Jornada de Carteles
NEL-Bogotá.
Septiembre 5 de 2012
Gloria González
Recibí del nuevo Directorio
de la NEL-Bogotá la invitación a asumir la coordinación de la comisión de
carteles para el período 2012-2014. Esta invitación y mi aceptación a la misma,
me llevaron a repensar tanto el dispositivo, como lo que ha sido mi experiencia
él.
Hubo un tiempo en el que mi
relación con el cartel, al menos a primera vista, estuvo marcada más por el
fracaso que por el éxito; no se sostenían los carteles de los que formaba
parte, o no se consolidaban los productos de cada uno. A partir de este punto
de fracaso pude formalizar que la falla, de al menos una de esas experiencias,
consistió en colocar el saber en un miembro del cartel, esperar de él las
respuestas; esto hizo obstáculo a la producción de los demás integrantes. Constatar ese punto, me ayudó a entender a
posteriori, que el dispositivo del cartel no es caprichoso, que su lógica, como
veremos, contraría el establecimiento del Ideal y desfavorece las
identificaciones. La relación con el saber, que el cartel propone, es una
relación anclada en el deseo de saber, construida a partir del vacío.
El obstáculo, no obstante,
no me ha desanimado. Sabemos en psicoanálisis que es precisamente a partir de
lo que no anda, del síntoma, que es posible no solamente llevar a cabo una
experiencia, sino producir una invención.
Asumí la coordinación de
esta comisión, alentada por la idea de consolidar para nuestra sede esta forma
distinta inventada por Lacan para la transmisión del psicoanálisis. Creo que el
conocimiento sobre este dispositivo lo estoy empezando a construir, y apenas
ahora, a pesar de los años que llevo en la Escuela, el cartel se me presenta
con toda su importancia, como el medio por excelencia para la producción de
saber, para la transmisión y para la vinculación con los otros. Eso que llamo
el punto de falla, habría que pensar si corresponde al dispositivo propiamente,
o a quienes nos servimos de él, a la forma en la que lo usamos y cómo nos
relacionamos con los otros y con el tema de interés. La jornada de hoy es
prueba de que ese dispositivo ha funcionado.
LA INVENCIÓN DE LACAN
En 1964 Lacan buscaba poner
en marcha su proyecto Escuela, bajo la modalidad de una “elaboración sostenida en
un pequeño grupo”, es decir, que el trabajo se hace con otros, pero es a cuenta
de cada integrante, responsabilidad propia. En 1981, dice del cartel que es el
“órgano base” de su Escuela.
Es una invención, que
advertida de la tendencia natural de los grupos a producir en ellos fenómenos
de masa y a erigir a alguien como su líder, procura contrarrestar esos efectos,
evitando la segregación, haciendo del líder una función e introduciendo la
permutación, que implica juntarse temporalmente teniendo en el horizonte la
separación.
Pretendía con esta
estructura, distanciar la formación de los analistas de la figura de los
didactas, que ésta no quedara atrapada por un saber jerarquizado. No dar
consistencia al UNO, sino a los UNOS (uno por uno) que están en la Escuela o se
acercan a tocar a su puerta. Es esta la política que nos orienta para intentar
hacer existir una Escuela en la que cada integrante pueda reconocerse como
siendo uno (con su diferencia absoluta) entre los demás.
Se trata entonces de un
dispositivo, un mecanismo (algo que pone en funcionamiento un engranaje), pero
también conector, lo que permite articular un adentro y un afuera - de la
Escuela -. Mecanismo y Conector son pues palabras que se puede agregar a la
serie en la que se inscribe el cartel como puerta de entrada y como bisagra.
Contamos en la Escuela con
dos dispositivos fundamentales, el cartel y el pase, del que no hablaré hoy
sino para decir que también hay en la Escuela de Lacan un Cartel del Pase, que
decide el nombramiento de los Analistas de la Escuela, a partir de lo que
logran transmitirle los pasadores, sobre los testimonios de los pasantes. El
pasante es quien habiendo hecho la experiencia de un análisis, toman el relevo
de la función del analista y “se postula a la Escuela como el que pude ser
analista de su experiencia”.
El cartel aloja la
singularidad de cada uno de sus integrantes, respeta sus ritmos y sus tiempos,
acoge sus preguntas. El saber que en él circula no está desligado de la
experiencia subjetiva y de las mutaciones que cada uno pueda tener en su
trabajo analítico. La introducción del efecto sujeto en él, el aislamiento del
rasgo que cada uno pone al trabajo, los puntos a los que puede arribarse en
cada caso, dan cuenta de que, lo que mueve el engranaje es el deseo de saber,
el vacío. Esto es contrario a una posición desde la cual la que el sujeto puede
concluir que no tiene nadie a quién dirigirse, que lo que el Otro sabe no
importa o al hecho de identificarse a la verdad en tanto satisfacción del
propio saber, en cuyo caso el sujeto supone que no tiene nada que aprender de nadie.
Si bien conocemos que los
pilares de la formación son la experiencia psicoanalítica, el control de la
práctica y la instrucción teórica; “la novedad que introduce Lacan y Miller
destaca, es que la formación del analista, en relación a ese punto de fuga,
implica una producción”, que si bien es individual corresponde al fruto de un
trabajo en grupo.
El cartel está pues en la
puerta de entrada de la Escuela tanto para los que se aproximan a ella
queriendo entrar a conocerla, como para los que, habiendo hecho su experiencia
de análisis, proceden a tratar de pasar el saber singular extraído de ella.
Cartel pues por el que Lacan aspiraba a que entraran los interesados en su
Escuela y cartel también el dispositivo que confiere una nominación (AE) a
aquel que da pruebas
de serlo y que transmitirá un saber no epistémico sino testimonial.
de serlo y que transmitirá un saber no epistémico sino testimonial.
Ahora bien, la conformación
propuesta por Lacan para este pequeño grupo -como leemos en la cita del Acto de
fundación que colocamos en el texto de nuestro blog - consiste en que se juntan
temporalmente para trabajar, cuatro Más Uno. Este “más-uno”, es ante todo, una
función y desde esta reducción a la función, debe operar para impulsar el
trabajo, para mantener viva la transferencia puesta a prueba en el acontecer
diario, en la contingencia, y para animar a la producción de cada cartelizante
y a la presentación de esos productos. Se trata, de un “líder modesto”, un
“líder pobre”, son las palabras que usa Miller. Él debe insertar el efecto
sujeto en el cartel, hacer de la división subjetiva algo que pone al trabajo,
debe ser un “buen provocador”, promover la buena pregunta y permitir que surja
el rasgo apropiado con el que cada sujeto se hará representar en el trabajo. Lo
que este más uno debe hacer consistir es precisamente una lógica del No– Todo,
en esa estructura que él mismo descompleta. Es la razón por la que podemos
pensar que este más uno es al mismo tiempo un Menos Uno.
No obstante la estructura
propuesta, nuevas invenciones para el funcionamiento de los carteles han tomado
forma en nuestra comunidad, entre ellas los carteles ampliados y los
fulgurantes. Su aparición en nuestro ámbito nos conduce a preguntas acerca de
la vigencia de la estructura propuesta por Lacan, dadas las coordenadas de
nuestra época. ¿Debemos preservarla tal y como nos la formuló? ¿Es preciso
cambiarla? No hay para mí aún una respuesta final a estos interrogantes, pero
extraigo que lo más importante es que se pueda poner en funcionamiento un
dispositivo eficaz contra los efectos de masificación y favorable a la
transferencia de trabajo y por tanto, a la formación, es decir, un dispositivo
que mantenga vivo el deseo de saber.
Entretanto, vamos
avanzando, cada uno a su propio ritmo y compartiendo
nuestros avances. Bien, los productos que hoy se ponen aquí a cielo
abierto, muestran la elaboración propia que, respecto a una pregunta
particular, ha elaborado cada uno de los cartelizantes. Sobre el cartel también podremos seguir conversando, elaborando, produciendo un saber que como todo saber nunca será acabado.
nuestros avances. Bien, los productos que hoy se ponen aquí a cielo
abierto, muestran la elaboración propia que, respecto a una pregunta
particular, ha elaborado cada uno de los cartelizantes. Sobre el cartel también podremos seguir conversando, elaborando, produciendo un saber que como todo saber nunca será acabado.
Bibliografía:
Bassols, M. El cartel
bisagra.
Miller, J.A. El cartel en
el mundo
Viganó, A. El cartel:
hendidura y bisagra, en A ritmo propio, No. 5