lunes, 31 de marzo de 2014

Psicoanálisis y Ciencia


Andrea Hellemeyer

En el presente escrito abordaremos una cierta articulación posible entre ciencia, religión y psicoanálisis.

En la obra freudiana encontramos el abordaje del vínculo entre ciencia y religión en diferentes escritos. Resulta interesante advertir, antes de adentrarnos en el análisis de dichos textos, que la cuestión concerniente a Dios -como tal- es un problema que Freud explícitamente deja por fuera de su campo de interés en la medida que el problema mismo de Dios escapa a cualquier racionalismo.

Dirá Freud, que en tanto no es posible obtener una prueba de su existencia, el tema de Dios no resulta un objeto de estudio pertinente al método racional de investigación. Sin embargo, agregará, no ocurre lo mismo con la fé. En la medida en que ella es racionalmente constatable, Freud se ocupará de ella.

La pregunta que Freud se hace, podría formularse en los siguientes términos: Cómo es posible creer en Dios?

En El porvenir de una ilusión [1927], Freud vaticina que la ciencia triunfará sobre la religión, estableciendo de este modo una diferencia taxativa entre la razón científica y la fé.

La fe religiosa se produce en el punto de falla del saber, donde el saber falta es allí donde se erige la fe. Es decir, a mayor ininteligibilidad mayor es el dogma. Así encontramos en el “credo quia absurdum” sentencia atribuida a Tertuliano, Padre de la Iglesia, un claro ejemplo de esta afirmación. “Lo creo porque es absurdo” supone que las doctrinas religiosas se sustraen de las exigencias de la razón , ubicándose, a la vez, por encima de ellas. Esta sustracción o completo distanciamiento es un punto de aproximación de las ilusiones (concepto ampliamente analizado por Freud en el texto citado), respecto de las ideas delirantes. Ambas comparten el hecho de ser indemostrables y en consecuencia también irrefutables.

La génesis de la fe, el origen de la religiosidad, es abordada por Freud en Tótem y tabú [1912] estableciéndose en este texto la tesis de Dios en tanto padre idealizado. De este modo, la añoranza al padre se encontrará en la base de la necesidad religiosa. Resulta interesante advertir el contrapunto entre diferentes escritos dedicados a esta cuestión. En el Porvenir de una ilusión [1927] la tesis hace hincapié en el primitivo desvalimiento infantil. La vivencia de desamparo es la encargada de producir la creencia de un padre/providencia divina, capaz de atenuar la angustia ante los peligros de la vida. Freud establece una ligazón lógica entre ambas tesis, en tanto el motivo de la nostalgia por el padre es: “idéntico a la necesidad de ser protegido de las consecuencias de la impotencia humana, la defensa frente al desvalimiento infantil confiere sus rasgos característicos a la reacción ante el desvalimiento que el adulto mismo se ve precisado a reconocer, reacción que es justamente la formación de la religión”.

Freud, establece de modo claro, el estatuto ilusorio de la fe en la medida de que se trata de una creencia motivada por el cumplimiento de un deseo. En este sentido, la religión misma es un síntoma estructurado al modo de una neurosis obsesiva en tanto se encuentra allí una verdad reprimida y una satisfacción velada.

El sujeto de la religión comete, siguiendo esta linea de pensamiento, al menos dos “pecados”:

- cobardía, por no querer saber del real que nos atañe como sujetos mortales ( la muerte, la miseria, el desamparo -en términos freudianos-).
- ignorancia: no querer saber de las pulsiones implicadas en el Edipo.

Estos “pecados” le permiten a Freud sostener la argumentación a favor de la educación laica y esclarecer la particular resistencia que ofrece el síntoma religioso al análisis.

Freud sostendrá firmemente, como argumento contra sus detractores, una concepción de la ciencia en disyunción con la ilusión propia de la religiosidad. Dirá Freud a propósito de la ciencia: …”sí sería ilusorio, en cambio …., esperar de otro lado lo que ella no puede darnos”.

En este punto resulta interesante realizar un contrapunto con la concepción lacaniana de la ciencia.

Si para Freud la pregunta se formulaba bajo los siguientes términos: Cómo es posible creer en Dios? Para Lacan, por el contrario, será : Cómo es posible no creer en Dios?

En El triunfo de la Religión, en la entrevista del año 70´ que se le realiza en Roma, Lacan vaticina que la religión triunfará sobre el psicoanálisis. El afán de dar sentido a todo, garantizará su éxito: “ por poco que la ciencia ponga de su parte, lo real se extenderá, y la religión tendrá entonces muchos más motivos aún para apaciguar los corazones”. “La ciencia, que es lo nuevo, introducirá montones de cosas perturbadoras en la vida de cada uno. Sin embargo, la religión, sobre todo la verdadera [la romana], tiene recursos que ni siquiera podemos sospechar. Por ahora basta ver cómo bulle. "[…] Se tomaron su tiempo, pero de pronto comprendieron cuáles eran sus posibilidades frente a la ciencia. […] Y sobre sentido conocen bastante, ya que son capaces de dar sentido a cualquier cosa: un sentido a la vida humana, por ejemplo”. (p. 79).

Lacan plantea en “ La ciencia y la verdad” que el sujeto sobre el que operamos en psicoanálisis no puede ser sino el sujeto de la ciencia. El descubrimiento freudiano no hubiera podido tener lugar sin la ciencia moderna. Ahora bien, cuál es la concepción freudiana de la ciencia? J.C. Milner, en La obra clara señala que la teoría de la ciencia en Freud reside en lo que se acuerda en denominar “el cientificismo de Freud “, asunto que hemos mencionado anteriormente y del que los textos anteriormente citados dan profusas pruebas. Este cientificismo no es mas que el asentimiento que Freud otorga al “ideal de la ciencia” Ese ideal sostiene el anhelo freudiano de que el propio psicoanálisis lo sea.

En este punto encontramos una disyunción en la perspectiva lacaniana de la ciencia. Lacan no se interesa por este ideal de la ciencia para el psicoanálisis. Indicará: “tampoco existe para el psicoanálisis una ciencia ideal”.

Qué características se le atribuye a la teoría lacaniana de la ciencia? En primer lugar la idea de que la ciencia es esencial para la existencia del psicoanálisis. Si se trata de un elemento esencial no funciona ya en exterioridad al modo de un ideal, sino que es consustancial a su propia existencia. De este modo, la tesis lacaniana desarrollada en “La ciencia y la verdad”, establece que el psicoanálisis opera sobre el sujeto de la ciencia, es decir, sobre un sujeto determinado bajo este modo singular de constitución.

Si la ciencia para Lacan estructura de manera intrínseca la materialidad de su objeto, esto indica que no es exterior y es precisamente esta perspectiva la que hace caer inmediatamente la idea freudiana de un “ideal de la ciencia”, y consecuentemente cualquier forma de “ciencia ideal”.

Más aún, Lacan invierte esta pregunta formulándose: Qué es una ciencia que incluya al psicoanálisis? Reseñas de Enseñanza [1984]. Manantial.

Milner, por su parte, establece tres axiomas en la teoria lacaniana de la ciencia. Cito textualmente a continuación:

a.- la ciencia moderna se constituye por el cristianismo en tanto éste se distingue en el mundo antiguo.
b.- dado que el punto de distinción entre el cristianismo y el mundo antiguo depende del judaismo, la ciencia moderna se constituye por lo que hay de judío en el cristianismo.

c.- todo lo que es moderno es sincrónico con la ciencia galileana, y sólo es moderno lo que es sincrónico con la ciencia galileana.

La hipótesis del sujeto de la ciencia reposa en el cogito cartesiano. Lacan ha comentado profusamente este término, en “ La instancia de la letra” y en “La ciencia y la verdad” , estableciendo, tal como se ha comentado previamente, que el sujeto freudiano en la medida en que es intrínsecamente moderno, no podría ser otro que el sujeto cartesiano.

Esta afirmación no se sostiene en una mera coincidencia cronológica, sino en una cercanía discursiva. El sujeto aparece despojado de toda cualidad, al igual que la matematización elimina cualquier atributo del objeto. El sujeto de este modo es despojado, no solo de sus cualidades empíricas y morales, sino también formales, el sujeto no posee ni reflexividad ni conciencia.

El pensamiento sin cualidades -establece Lacan- es lo que hace posible fundar el inconsciente freudiano. En tanto hay pensamiento en el sueño, hay inconsciente.

Milner propone nominar a la teoría de la ciencia en Lacan como un “doctrinal de la ciencia”, en tanto el mismo reúne la conjunción de proposiciones sobre la ciencia y el sujeto. Hay un punto especialmente enfatizado por Milner relativo a la contingencia. La ciencia moderna se apoya enteramente en la contingencia, y este es asimismo un punto central en el psicoanálisis.: cada punto de cada referente de cada proposición de la ciencia, aparece, “en un instante relampagueante, pudiendo ser infinitamente diferente de lo que es… la letra lo fijó como es, y como no pudiendo ser diferente de lo que es, salvo cambiando de letra. Es decir, de partida”.

“[…] manifestar que un punto del universo es como es, requiere que se tiren los dados de un universo posible donde ese punto sería diferente de lo que es. Al intervalo de tiempo donde los dados giran, antes de volver a caer, la doctrina le dio un nombre, emergencia del sujeto […]” (Milner, La obra clara).

Milner aclara esta cuestión, demostrando lógicamente que la ciencia una vez que ha fijado la letra impone el olvido de la contingencia que la autorizó. A esto llama Lacan en “ La ciencia y la verdad” sutura, en tanto el sujeto es lo que emerge en ese “relámpago donde los dados se encuentran girando”, sutura y forclusión, concluye Milner, son necesariamente sutura y forclusión del sujeto.

Ahora bien, el problema de la contingencia y de la letra que busca fijar “ los posibles” trae consigo el problema de lo infinito. El conjunto integral de los puntos a los que refieren las proposiciones de la ciencia se denomina coloquialmente, universo. En el sentido de un conjunto cerrado de proposiciones que para sostener su consistencia interna debe cerrarse a cualquier elemento heterogéneo. El problema que se plantea es que cada uno de esos puntos/proposiciones se deja capturar solo como una oscilación de variación infinita. Es decir basta con una sola variación para que universos posibles sean distintos. A propósito de este punto Milner explicita: “Los universos posibles son infinitos en número, dado que el universo no existe para la ciencia sino por el rodeo de esos universos posibles, el universo es necesariamente infinito…”.

Es decir, el infinito llega al universo por la vía de la contingencia, y “ le llega desde su propio interior”.

La operación que el psicoanálisis inaugura, reintroduce al sujeto en el universo, retirándolo de su lugar (propio de la episteme antigua) de excepción. Ni el alma, ni la conciencia del hombre, ni Dios - como ejemplos precisos del “fuera del universo” serán ya una excepción que por su propia condición constituían un todo cerrado- sino que pierden sus privilegios. El inconsciente freudiano hace perder al hombre ese lugar de excepción y en ese movimiento la figura de Dios es afectada. Ya no hay fuera del universo.

La afirmación lacaniana: Dios es inconsciente, en primer lugar habla de que el nombre del inconsciente “escribe” la inexistencia de cualquier fuera de universo, si Dios designa en el mundo antiguo un fuera de universo –indica Milner– el advenimiento de la modernidad indica “el triunfo del inconsciente incluso sobre Dios”.

En el psicoanálisis el inconsciente parasita lo consciente, lo manifiesta como pudiendo ser infinitamente distinto de lo que es.

Dice Milner: …en su fondo el psicoanálisis es una doctrina del universo entendido y concebido como infinito y contingente…

Referencias bibliográficas



  • Milner, J.C. (2002). La obra clara: Lacan, la ciencia y la filosofía. Ed. Manantial.
  • Lacan, J. (1957). “La instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud”. Escritos 1. Buenos Aires: Siglo XXI.
  • J. Lacan. (1974) El triunfo de la Religión. Conferencia de prensa en el Centro Cultural Francés, el 29 de octubre de 1974.
  • Freud. S. (1927). El porvenir de una ilusión. Amorrortu Editores.
  • S. Freud . (1912). Totem y tabú. Amorrortu Editores.