve a la excreción; pero el pene sirve a la micción. Los invertidos lo usan por analogía con la vagina (su meta sexual es la masturbación recíproca).
-         Significatividad de otros lugares del cuerpo. Se va a otros lugares del cuerpo con el propósito pulsional de apoderarse del objeto en todas sus dimensiones. Ciertos lugares del cuerpo son considerados y tratados como genitales, debido al desarrollo de la pulsión sexual (satisfecho en la sintomatología de ciertos estados patológicos).
-         Fetichismo. Se sustituye el objeto sexual por otro (pie, cabello) que guarda relación con él, pero inapropiado para la meta sexual normal; o un objeto relacionado con la persona (con su sexualidad: ropa interior). Desviación con respecto al objeto sexual, que depende de la sobrestimación sexual, que conlleva un abandono de la meta y que toca todo lo conectado con el objeto por asociación. A veces se exige al objeto una condición fetichista (color de cabellos, ciertas ropas, aun defectos físicos); transición hacia el fetichismo en que se renuncia a una meta sexual normal o perversa. En todos los casos parece haber rebaja de la puja hacia la meta sexual normal. En el amor normal, hay un grado de fetichismo, en particular en las fases en que la meta sexual es inalcanzable o debe ser postergada (un pañuelo de la amada). Es patológico cuando la aspiración al fetiche remplaza la meta sexual normal; además, cuando el fetiche se desprende de la persona y pasa a ser en sí un objeto sexual. Se elige el fetiche bajo una impresión sexual infantil (nítida en el caso de condicionamiento fetichista del objeto). En otros casos es una conexión simbólica de pensamientos, no consciente. Los caminos de estas conexiones no siempre pueden señalarse con certeza (hay símbolos arcaicos).


Fijación de metas provisionales

Nuevos propósitos. Toda condición que dificulte o posponga el logro de la meta sexual (impotencia, alto precio del objeto, peligros del acto sexual) refuerza la demora en actos preliminares y la constitución de nuevas metas. Nuevos propósitos (aun los más extraños) esbozados ya en el acto sexual normal.

Tocar y mirar. Los humanos necesitan el tacto para lograr la meta sexual: da placer y renueva la excitación. Tocar, siempre que el acto sexual siga adelante, no es perversión. Mirar, derivado del tocar, es el camino más frecuente para excitar la libido. De uno al otro está el desarrollo del objeto sexual en el sentido de la belleza. Ocultar el cuerpo mantiene despierta la curiosidad sexual, que aspira a completar mediante el desnudamiento. Sublimada mediante el arte, cuando se aparta el interés de los genitales y se lo dirige a la forma del cuerpo como un todo. Las personas normales se demoran en la meta intermedia de mirar sexualmente. Pero se convierte en perversión cuando: a) se circunscribe a los genitales; b) se une a la superación del asco (voyeur: mirar a otro en sus funciones excretorias), o c) suplanta la meta normal; como los exhibicionistas: enseñan sus genitales para que el otro les muestre los suyos.
En la perversión (mirar y ser mirado), la meta sexual se presenta en doble configuración, en forma activa y pasiva.
El poder que se contrapone al placer de ver y que llegado el caso es suprimido por este (como ocurría en el caso anterior con el asco) es la vergüenza.

Sadismo y masoquismo. Inclinación a infligir dolor al objeto sexual y su contraparte (algolagnia: placer por el dolor, la crueldad). En las personas normales está la raíz del sadismo. La sexualidad tiene un componente de agresión, de sojuzgamiento (valor biológico: vencer la resistencia del objeto). Sadismo: componente agresivo de la pulsión sexual que se ha vuelto autónomo, exagerado, elevado al papel principal por desplazamiento.
El sadismo fluctúa entre una actitud meramente activa, o aun violenta, hacia el objeto sexual, hasta el sometimiento y el maltrato como condición exclusiva de la satisfacción. Sólo este segundo caso merece el nombre de perversión. Por su parte, “masoquismo” abarca todas las actitudes pasivas, la más extrema de las cuales es el condicionamiento de la satisfacción al hecho de padecer un dolor físico o anímico; como perversión, parece alejarse más de la meta sexual normal; puede dudarse de que alguna vez aparezca primariamente; quizá nace por trasformación a partir del sadismo. A menudo se reconoce que es una prosecución del sadismo vuelto hacia la persona propia, la cual en un principio hace las veces del objeto sexual. Cooperan muchos factores que exageran y fijan la originaria actitud sexual pasiva (complejo de castración, conciencia de culpa).
El dolor superado se alinea junto con el asco y la vergüenza, que se oponían a la libido en calidad de resistencias.
La oposición actividad/pasividad es uno de los caracteres universales de la vida sexual.
Crueldad y pulsión sexual se copertenecen estrechamente. La libido tiene un componente agresivo. ¿Resto de apetitos canibálicos? Sería una coparticipación del aparato de apoderamiento, que sirve a la satisfacción de la otra gran necesidad, ontogenéticamente más antigua. También se ha sostenido que todo dolor contiene, en sí y por sí, la posibilidad de una sensación placentera. Varias aspiraciones anímicas se reúnen en un efecto único.
Actividad y pasividad habitualmente se encuentran en una misma persona. Un sádico es también un masoquista, aunque uno de los dos aspectos, el pasivo o el activo, puede haberse desarrollado con más fuerza y constituir su práctica sexual prevaleciente.
Algunas de las inclinaciones perversas se presentan como pares de opuestos. Sadismo-masoquismo no puede derivarse de la injerencia de un componente agresivo. Por el contrario, estaríamos tentados de poner en relación la presencia simultánea de esos opuestos con la oposición de lo masculino y lo femenino, conjugada en la bisexualidad (el psicoanálisis a menudo remplaza esa oposición por activo/pasivo).