Las aberraciones sexuales
Se
supone un “instinto sexual” en hombres y animales, por analogía con el instinto
de nutrición: el hambre. El lenguaje popular, que carece de una designación
equivalente a la palabra “hambre”, se lo representa así: falta en la infancia,
adviene en la pubertad (por “maduración”), se exterioriza en la atracción
irrefrenable entre sexos, y su meta es el coito. El psicoanálisis habla de libido y distingue entre objeto sexual (persona de la que parte
la atracción) y meta sexual (acción
hacia la cual esfuerza la pulsión). Respecto de cada uno, hay numerosas desviaciones.
1. Desviaciones con respecto
al objeto sexual
Inversión
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Son a) absolutos:
el sexo opuesto los deja fríos, les repugna (el acto sexual con él es imposible
o insatisfactorio. b) Anfígenos: la
inversión no es exclusiva, su objeto sexual puede pertenecer a ambos sexos. c) Ocasionales: en ciertas condiciones,
toman como objeto a una persona del mismo sexo y sienten satisfacción.
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Enjuician su pulsión sexual: a) como algo natural (defienden igualdad
de derechos); o b) como algo patológico.
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Data a) desde siempre, hasta donde recuerda; b) desde determinada época.
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Este carácter es a) permanente; b) desaparece en algún momento; o c)
representa un episodio que puede exteriorizarse trascurrido un largo período de
actividad sexual normal. También se ha observado una fluctuación periódica
entre el objeto normal y el invertido. Hay casos en que se presenta después de
una experiencia penosa con el objeto sexual normal.
Estas
variaciones coexisten y muestran todos los grados intermedios. ¿Reunir los
casos enumerados?, ¿destacar sus diferencias? Se piensa que la inversión es:
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Degenerativa. Degeneración nerviosa,
pues se detectó en enfermos nerviosos o que daban esa impresión. ‘Degeneración’
se usa en toda patología no traumática o infecciosa. Debería aplicarse a graves
desviaciones respecto de la norma con deterioro de la capacidad de rendir y sobrevivir.
Así, los invertidos no serían degenerados: a) no presentan otra desviación; b) rinden
y sobreviven bien (incluso con desarrollo intelectual y ético elevado). Además,
la inversión a) Fue institucional en ciertas culturas. b) Está difundida en
muchos pueblos salvajes. c) Se presenta en pueblos civilizados, bajo la influencia
del clima y la raza.
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Innata. Aplica sólo para quienes nunca
tuvieron otra orientación. Pero, si no todos son innatos, se renuncia a una
concepción universal. En los reputados como innatos, hay vivencias de infancia
determinantes que pueden no recordarse, pero que es posible hacer recordar. La
hipótesis de que una persona trae consigo el enlace de la pulsión sexual al
objeto, no explica su naturaleza.
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Adquirida. a) Una impresión sexual
temprana deja como secuela la inclinación homosexual. b) La fijación de la
inversión se ve favorecida por influencias externas: trato exclusivo con el
mismo sexo, guerra, prisión, peligros del comercio heterosexual, celibato,
insuficiencia sexual, etc. c) Puede eliminarse con hipnosis… Pero, si muchas
personas, sometidas a las mismas influencias, no se vuelven invertidas, cabe
preguntar si estas influencias explican la adquisición, sin una solicitación de
algo que existiría en el individuo.
Bisexualidad. Durante el desarrollo, nuestra disposición
bisexual originaria se altera, hasta llegar a la monosexualidad, con restos del
sexo atrofiado: huellas del aparato del otro sexo, carentes de función o con
otras funciones. Se habla de “hermafrodita” cuando es difícil definir el sexo
anatómico.
Trasferida
a lo psíquico, esta concepción ve la inversión como hermafroditismo psíquico. Sería
cierto si coincidieran inversión y signos somáticos hermafroditas. Pero no siempre
es así. Inversión y hermafroditismo somático son independientes entre sí. En
los invertidos hay caracteres sexuales secundarios y terciarios, pero pasa
también en los no invertidos; esa hibridez no cambia el objeto sexual.
No
hay hermafroditismo psíquico: la correspondencia entre inversión y otras
propiedades anímicas y rasgos de carácter sólo se presenta en mujeres
invertidas; en hombres, la virilidad anímica es compatible con la inversión.
Es
ocioso e injustificado sustituir el problema psicológico por el anatómico. Hablar
de “centros cerebrales masculinos y femeninos” para explicar la inversión deja
pendiente la explicación de tal concepto. No se sabe si para las funciones
sexuales hay localizaciones cerebrales.
Objeto. Según el hermafroditismo psíquico, el objeto sexual del invertido es contrario
al normal, se sentiría del otro sexo. Pero muchos invertidos masculinos son
viriles, tienen pocos caracteres secundarios del otro sexo y buscan en su
objeto rasgos psíquicos femeninos. La prostitución masculina copia a las
mujeres: vestido, porte. Lo que despertaba el amor del hombre por el efebo era
su semejanza física y anímica a la mujer: pusilanimidad, timidez, necesidad de
enseñanza y de ayuda; tan pronto como se hacía hombre, dejaba de ser un objeto
sexual para el hombre.
El
objeto sexual no es lo igual en cuanto al sexo, sino que reúne caracteres de
ambos: compromiso entre una moción que aspira al hombre y otra que aspira a la
mujer, bajo la condición de genitales masculinos. Más unívoco es en la mujer:
caracteres somáticos y anímicos viriles y requieren feminidad en su objeto.
Meta. La inversión no tiene meta sexual única: en el hombre, comercio per anum no es exclusivo y sí puede
serlo la masturbación; las restricciones de la meta —hasta llegar al mero
desahogo afectivo— son más comunes que heterosexuales. En las invertidas, hay
múltiples metas.
Conclusiones. En el cuadro normal, la pulsión parece traer
consigo al objeto. Pero debemos aflojar, en nuestra concepción, los lazos entre
pulsión y objeto. Probablemente, la pulsión sexual es al comienzo independiente
de su objeto, y tampoco debe su génesis a los encantos de éste.
Pedofilia
La colectividad
de invertidos se presenta como valiosa en todos los demás aspectos. La
pedofilia, en cambio, parece una aberración individual. Los niños son objetos
sexuales exclusivos excepcionalmente. Desempeñan el papel de objeto por cobardía
e impotencia, o como único recurso ante una pulsión que no admite dilación. ¿Se
trata de insania? No: personas sanas, en razas y en estamentos enteros, muestran
iguales perturbaciones: el abuso sexual contra niños se presenta con frecuencia
en maestros y cuidadores, pues se les ofrece la oportunidad. Los insanos acaso lo
elevan a condición exclusividad.
Zoofilia
Hay
comercio sexual de personas con animales: la atracción sexual traspasa la barrera
de la especie. Es decir, la pulsión sexual admite gran variación (que, en el
hambre, sólo se ve en casos extremos).
La sexualidad
varía de la salud a la enfermedad mental. Son las mociones menos dominadas por
las actividades superiores del alma, aun en personas normales. Muchos anormales
en su vida sexual, responden a la norma en los otros campos.
La
clase y el valor del objeto sexual pasan a un segundo plano. Alguna otra cosa
es lo esencial y lo constante en la pulsión sexual.
2. Desviaciones con respecto
a la meta
El
coito es considerado la meta sexual normal; alivia la tensión sexual y extingue
temporalmente la pulsión sexual (como la saciedad del hambre). Pero tiene
esbozos perversos: los acercamientos (palpar, mirar) son metas sexuales
preliminares que conllevan un placer en sí mismas y aumentan la excitación. El
beso tiene valor sexual, sin que las partes pertenezcan al aparato sexual. Las
perversiones se enlazan a la vida sexual normal: a) trasgresiones anatómicas, o
b) relaciones intermedias.
Trasgresiones anatómicas
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Sobrestimación del objeto
sexual. No se
queda en los genitales, va a todo el cuerpo, irradia al campo psíquico y se
manifiesta como ceguera lógica. Así, eleva los quehaceres relativos a otras partes
del cuerpo a la condición de metas sexuales.
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Labios y boca. En el sexo oral, no en el
beso. El asco se interpone para las prácticas perversas, usuales desde el
origen de la humanidad. Pero sus límites son convencionales (la besa pero le da
asco su cepillo de dientes). Puede estorbar el camino a la sobrestimación del
objeto sexual, pero es vencido por la libido. El asco restringe la meta sexual (histeria
femenina). La pulsión gusta de afirmarse venciendo este asco.
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Ano. El asco pone a esta meta
el sello de la perversión, pues sirve a la excreción; pero el pene sirve a la
micción. Los invertidos lo usan por analogía con la vagina (su meta sexual es
la masturbación recíproca).
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Significatividad de otros
lugares del cuerpo. Se va a otros lugares del cuerpo con el propósito pulsional de
apoderarse del objeto en todas sus dimensiones. Ciertos lugares del cuerpo son
considerados y tratados como genitales, debido al desarrollo de la pulsión
sexual (satisfecho en la sintomatología de ciertos estados patológicos).
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Fetichismo. Se sustituye el objeto
sexual por otro (pie, cabello) que guarda relación con él, pero inapropiado
para la meta sexual normal; o un objeto relacionado con la persona (con su
sexualidad: ropa interior). Desviación con respecto al objeto sexual, que depende
de la sobrestimación sexual, que conlleva un abandono de la meta y que toca
todo lo conectado con el objeto por asociación. A veces se exige al objeto una
condición fetichista (color de cabellos, ciertas ropas, aun defectos físicos);
transición hacia el fetichismo en que se renuncia a una meta sexual normal o
perversa. En todos los casos parece haber rebaja de la puja hacia la meta
sexual normal. En el amor normal, hay un grado de fetichismo, en particular en
las fases en que la meta sexual es inalcanzable o debe ser postergada (un
pañuelo de la amada). Es patológico cuando la aspiración al fetiche remplaza la
meta sexual normal; además, cuando el fetiche se desprende de la persona y pasa
a ser en sí un objeto sexual. Se elige el fetiche bajo una impresión sexual infantil
(nítida en el caso de condicionamiento fetichista del objeto). En otros casos
es una conexión simbólica de pensamientos, no consciente. Los caminos de estas
conexiones no siempre pueden señalarse con certeza (hay símbolos arcaicos).
Fijación de metas
provisionales
Nuevos propósitos. Toda condición que dificulte o posponga el logro
de la meta sexual (impotencia, alto precio del objeto, peligros del acto
sexual) refuerza la demora en actos preliminares y la constitución de nuevas
metas. Nuevos propósitos (aun los más extraños) esbozados ya en el acto sexual
normal.
Tocar y mirar. Los humanos necesitan el tacto para lograr la meta
sexual: da placer y renueva la excitación. Tocar, siempre que el acto sexual
siga adelante, no es perversión. Mirar, derivado del tocar, es el camino más
frecuente para excitar la libido. De uno al otro está el desarrollo del objeto
sexual en el sentido de la belleza. Ocultar el cuerpo mantiene despierta la
curiosidad sexual, que aspira a completar mediante el desnudamiento. Sublimada mediante
el arte, cuando se aparta el interés de los genitales y se lo dirige a la forma
del cuerpo como un todo. Las personas normales se demoran en la meta intermedia
de mirar sexualmente. Pero se convierte en perversión cuando: a) se
circunscribe a los genitales; b) se une a la superación del asco (voyeur: mirar
a otro en sus funciones excretorias), o c) suplanta la meta normal; como los
exhibicionistas: enseñan sus genitales para que el otro les muestre los suyos.
En
la perversión (mirar y ser mirado), la meta sexual se presenta en doble
configuración, en forma activa y pasiva.
El
poder que se contrapone al placer de ver y que llegado el caso es suprimido por
este (como ocurría en el caso anterior con el asco) es la vergüenza.
Sadismo y masoquismo. Inclinación a infligir dolor al objeto
sexual y su contraparte (algolagnia: placer por el dolor, la crueldad). En las
personas normales está la raíz del sadismo. La sexualidad tiene un componente
de agresión, de sojuzgamiento (valor biológico: vencer la resistencia del
objeto). Sadismo: componente agresivo de la pulsión sexual que se ha vuelto
autónomo, exagerado, elevado al papel principal por desplazamiento.
El
sadismo fluctúa entre una actitud meramente activa, o aun violenta, hacia el
objeto sexual, hasta el sometimiento y el maltrato como condición exclusiva de
la satisfacción. Sólo este segundo caso merece el nombre de perversión. Por su
parte, “masoquismo” abarca todas las actitudes pasivas, la más extrema de las
cuales es el condicionamiento de la satisfacción al hecho de padecer un dolor
físico o anímico; como perversión, parece alejarse más de la meta sexual normal;
puede dudarse de que alguna vez aparezca primariamente; quizá nace por
trasformación a partir del sadismo. A menudo se reconoce que es una prosecución
del sadismo vuelto hacia la persona propia, la cual en un principio hace las
veces del objeto sexual. Cooperan muchos factores que exageran y fijan la
originaria actitud sexual pasiva (complejo de castración, conciencia de culpa).
El
dolor superado se alinea junto con el asco y la vergüenza, que se oponían a la
libido en calidad de resistencias.
La
oposición actividad/pasividad es uno de los caracteres universales de la vida
sexual.
Crueldad
y pulsión sexual se copertenecen estrechamente. La libido tiene un componente
agresivo. ¿Resto de apetitos canibálicos? Sería una coparticipación del aparato
de apoderamiento, que sirve a la satisfacción de la otra gran necesidad,
ontogenéticamente más antigua. También se ha sostenido que todo dolor contiene,
en sí y por sí, la posibilidad de una sensación placentera. Varias aspiraciones
anímicas se reúnen en un efecto único.
Actividad
y pasividad habitualmente se encuentran en una misma persona. Un sádico es
también un masoquista, aunque uno de los dos aspectos, el pasivo o el activo,
puede haberse desarrollado con más fuerza y constituir su práctica sexual
prevaleciente.
Algunas
de las inclinaciones perversas se presentan como pares de opuestos. Sadismo-masoquismo
no puede derivarse de la injerencia de un componente agresivo. Por el
contrario, estaríamos tentados de poner en relación la presencia simultánea de
esos opuestos con la oposición de lo masculino y lo femenino, conjugada en la
bisexualidad (el psicoanálisis a menudo remplaza esa oposición por activo/pasivo).