domingo, 16 de septiembre de 2012

Consumos e imperativos de satisfacción hoy

2012

Presentación y conversación sobre el documental «La infancia bajo control», de Marie-Pierre Jaury. Laura Arciniegas, Guillermo Bustamante Z. y Lilian Caicedo O. Con el auspicio de la Alianza Francesa. Realizada el lunes 8 de Octubre de 2012 (haga click)




"Consumos e imperativos de satisfacción, hoy", por Gabriela Dargenton. NEL-Bogotá (biblioteca), con el auspicio de la Universidad del Rosario. Realizada el 31 de agosto de 2012 (Haga click para leer la conferencia).



Miguel Gutiérrez (U. del Rosario), Gabriela Dargenton y Guillermo Bustamante (NEL)


Gabriela Dargenton*
Escuela de la Orientación Lacaniana
Quiero agradecer muy especialmente a las autoridades de la sede Bogotá de la NEL, por realizarme esta invitación a volver a trabajar con ustedes en un escenario epistémico, político y clínico que —11 años más tarde— se ha desplazado de una forma que requiere nuestro estudio detenido de la época y sus transformaciones. Agradezco también a las autoridades universitarias por hacernos lugar para transmitir algo de este tema crucial.

El tema elegido para desplegar nos interesa en la medida en que ilumina un rasgo de la época, un estilo de la civilización contemporánea mundial. Al decir que es un estilo, corro un poco el foco de las drogas como objeto privilegiado del consumo actual, para indicar el plural que señala el tema que apuntamos: “consumos”.

El plural señala que no se trata tanto de qué objeto es el que se consume, como que cualquier cosa puede tomar el estatuto de objeto a consumir. Y esto porque, como lo había vaticinado Jacques Lacan —y puso en valor Jaques-Alain Miller— el ascenso al cenit social del objeto “a”, transforma las relaciones entre la producción y su posible alcance para los sujetos; transforma también la relación que los objetos como tales tienen con las leyes del intercambio; con lo que ellos quieren decir; con la relación a su causa, etc. Es decir que este mérito, esta valoración celestial del objeto transformó ya todas las relaciones sociales que se establecían en el orden social, en el Otro.

La época que constituye el Otro Social embraga sobre la forma que toma el malestar que cada civilización constituye, como también sobre lo informe del Otro, su dominio social, sus lazos, sus cortocircuitos. Es este un hecho también de constatación clínica. Cada día, el practicante del psicoanálisis se ve necesariamente confrontado a formas de la urgencia actual, a transformaciones clínicas y también a diversos retos sociales que implican la reinvención constante de la práctica. Una práctica que, apoyada en principios, trabaje contra su propio exilio porque tiene algo para aportar, para decir, en los debates contemporáneos.

Señalaré 3 asuntos que espero queden como preguntas que podamos descifrar a lo largo del trabajo que nos espera en este fin de semana y al que los invito a que nos acompañen.

La primera cuestión que atañe a nuestra práctica y a nuestro tema de los consumos e imperativos es lo que JAM plantea en su curso [1] como lo que se sustituye al antiguo “orden o potencia de orden” de lo simbólico. A lo que era un “orden” del Otro se le sustituye el traumatismo; es decir el desorden del simbólico que afecta los cuerpos; el choque en el que puede captarse el cuerpo viviente y las palabras, el cuerpo viviente y aquello que es transportado por ellas: los objetos.

Sería interesante constatar en estas jornadas ¿Cómo, de qué modo los cuerpos se ven tomados en esta sustitución?, ¿Cómo se las arregla el psicoanálisis para tratar este efecto, que ha transformado la demanda y nos confronta a una clínica sin el Otro? Veremos cómo se relaciona esto con el problema del consumo y de la satisfacción

El segundo punto, entonces, se deduce de éste y es la referencia que la época da a los cuerpos, por sobre el lazo social. Dice JAM: “La combinatoria se desploma cuando se trata del cuerpo del Uno (…) midamos este cambio de valor atribuido al lenguaje mismo” Es decir, que es un asunto que cuestiona la dimensión del Inconsciente mismo, porque es el valor dado a la palabra lo que está en el centro del problema.

Gabriela Dargenton, durante la conferencia
Pregunto: ¿Cómo vamos a despegar del cuerpo las palabras necesarias para luchar contra el “empuje al síntoma-mudo”? es decir, en una práctica de la palabra, ¿cuál orientación clínica que no nos devuelva a sentidos vetustos e ineficaces?

La tercera cuestión, es la de la eficacia. La eficacia es hoy una palabra acuñada por el avance del mercado y de la falsa ciencia, esa que pretende ligarse a una contabilidad fría de una higiene falaz, en la cual la regulación de los cuerpos sea pasible de un número, de un dato estadístico que forme parte de una lista estandarizada del dolor de existir.

Por eso es muy importante que nos ocupemos de la eficacia, sin rechazarla, sino dándole todo su peso y su lugar en el psicoanálisis.

Pregunto, en la práctica con niños, jóvenes y adultos ¿Dónde ubicamos la eficacia? ¿Cómo la medimos? ¿Cómo van a anudarse eficacia y psicoanálisis? Veremos algo de esto mañana.(Continúa... haga click en "Más información")




 

El consumidor – consumido


Evoco el cuento de Julio Cortázar, “No se culpe a nadie” en el que el personaje muere en el intento de sacarse su pullover… es decir un estiramiento tal de un hecho cotidiano, que termina con la muerte de su propio agente.

Es necesario esclarecer un asunto que muy frecuentemente se escucha como crítica al psicoanálisis. Es la idea de que el problema del consumo es una cuestión de clases, tiene un recorte elitista.

Es un error pensar que la dimensión propia de las satisfacciones del cuerpo, o sea lo que llamamos goce, y lo que viene a hacer las veces de colmar esas satisfacciones (que llamó Lacan objeto “a”) reconozca clase social. El problema de la época —como lo veíamos— es que donde estaban los modos de identificación por la forma del Otro que señalé más arriba, se encuentran ahora los consumos múltiples que sirven para insertarse en lo social, para ser como el otro. Esto, hace que lo que antes eran ideales, ahora sean objetos ubicados como ideales. Los niños que tratamos, y las prácticas a las que en muchos casos los someten, responden también a ese lugar de objeto a consumir. JAM dice “todo adquiere un estilo adictivo”.

Es decir que estos consumidores, son en verdad consumidos por la ferocidad de la demanda del mercado en sus más secretas y diversas formas.

Veamos ahora cómo se da ese desplazamiento que nos servirá también, para orientarnos mañana en la dificultad que se le plantea al adolescente para vivir. 

Freud, el malestar y los consumos


En el tiempo de Freud la moral victoriana regía los valores e ideales de la civilización y producía así, una lengua en donde dominaba la articulación y el orden. Un orden que viniendo del progreso de la cultura, era represivo respecto de las mociones pulsionales de los individuos. Como si en la civilización se encontrara allí mismo la represión, mientras que en el individuo había una permanente búsqueda de satisfacción que debía reprimir, sofocar, decía Freud—por distintas vías— para acomodarse al Principio de Realidad que la civilización —y no la vida pulsional— imponía. Esta renuncia a lo pulsional en Freud, tuvo el nombre de Superyo. Es una exquisitez leer lo que es casi una inversión de la época actual en su magnífico escrito de 1929, El malestar en la cultura. Es importante entrar en una lectura atenta para encontrar el reverso de aquello en nuestra vida contemporánea. Todo el texto está hecho para cercar la pregunta ¿Por qué es tan difícil conseguir la dicha, la felicidad? Freud analiza distintos elementos que conforman la cultura: lo bello, lo útil, la religión, el orden, y señala “se descubrió que el ser humano se vuelve neurótico porque no puede soportar la medida de frustración en aras de sus ideales culturales, y de ahí se concluyó que suprimir esas exigencias, o disminuirlas en mucho, significaría un regreso a posibilidades de dicha”. Toma otro rasgo de la cultura que son los lazos sociales: “(…) el elemento cultural está dado con el primer intento de regular los vínculos sociales. De faltar este intento tales vínculos quedarían sometidos a la arbitrariedad del individuo (…) la convivencia humana sólo se vuelve posible cuando aglutina una mayoría más fuerte que los individuos aislados”. Podemos pensar donde quedó esto a la hora de las redes sociales, lo que bien puede ser un elemento de consumo actual, un elemento del lazo social que ejemplifica bien como puede vaciarse el sentido libidinal y ordenado de los lazos sociales para pasar a ser el aprovechamiento del mercado: la palabra amigo, así lo ejemplifica (facebook, skype, etc).

Es decir que el descubrimiento freudiano del inconsciente, la forma estructural que este tomó —vía la represión— los sentidos ocultos que era preciso descifrar para saber qué querían decir los fenómenos subjetivos de los que se sufría, encontraban su lugar de origen, su “marca de origen” en esta especie de represión en la cultura, que la habitaba, con la fuerte impronta, hasta a veces tiranía de los Ideales. Es así que por supuesto que eran asequibles objetos de consumo como solución a esa forma de objeción a la satisfacción y Freud le llamaba los “quitapenas”, pero su alcance era para salir de la represión que suponía la civilización. Las sustancias venían a calmar la vida humana de la rigurosa presencia del mandato moral de la cultura: “La vida, como nos es impuesta, resulta gravosa (…) Para soportarla, no podemos prescindir de calmantes. (…) Los hay, quizás de tres clases: poderosas distracciones (…), satisfacciones sustitutivas (…) y sustancias embriagadoras que influyen sobre el cuerpo (…)”. Continúa luego con un detalle de las características del objeto droga, respecto de la consecución del placer en el cuerpo.

Recientemente M. H. Brousse, estuvo en Córdoba desarrollando cuestiones atinentes al Superyo y la satisfacción en la época, y señalaba que la cultura implicaba modos de goce y que, por lo tanto el malestar le es inherente. Si seguimos esa reflexión, ¿qué podemos decir, qué ocurrió para que ese viraje se produzca?

Allí entonces es preciso situar que esos modos de goce implican formas del discurso, modos en que se acomodan los elementos en juego en cada giro de la humanidad. 

Lacan, la producción y el consumo y el Superyo


La imparable producción de objetos que el avance de la tecno ciencia ha producido y produce en el progreso de la historia, es uno de los elementos de peso que tienen consecuencias en estos giros. Las consecuencias son muchas, distintas y forman parte de un desciframiento en curso que nos toca hacer y conversar. Una de ellas es que al producirse más y más, cada vez mejor alcanzado la supuesta perfección de las necesidades humanas a través del objeto que se ofrece, el malestar se resitúa y ya no está —como lo decía Freud— en el equilibrio para evadir la dura represión que viene de afuera, sino en alcanzar la satisfacción que —como ven— viene, vendría… ¡de afuera! es un giro total de perspectiva. Porque no tenemos por dónde ubicar la regulación, el borde que antes cercaba la represión.

Cuando en los años 70 Lacan comenta en la Radio francesa su desarrollo sobre los discursos, se refiere a aquello que produce los giros ; es la producción del objeto a, objeto plus de gozar —como él le llama— proveniente del trabajo. Allí señala que lo que hace girar el sistema es la inserción de la satisfacción (del goce) en el aparato discursivo, según cómo y en qué lugar se produzca este plus. Se refiere al ya viejo materialismo marxista, para señalar cómo la producción exacerbada del objeto —cosa que estamos viendo como modo de la época—produce lo que llama “la sed de la falta-en-gozar” Me pareció perfecta esta expresión para indicar el funcionamiento. Se trata entonces del partenerato que hace esa sed, con la oferta del todo para consumir que el mercado nos propone. De esta manera es que tenemos en el Seminario Aun, en el capítulo que JAM ha establecido “del goce”, una definición de Lacan útil para pensar el imperativo de la época, dice: “Nada obliga a nadie a gozar, salvo el Superyo. El Superyo es el imperativo del goce: ¡Goza!”. Y aclara que allí se encuentra el viraje que interrogamos, a lo que seguidamente nos lleva —lo veremos mañana— a considerar las variaciones que en el lenguaje mismo se operan desde Aristóteles a Bentham, para pensar, a partir del utilitarismo, el valor de uso del lenguaje, la utilidad entonces que pueda tener. Es muy importante a la hora de preguntarnos por la eficacia de una práctica que se demuestre en la época. Y más adelante sitúa algo que diseña mejor lo que pasa hoy, que merecería detenerse en detalle: “Por eso el Superyo (…) como lo señalé antes con el ¡goza! es correlato de la castración, que es el signo con que se adereza la confesión de que el goce del Otro, del cuerpo del Otro, solo lo promueve la infinitud: Voy a decir cuál: ni más ni menos que la que sustenta la paradoja de Zenón”.

Vemos muy bien cómo si los objetos —cualesquiera sean ellos— vienen a tapar el vacío central del hablante se forcluye la castración misma y el circuito se hace infinito: más y más satisfacción, más y más consumo…  

Agresividad y angustia hoy


De esa dimensión del objeto “a” tanto en los niños, como en los jóvenes y adultos, deviene también la diferencia y la particularidad que es necesario hacer de otro interesante punto para trabajar en la época: la agresividad y la angustia que J Lacan distinguió.

Siguiendo el hilo de la época, él resaltó cómo los ideales individualistas que prevalecen en una sociedad (y hoy más que nunca), tienen el efecto de “fenómenos de asimilación social”. Es decir, mientras un vector vertical presiona —el individualismo— produce un efecto horizontal.

¿Qué quieren decir esos fenómenos? JAM lo ha tomado en su curso [2], y dice: “todos tienen un derecho a hacer lo que quieren, no obstante lo cual todos miran la misma emisión de TV, a la misma hora, compran las mismas cosas…”y señala que esta asimilación social se hace en esta época por comunidad (las tribus, los niños policías de Salta, las populares y las divinas, etc.). Producto de ésta manera de insertarse en lo social como fenómeno de adhesión, surgen los fenómenos de agresividad que así separan y diferencian al sujeto rompiendo con lo uniforme.

En su escrito, Lacan recuerda que la agresividad es correlativa de la pasión narcisista que junto a la “opresión insensata del Superyó” da esa especie dominante del “resentimiento, hasta en sus más arcaicos aspectos en el niño”.

Conducir el nombre común de “violencia” al de agresividad, dará la vía para llegar a una matriz subjetiva singular donde cada sujeto se confronte a su propia imposibilidad, a su propio yo con relación a sus semejantes y a los objetos.

Ahora bien, la angustia si la tomamos como brújula, como afecto que no engaña, como señal de lo más real, podemos verle sus modos de emergencia: los movimientos imparables, el consumo fatídico, la imposibilidad de parar las lesiones sobre el cuerpo, la inserción en tribus, etc. La angustia infantil, de los adolescentes, cuestiona al Otro y vuelve sobre cada cuerpo. 

Vías del psicoanálisis


Les propongo pensar una práctica capaz de recibir esta deslocalización de la angustia actual, y que pueda orientarse localizándola, y despegarla del cuerpo abriendo un lapso, un espacio que arranque la palabra del cuerpo y se ligue al Otro que el analista aceptará hacer sus veces. Así esta pieza separable del cuerpo, se vuelve recurso fundamental para el ejercicio de la clínica, porque revelará el modo en que cada uno goza de una manera singular en tanto que el inconsciente lo determina. Se trata entonces de “desangustiar” y devolver al sujeto su síntoma singular.

El objeto “a” no es sólo imaginario. Para nosotros, gracias a su lazo a lo Real —conexión que sólo nuestra posición en el discurso permite— es posible develar su verdadera naturaleza: el vacío, el borde mismo del decir. En ese tope que cada cual encontrará en y con su analista, él se hará su propio “artesano”. El síntoma y su creencia en él, aseguran una singularidad para cada uno que haga de límite y de broche también al dolor de existir que empuja en la época de los desengañados.

El deseo del psicoanalista, impuro, impío y advertido de los su propia letra de origen podrá ser un destinatario incauto de ese Real, que no está para ser domesticado.
Notas:

* Miembro de la Escuela de La Orientación Lacaniana [EOL] y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis [AMP], coordinadora general del Departamento de Investigación de Psicoanálisis con niños Nueva Red Cereda CIEC, docente del pos-grado de Psicoanálisis de la Universidad Nacional de Córdoba, Facultad de Medicina, Analista Miembro de la Escuela [AME] y Analista de la Escuela [AE] entre 1999 y 2000

[1] Jacques-Alain Miller. Mediodicho #29, “Siete sustituciones para la época”, págs. 30 a 33.
[2] Jacques-Alain Miller. Mediodicho #31, pág 17. Curso del 2/2/2005.