Jorge Alemán**
I
El neoliberalismo no es sólo una ideología
que defienda la retirada del Estado, su desmantelamiento a favor del mercado, o
un dejar hacer a la “mano invisible” del capitalismo financiero. Tal como ya lo
ha demostrado Michel Foucault, en “el nacimiento de la biopolítica”, y
actualmente Christian Laval y Pierre Dardot, el neoliberalismo, a diferencia
del liberalismo clásico o el neoconservadurismo, es una construcción positiva,
que se apropia no sólo del orden del Estado, sino que es un permanente productor
de reglas institucionales, jurídicas y normativas, que dan forma a un nuevo
tipo de “racionalidad” dominante. Esta racionalidad actualmente se ha adueñado
de todo el tejido institucional de la llamada Unión Europea, en la consumación
final de su estrategia de dominación. El neoliberalismo no es sólo una máquina
destructora de reglas, si bien socava los lazos sociales, a su vez su
racionalidad se propone organizar una nueva relación entre los gobernantes y
los gobernados, una “gubernamentabilidad” según el principio universal de la
competencia y la maximización del rendimiento extendida a todas la esferas
públicas, reordenándolas y atravesándolas con nuevos dispositivos de control y
evaluación: como insistió Foucault, explicando la génesis del neoliberalismo,
es la propia población la que pasa a ser objeto del saber y el poder.
II
Remarcando entonces el carácter
“constructivo” del neoliberalismo y no sólo su faz destructiva, o insistiendo
en el orden que se pretende hacer surgir a partir de sus destrucciones, se
puede mostrar que las técnicas de gobernación propias del neoliberalismo tienen
como propósito, en consonancia con la racionalidad que lo configura, producir,
fabricar, un nuevo tipo de subjetividad. A diferencia del sujeto moderno,
diferenciado en sus fronteras jurídicas, religiosas, institucionales, etc., el
sujeto neoliberal se homogeneiza, se unifica como sujeto “emprendedor”,
entregado al máximo rendimiento y competencia, como un empresario de sí mismo.
Un empresario de sí mismo que, a diferencia de los “cuidados de sí” clásicos o
modernos que apuntaban, en el caso clásico, a protegerse de los excesos, en el
caso moderno, a buscar la mejor adaptación o alienación soportable, el
empresario de sí, el sujeto neoliberal, vive permanentemente en relación con lo
que lo excede, el rendimiento y la competencia ilimitada.
III
Las técnicas de gestión, los dispositivos
de evaluación, los coach, los entrenadores personales, los consejeros y
estrategas de vida son el suplemento social del sujeto neoliberal producido por
los dispositivos de la racionalidad neoliberal. El sujeto neoliberal, viviendo
fuera de su límite, en el goce de la rentabilidad y la competencia y
estableciendo consigo mismo la lógica del emprendedor está a punto de fracasar
a cada paso. El stress, el ataque de pánico, la depresión, “la corrosión del
carácter”, lo precario, lo líquido y fluido, etc., constituyen el medio en que
el sujeto neoliberal ejerce su propio desconocimiento de sí, con respecto a los
dispositivos que lo gobiernan. Esos dispositivos que le reclaman que sea “el
actor de su propia vida”, el que racionaliza su deseo en la competencia y en la
técnica de conducirse a sí mismo y a los demás Este es ahora el verdadero
“management del alma” del que habló Lacan en los ’50 y ahora se consuma.
IV
El neoliberalismo se propone como la
racionalidad actual del capitalismo. Podemos afirmar que su racionalidad cumple
con lo analizado por Heidegger con respecto a las “estructuras de
emplazamiento” del ser propias de la técnica, que provocan en el ser humano una
presentación de su existencia en forma de cálculo de sí, o con lo planteado por
Lacan en el Discurso Capitalista, donde el sujeto ya sólo está condicionado por
la “plusvalía” de goce. El fin último del neoliberalismo es la producción de un
sujeto nuevo, un sujeto íntegramente homogeneizado a una lógica empresarial,
competitiva, comunicacional, excedida todo el tiempo por su performance. Sin la
distancia simbólica que permita la elaboración política de su lugar en los
dispositivos que amaestran su cuerpo y su subjetividad.
V
¿Pero se puede producir enteramente al
sujeto? ¿Tienen los dispositivos el poder y la fuerza material para secuestrar
al sujeto y volverlo un “neosujeto” emprendedor de sí? He aquí uno de los
grandes debates contemporáneos: ¿el sujeto es meramente una producción
histórica efectuada por los dispositivos del poder y el saber, como piensan los
foucaultianos? O, como han pensado Freud, Heidegger y Lacan, hay ciertos
elementos en la propia constitución estructural del sujeto, que ningún orden
político-histórico puede integrar al menos en forma total y definitiva. La
posible lucha contra el neoliberalismo depende de esta cuestión: ¿qué hay en el
advenimiento del sujeto en su condición mortal, sexuada y mortal que no pueda
ser atrapado por los dispositivos de producción de subjetividades específico
del neoliberalismo?
VI
Latinoamérica es actualmente, en alguno de
sus países, la primera contraexperiencia política con respecto al orden
racional dominante en el siglo XXI. El neoliberalismo se extiende no sólo por
los gobiernos, circula mundialmente a través de los dispositivos productores de
subjetividad. Por ello a Latinoamérica le corresponde la responsabilidad
universal de ser el lugar donde se pueda indagar todo aquello que en los seres
hablantes mujeres y hombres no está dispuesto para alimentar la extensión
ilimitada del sujeto neoliberal.
* Texto publicado en PÁGINA 12
(http://www.pagina12.com.ar/) el 14.3.13.
** Psicoanalista y escritor. Consejero
cultural de la embajada argentina en España.